Un estudio publicado esta semana afirma que en México existe una enorme diversidad genética. El trabajo, dirigido por un grupo del a Universidad de Stanford en cooperación con otras universidades, tiene consecuencias en el manejo de enfermedades.
Todos sabemos que la combinación indígena y europea es la base de la genética mexicana, pero la diversidad resulta aún más pronunciada de lo que creíamos. En primer lugar, aseguran en el estudio, los grupos indígenas no eran ni son homogéneos. Se identificaron tres ramas principales en el sur, en el centro y en el norte; pero también existen comunidades que por cuestiones políticas y geográficas han permanecido aislados por cientos de años, aun antes de la llegada de los europeos.
Las ramas principales muestran una combinación muy intensa con los genes europeos, pero existen varias pequeñas comunidades que muestran muchas similitudes con el este de Asia. Existen alrededor de 65 grupos indígenas en México; según Andrés Moreno Estrada, uno de los participantes del estudio:
“Ahora tenemos mayor detalle en ese mapa. Las fronteras implica una base común de población, pero en este caso encontramos que más bien resulta un mosaico”
Además de la diversidad que existía en este territorio antes de la llegada de los europeos, ha habido una migración constante de muchos grupos humanos a través de los siglos. Entre ellos se cuentan muchos africanos y asiáticos.
La aplicación inmediata de esta investigación pasa por el estudio de las enfermedades. Al conocer mejor los antecedentes genéticos de la población se tiene un mejor entendimiento de cómo se mueven enfermedades como el asma o el enfisema. De todas maneras, no deja de sorprender el hecho de que México cuenta con una enorme riqueza en cuanto a diversidad cultural y étnica, mucho más nutrida de lo que creíamos.