El día de ayer se cumplió de nueva cuenta una cita con el Metal. Las huestes de fans, se dirigieron al domo de cobre para estar presentes en la misa de distorsión y poder que ofrecerían los Dioses del Metal: Judas Priest.
En punto de as 8:30 de la noche los capitalinos Agora toman el escenario haciendo sonar los primeros riffs de la velada metalera. En apenas 30 minutos el grupo logra despertar a los adormecidos metaleros que apenas van llegando a completar el aforo del Palacio de los Deportes. Con gran volumen y mucho poder el grupo se presentó en el escenario con algunos de sus temas más pesados y contundentes. Sin hacer menos a sus integrantes, en esta ocasión se hizo patente el excelente trabajo de sus guitarristas, Manuel Vasquez y Sergio Aguilar, quienes dieron muestra de sus grandes facultades en los riffs y los virtuosísimos solos duales, ejecutados con pasmosa precisión.
Desde luego Eduardo Carrillo y Daniel Villarreal en la batería y bajo, enmarcaban todo con una poderosa base rítmica que se sentía hasta los huesos y Eduardo Contreras iba a todos lados del escenario para hacer contacto con el público y proferir altos tonos vocales. “Días de Sombra”, “Víctima”, “Hombre Máquina” y “Renacer” son algunos de los temas que sonaron y lograron prender a buena parte de los asistentes, dejando el escenario listo para que llegaran los Metal Gods.
Mientras los roadies preparaban el escenario, el audio local escupió por las bocinas a gran volumen “War Pigs” una clásica de Black Sabbath, progenitores del Metal. La gente emocionada comenzó a cantar la canción, aunque fue abruptamente cortada al aparecer en el escenario Ritchie Faulkner, Scott Travis, Ian Hill y Glenn Tipton quienes arrancan con una breve introducción que el abre camino a los primeros riffs de “Dragonaut”, tema de su más reciente álbum Redeemer of Souls.
En las pantallas el fuego se hace presente y un dragón aparece al mismo tiempo que el propio Metal God, Rob Halford, la voz de los defensores de la fe metalera. Con paso lento y ayudado con un bastón como lo ha hecho en años recientes, se coloca junto a sus compañeros. Todos lucen ataviados con el “uniforme” que Judas Priest popularizó y “oficializó” en los 80: cuero y metal.
Posteriormente aparece en pantalla el logo de la banda, dejando claro quiénes están en el escenario y por qué se les llama “Metal Gods”, tema que suena con gran poder. “Hola México, estamos de vuelta. ¿Están listos para más?”. Ante la afirmativa continúan con “Devil’s Child”, ahora el Metal God se despoja de su gabardina de cuero por un chaleco de mezclilla. Una breve pausa y la aparición de la portada del álbum Sad Wings of Destiny (algo pixeleada por cierto) dan pie a una de las favoritas de los fans más old-school: “Victim of Changes”, en pantalla botellas de bebidas alcohólicas se estrellan contra el piso. Halford hacia el final del tema da unos potentes agudos como en los viejos buenos tiempos, lo cual le vale una oleada de gritos y aplausos.
Las imágenes en pantalla que aluden a cascos y barcos vikingos, nos indican que estamos ante las puertas del Valhalla, por lo que obviamente se desata “Halls of Valhalla”, una más de su álbum de 2014. Olas gigantes aparecen con la intención de hacer naufragar esta nave vikinga del Metal. La gabardina acharolada regresa y rápidamente se ligan con algo de Defenders of the Faith (cuya imagen en pantalla aparecer también pixeleada) por sus 30 años, “Love Bites”. El siniestro Nosferatu aparece en pantalla para aplicar la mordida de amor.
