Una bomba le explotó en el rostro a Mostafa Ahmadi Roshan mientras desayunaba.

¿Qué desayunaba? Una empanada y cafe turco.

Las autoridades iraníes pudieron reconocerlo por el testimonio de uno de los meseros y su pasaporte. Mostafa Ahmadi Roshan, era uno de los científicos más prominetes de Irán, pieza clave del programa de enriquecimiento de uranio y desarrollo nuclear. Desayunaba todos los días lo mismo en un cafe cerca de una de las plantas nucleares iranies. La bomba estaba oculta en la empanada.

Su muerte es la última de una serie de asesinatos que terminaron con la vida de cinco científicos claves en el programa nuclear del regimen de Ahmadineyad desde el 2007. El regimen de Mahmud Ahmadiyenad ha señalado a la Mossad, el servicio secreto israeli, de la muerte de Ahmadi y el ataque contra las centrifugadoras iraníes en el 2010 con el virus informático Stuxnet. Las otras cautro no las tienen tan claras. “Irán no detendrá su programa nuclear, tenemos tanto derecho como otros países a tenerlo”, advirtió Ahmadiyenad a los israelís y los tambores de guerra suenan por todo el medio oriente.

Irán controla la quinta parte de la producción mundial de Petróleo, tiene la tercera reserva más grande de crudo comprobada y un programa nuclear ambicioso que, según los especialistas, podría llevarlos a desarrollar un arma nuclear en el próximo año. Un arma nuclear que desastibilizaría la región e impulsaría el desarrollo de programas nucleares similares entre los vecinos del Irán de Ahmadineyad.

Ante tal panorama, los esfuerzos de la comunidad por impedir que Teherán se arme, han empezado: la UE ha decidido suspender las importaciones de crudo iraní, al igual que EUA, aunque los pespecialistas han señalado que paradojicamente el bloqueo económico y petrolero, podría proporcionarle al regimen de Teherán un pretexto para desarrollar un bomba atómica.

Según los informes de todas las agencias de intelegencia, Irán no tiene un arma nuclear, tiene sólo la capacidad y los recursos y como comentó Ahmadineyad en una entrevista con la televisión venezolana: “muchos países tienen la capacidad y los recursos, eso no significa que tengan armas y no veo a la comunidad internacional hostigandolos”.

“La imposición de sanciones a Irán no tendrá ningún efecto en la economía de Irán”, declaró ayer Ali Adyaní, miembro de la comisión de energía del Parlamento, a pesar de que la entrada de crudo representa el 80% de las entradas del gobierno. Teherán ha respondido con un golpe maestro que podría convertir las medidas europeas en un arma a favor interrumpiendo de inmediato sus ventas a Europa sin darle tiempo a buscar proveedores alternativos.

La otra clave de la ofensiva Teherán está en el estrecho de Ormuz. Un franja de tierra de no más de 20 kilómetros por la que circula un tercio del petróleo que se comercializa en el mundo. Por Ormuz, pasa el petroleo Saudí hacia Europa y Asia. Cerrarlo significaría asestar un golpe morta a las economías europeas sumidas en la crisis política y económica y Ahmadineyad ya ha declarado que no teme hacerlo.

Los tambores de guerra suenan en Ormuz, sólo hay que esperar un poco, cada vez menos.

Por lo pronto, cortesia de Reuters, les dejamos una galería con el Velayat-90, unos juegos de guerra realizados por el ejército iraní el año pasado frente Ormuz, tal vez un negro presagio:

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