Por Ala Izquierda

En un año exactamente, las elecciones federales en México ya habrán ocurrido y sabremos quién gobernará (es un decir) al país por los próximos seis años. También se habrán elegido diputados, senadores, asambleístas locales, presidentes municipales, gobernadores, alcaldes y al jefe o jefa de gobierno de la Ciudad de México. No podría decirse que esta elección nos llene de esperanza, pero eso no la hace menos importante.

La última administración de la Ciudad de México ha sido desastrosa en muchos frentes. La capital del país atraviesa tres grandes crisis: se ha vuelto más insegura, más desigual y sus servicios públicos son cada vez más insuficientes. Los avances –pocos o muchos– que se habían logrado con gobiernos anteriores han retrocedido y las peores tendencias de esos tiempos pasados se han hecho más profundas: los precios de las viviendas aumentan; se siguen construyendo avenidas que pronto colapsan con más tránsito vehicular; la inseguridad aumenta, y los servicios de transporte público, agua y saneamiento no mejoran.

La desigual Ciudad de México

La ciudad es un espacio desigual. En 2010, el 10% más pobre recibía, en promedio, $12,916 pesos al mes; el más rico, $250,496. Esto quiere decir que los más ricos percibían más de 19 veces el ingreso de los más pobres. Para 2012, ese número había bajado a 14 veces; en 2014 subió de nuevo a 18. Si reducimos el perfil de los más ricos al 1%, resulta que éstos ganan 122 veces lo que el 10% más pobre.

Esos números son visibles en la vida diaria en la Ciudad. Nuevos edificios aparecen, con precios que ningún trabajador podría pagar, aun con un sueldo arriba del promedio. La zona céntrica de la ciudad se vuelve cada vez más cara y los trabajadores deben vivir cada vez más lejos, haciendo trayectos más largos, viajando en un transporte público insuficiente o saturando vialidades de autos y contaminación. Muros separan fraccionamientos de lujo de casas grises, haciendo de esta desigualdad algo visible. La Ciudad de México está hecha de contrastes que significan marginación para millones de personas.

También existe una gran desigualdad entre personas dependiendo de su género y sus identidades. Los casos de acoso, violencia sexual y otros tipos de agresiones contra mujeres y personas trans se han incrementado en los últimos años y sirven como un ejemplo de esto. La organización por parte de estos grupos y otros aliados ha también incrementado la visibilidad del problema. Campañas públicas y privadas han aparecido en espacios como el metro, aunque algunas han sido fuertemente criticadas por no atender el problema de fondo. De igual forma, las medidas del actual gobierno de la Ciudad han sido objeto de crítica, y hasta burla, como con los famosos pitos que fueron presentados hace unos meses. Como sea, queda claro que no ser hombre y heterosexual se traduce en menos posibilidades de usar libremente el espacio público y en mayor inseguridad en este espacio, como en el privado.

La peor crisis de inseguridad en muchos años

Por otro lado, la inseguridad ha aumentado significativamente. Hoy hay más asaltos, homicidios y extorsiones que cuando el sexenio actual comenzó. Aunque el gobierno de la ciudad niega la presencia de cárteles en su territorio, la realidad se empeña en demostrar que miente. La estrategia de seguridad del gobierno actual ha sido, en corto, un fracaso, impidiendo que podamos disfrutar de la ciudad libremente.

La respuesta del gobierno ha sido culpar a la Reforma Penal en lugar de mejorar las instituciones de procuración de justicia, desde la Policía hasta los Ministerios Públicos. Al mismo tiempo, se ha empeñado en culpar a las víctimas de los delitos que sufren, lejos de ponerlas en el centro de una nueva estrategia de seguridad que no se base en el calibre de las armas de las fuerzas de seguridad, sino en su integridad, capacitación y, crucialmente, mejor remuneración. Esto genera una enorme desconfianza en la ciudadanía, quien suele ver en las fuerzas de seguridad a otro potencial victimario.

La fragilidad de los servicios públicos

Encima de todo esto, los servicios públicos de la capital están bajo una gran presión. El transporte público, por ejemplo, es insuficiente y se encuentra en mal estado. Todos hemos pasado malos ratos en un Metro lleno, lento, que, en ocasiones, incluso se prende en fuego. En las periferias de la Ciudad, la situación suele ser peor, al no haber Metro, Metrobús u otras formas de transporte seguro y accesible para todas y todos.

Otro buen ejemplo es el agua, que es cada vez más escasa y cuya escasez también está repartida desigualmente. En la Ciudad, los mantos subterráneos se agotan, la tierra se hunde y las tuberías se rompen. El agua que viene desde fuera es cada vez menos y no hay nuevas fuentes que cubran estas faltas. Por otro lado, en el oriente de la Ciudad el agua es siempre escasa y, a menudo, de mala calidad, mientras que en el poniente es abundante. Esto no es una situación ideal. Un gobierno de izquierda debería asegurarse que aquí también haya más igualdad y sustentabilidad.

Las crisis en la Ciudad de México son profundas y no tienen una solución mágica. Vendrán candidatos a prometerlo todo: milagros, visiones, monorrieles. Nosotras creemos que la respuesta tiene que ser mucho más concreta y que debe considerar la experiencia de los ciudadanos y de sus organizaciones. Por eso, nuestra apuesta es por construir una agenda para la Ciudad que exista antes y más allá del candidato, aunque pueda ser adoptada por él o ella, con el fin de construir una Ciudad más justa, sustentable y libre.

***

Al fondo y a la izquierda es el espacio en Sopitas de Ala Izquierda, una organización política de la sociedad civil cuyo objetivo es la incidencia política, social, cultural y económica en México. Pugnamos por una democracia incluyente y deliberativa, un sistema de partidos abierto e izquierdas plurales en México. @AlaIzqMX

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

Comentarios

Comenta con tu cuenta de Facebook