Rara vez llegan las noticias de Juchitán, Oaxaca, a la prensa nacional (que, más bien, es la de la Ciudad de México, viéndose el ombligo, salvo cuando el narco o la catástrofe azotan otros territorios de la República). Si acaso nos llegamos a enterar de alguna que otra balacera (demasiado frecuentes en la región como para que se vuelvan noticia en todo el país) o de algunas prácticas de violencia contra las mujeres juchitecas. Las menos de las veces, tenemos las notas coloridas sobre el Xandu’—su día de muertos—o su participación anual en la Guelaguetza. Poco sabemos de Juchitán, a pesar de ser la cuarta ciudad más poblada de Oaxaca (aunque, en ese mismo sentido, ¿qué tanto sabemos de Tuxtepec, Salina Cruz y, para el caso, del resto de los municipios importantísimos en varias regiones de todo el país?).

Y, sin embargo, la mañana de este viernes 8 de septiembre nos hemos visto obligados a voltear a ver a Juchitán, quizá el más importante (tanto cultural como económicamente hablando) de los municipios zapotecas del país, luego de que un sismo de 8.2 grados Richter, el de más intensidad de los últimos 100 años (que suma, de manera preliminar más de 30 muertos y más de 200 heridos), dejara entre escombros a esta ciudad del Istmo de Tehuantepec.

En estos momentos Juchitán se encuentra en medio de las distintas labores de recuperación de la ciudad tras el sismo. Y los próximos días, semanas y meses serán difíciles. Sin embargo, que valga la pena la catástrofe, para hablar de la Juchitán que está más allá de los destrozos, siempre ahí (compleja y con diversos problemas que el sismo vendrá a desplazar), y a la que rara vez le prestamos atención desde otras regiones del país.

Para ser una de las ciudades más grandes de Oaxaca, Juchitán es pequeñita, aunque se encuentra en constante expansión. Es una ciudad caminable, marcada en gran medida por tradiciones zapotecas y precolombinas, pero que no por eso deja de caminar a la par de tradiciones más contemporáneas, como es su Festival del Río (en el que han participado artistas como Lila Downs), que lleva poco más de 25 años celebrándose, que pretende crear conciencia del cuidado del medio ambiente entre una sociedad zapoteca que no ha sido particularmente amable con su río principal, Los Perros.

Los Perros es un río que corre por, y corta a, Juchitán. Un río que no es necesariamente un atractivo turístico, pero que es parte de la identidad de la ciudad, y que a lo largo de los últimos años ha traído problemas a la región con sus comunes desbordamientos, pues su cauce se viene achicando por el exceso de asentamientos y construcciones a su alrededor.

Esta mañana Juchitán amaneció con miedo, entre toneladas de escombros, por el sismo de anoche. Y con justa razón. La alcaldesa de Juchitán, Gloria Sánchez, confirmó muchos de los desastres y derrumbes que se vieron en redes sociales y diversos medios. Quizá la imagen más llamativa es la del Palacio Municipal destrozado.

Un Palacio Municipal que hasta ayer se veía así:

Y que ahora da la vuelta al mundo, por un video en el que se puede ver cómo un hombre rescata la bandera de México de entre los escombros y la pone de pie nuevamente.

“Hay más de cien casas derrumbadas. Una buena parte del palacio municipal está derrumbada y otra parte tiene daños para evaluar. La escuela de Juchitán está derrumbada, la iglesia está dañada y la Casa de Cultura. El hospital general, el único público, está seriamente dañado; fue evacuado y no están trabajando ahí. Están en un patio atendiendo a heridos y enfermos”, detalló.

Casa de la Cultura de Juchitán

 

Iglesia de San Vicente Ferrer en Juchitán

 

José Calzada, secretario de la Sagarpa, fue enviado a Juchitán a examinar y analizar los daños.

 

Que sirvan estas imágenes y postales de Juchitán para dimensionar todo lo que está siempre a punto de perderse y siempre a punto de desaparecer. Y para mostrar la solidaridad que siempre andamos cacareando como mexicanos.

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