Más material nuevo llega con “March of the Damned”, esta vez los zombies son quienes aparecen en pantalla, quizás capitalizando en la popularidad de The Walking Dead y el renovado culto hacia estas criaturas. La gente dio un alarido estruendoso con el sonido de los primeros riffs de “Turbo Lover”, la cual fue cantada de principio a fin. Atrás quedaron los tiempos en que las guitarras con sintetizador eran pecado mortal en el mundo del Metal. Los pistones en pantalla no se detuvieron en toda la canción. Ritchie, muy activo sobre el escenario se encargaba de hacer contacto con el público hasta el frente y dirigiendo el coro de miles de gargantas.
“Muchas gracias amigos” dice Halford en español. “Tenemos un nuevo álbum llamado Redeemer of souls y este es el track que le da nombre”. El malévolo redentor de la portada aparece en pantalla y Halford luce (¡otra!) gabardina esta vez en deslumbrante tono plateado.
“Nuestro plan hace 40 años era ser simplemente una banda de Heavy Metal. Por eso iremos varios atrás con algo del disco Stained Class” dice Rob para asestar la pesadísima y épica “Beyond The Realms of Death”, que en vivo suena devastadora, mucho más que la versión de estudio. La clásica “coreografía” de Judas Priest aparece con Faulkner, Tipton y Hill “meciéndose” al mismo tiempo. Los solos del tema nos dan cuenta de la gran calidad de guitarristas que porta la banda. Ritchie luce una Les Paul blanca que lo hace parecerse (de lejos) al fallecido Randy Rhoads. “Jawbreaker” aparece para romper quijadas desde el celebrado Defenders of the Faith. Ian Hill no se ha movido de su lugar en toda la noche, ni siquiera ha dado un sólo paso. Se ha mantenido en la misma posición, firme, inamovible. Dicen quienes saben que en realidad es él el ancla que mantiene viva a la banda. Diiiiiiiicen.
Es hasta este punto de la noche, que por fin suena algo del popular British Steel, y claro, tiene que ser la canción más popular de esta producción: “Breaking the Law”, la cual provoca que toda la pista del Palacio de los Deportes salte como chapulines en anafre caliente. Quebrantando la ley, bocanadas de humo de cigarro y otros fumables aparecen, al igual que vuelan vasos de “cerveza” doblemente procesada.
Una breve pausa, ruge un tremendo motor. El dios del metal aparece montado en un corcel de acero para el clásico encore con “Hell Bent For Leather”. Insignias de clubes de motociclistas aparecen en pantalla al igual que imagenes de bikers rodando por diferentes carreteras.
Los macanazos de poder no se detienen. También aparece el ojo que todo lo ve “TheHellion/Electric Eye”. Por instantes estamos de nuevo en los 80 y el Metal es el rey de todos los géneros. Todo el mundo canta, extasiado.
Rob impone retos para cantar con el público y de inmediato arrancan con “You’ve Got Another Thing Comin'”. La pantalla se llena de imágenes del público quienes cantan aún más fuerte que la banda. Los que no tienen mata quisieran que les saliera o se imaginan que tienen una enorme pues sacuden la cabeza con gran vigor. Tal es la importancia que le han dado a su flamante guitarrista, que Ritchie Faulkner en la banda que hasta tiene su propio sólo. ¡Nadie más hace uno! Él sí. Y demuestra con gran destreza que se ha ganado su lugar bajo el reflector en un sólo acompañado de Travis y Hill.
El momento más esperado de la noche ha llegado. Scott Travis toma el micrófono para preguntar a la gente qué quieren escuchar y la respuesta es un ensordecedor “¡Painkiller!”, tras lo cual el baterista hace la clásica introducción de este veloz tema. Halford, aunque ya no alcanza sus agudos habituales hace un gran esfuerzo y nunca deja caer la canción. El clásico solo de Glenn Tipton es recibido con una gran ovación ante la eficiencia de su ejecución.
La despedida ha llegado y Halford agradece a todos los asistentes por una noche maravillosa. Es viernes y no puede haber tema más apropiado que “Living After Midnight” para cerrar este show y a la vez abrir la puerta a la fiesta que apenas comenzará este fin de semana, inaugurada por los riffs y las grandes canciones de Judas Priest.
Fotos: Diego Figueroa