Hoy es un día triste para la izquierda mexicana. Para la de verdad. Hoy, martes 8 de agosto, falleció el legendario caricaturista Eduardo del Río Rius y también el periodista Jaime Avilés Iturbe, excolaborador de La Jornada, del semanario Proceso, del periódico Unomásuno y director general del portal Polemón. El autor de la icónica columna Desfiladero perdió la batalla contra el cáncer y murió este día a los 63 años. El pasado 26 de junio, @Desfiladero132, como se identificaba en las redes sociales, fue sometido a una cirugía: le extrajeron exitosamente un tumor de la cabeza. Tras analizar el tumor extraído, se supo que el talentoso cronista tenía cáncer de pulmón, el cual se había extendido al cerebro. De acuerdo con su hija Juncia Avilés, el maestro periodista falleció “tras un día de incomodidades y dolores“.
Avilés Iturbe fue un gran exponente de la crónica periodística mexicana. Fue corresponsal de guerra en Nicaragua en 1979, cubrió la invasión militar estadounidense a Granada en 1983, reporteó el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994, además de cubrir las fuentes políticas y culturales durante su trayectoria. Jaime Avilés escribió los libros La rebelión de los maniquíes (1990), Marcos y la insurgencia zapatista (1994), además de dos novelas sobre el EZLN: Nosotros estamos muertos (2001) y Adiós cara de trapo (2006). En su obra también se halla el libro Los manicomios del poder (2008) y la biografía AMLO: vida privada de un hombre público (2012). El escritor Carlos Monsiváis lo incluyó en la antología de crónicas A ustedes les consta con una hermosa e ingeniosa pieza sobre la Semana Santa en Iztapalapa que comienza así:
En verdad, en verdad os digo que ayer, ante millones de ojos peregrinos que buscaban consuelo y amparo del polvo enceguecedor, el Hijo del Carpintero y de María, por Pilatos llamado de los Judíos el Rey, recibió en el madero la más afrentosa de las muertes —la lenta agonía del clavo que desangra y desazona— pero aquesta vez, agobiado por el peso de su carga (99 kilos de roble) y sofocado por la tierra que le emporquecía los pulmonares alveolos, desmayó, de roja anilina cubierto, en las faldas del cerro de Iztapalapa, a las 17:23 del Viernes Santo, y hubo de ser bajado de la cruz, para caer al poco tiempo en manos de otra, la Cruz Roja, que lo condujeo en ambulancia, con presteza y celeridad, al año 1979 de la Era en curso.
En este enlace pueden leer en su totalidad la majestuosa pieza periodística Iztapalapa, otra vez.