En Insurgentes Norte 476 se ubica un edificio de siete pisos. Tiene 28 departamentos y dos locales en la planta baja. Cuando ocurrió el sismo del 19 de septiembre, el inmueble quedó muy dañado: había muros colapsados, huecos en las paredes y las columnas que lo sostienen pendían prácticamente de un hilo. Las autoridades de la Ciudad de México lo catalogaron como Alto Riesgo, tuvo que ser deshabitado y recibió indicaciones para ser rehabilitado.
La historia se atoró ahí.
A comparación de otros puntos en la Ciudad que siguen viviendo en el lado ciego de las autoridades, el edificio de Insurgentes Norte 476 sí recibió atención —en lo que cabe, porque también tardaron meses en ser atendidos. Sin embargo, lo que pudo ser un modelo positivo terminó convirtiéndose en el protagonista de un sinfín de errores.
Un ejemplo de cómo no llevar a cabo la reconstrucción.
Durante estos tres larguísimos años, los departamentos, fácilmente reconocibles por su imponente tamaño y su brillante color blanco, se han convertido en el escenario de manifestaciones, de denuncias e incluso han recibido varias conferencias de prensa de Damnificados Unidos para hacer frente a la incierta situación.
Han pasado mil 096 días desde que se sacudió la Ciudad de México y los vecinos no han podido regresar a sus casas.
A pesar de que ya se han realizado algunos esfuerzos de rehabilitación, las acusaciones de fraude, de inexperiencia y de fallas en los trabajos, han hecho que el edificio se mantenga dañado. Como si fuera el primer día. Y conforme pasan las horas, el gobierno capitalino los presiona, más y más, para aceptar regresar a un departamento que los sigue poniendo en riesgo.
Yukari Niño de Rivera vivía en Insurgentes Norte 476 con sus papás y con su hermano.
“Prácticamente la mitad de la cancelería está chueca. Se mete el agua, está floja. Sin fijarse. La fachada tiene grietas y el elevador está dañado por demoler un muro”, nos cuenta en una entrevista. “Nos quieren hacer regresar con todos estos problemas”.
Yukari —vestida con una playera negra con la leyenda de Damnificados Unidos— recuerda que, en su edificio, las obras de reconstrucción empezaron en octubre de 2018. Debían terminarse en julio de 2019.
La reconstrucción que tenía fecha y nunca llegó
Si todo hubiera salido “bien” —22 meses difícilmente podrían considerarse un éxito—, Yukari y su familia hubieran regresado a Insurgentes Norte 476 a mediados del año pasado.
La realidad es que siguen buscando la reconstrucción que no llegó.
Originalmente, el gobierno le dio recursos a una empresa que se llama Arquitectura e Inmobiliaria Darmi para que se encargaran de la rehabilitación del edificio. Sin embargo, debido a la inexperiencia y a los malos trabajos, este esfuerzo fue un fracaso.
“Les faltaban tornillos, había columnas que no estaban soldadas”, recuerda Yukari. “La verdad es que esta empresa pues nos estafó, nos robó, nos engañó, abusó de la confianza”.
Después de la reconstrucción —si es que le podemos llamar así—, en Insurgentes Norte 476 había casi una decena de columnas dañadas que solamente fueron “encamisadas”, es decir, que solo fueron cubiertas sin ser reparadas en realidad. También encontraron fallas en los muros del elevador y errores en la instalación de agua y de luz.
Cómo estará la cosa que incluso la Comisión para la Reconstrucción de la Ciudad de México admitió los errores y prometió sancionar a la empresa responsable.
¿Y la reconstrucción?
Ubicar las fallas fue tan solo el primer paso. Luchar para resolverlas es la batalla más importante, que en el caso de Insurgentes Norte 476, se está enfrentando cada día a más presiones.
Al salir la empresa denunciada, una nueva constructora llegó a terminar con la rehabilitación.
“El problema es que ellos tampoco han podido terminar lo que estaba pactado”, denuncia Yukari. “Se tuvo que poner reforzamiento con placas en varias columnas e intervinieron casi 10 más. También, se encontraron con fallas en la instalación hidrosanitaria y eléctrica. No pueden terminar lo que estaba acordado porque primero tienen que subsanar eso”
El gobierno cantó victoria en Insurgentes Norte 476
Algo impresionante sucedió en Insurgentes Norte 476, recuerda Yukari.
Mientras las obras estaban inconclusas y la rehabilitación flotaba en la incertidumbre. Mientras salían cada vez más fallas en los trabajos de la primera empresa y a la segunda se le alargaba la lista de pendientes, César Cravioto —el comisionado para la Reconstrucción en la Ciudad de México— declaró que el edificio ya estaba listo para entregarse.
“Ya está terminado. Con sus pisos, sus puertas, sus muebles de baño. Todo”, señaló el funcionario a los micrófonos de una televisora.
“Esa declaración en los medios nos desconcertó mucho”, comenta Yukari cuando platicábamos sobre la respuesta que han recibido de las autoridades. “Hasta la fecha no hay entrega y seguimos fuera de nuestras casas”.
Lo que sí hay es un documento que —acusan— es una completa mentira.
Cuando seguían rehabilitando el edificio y cada día encontraban nuevas fallas en la reconstrucción de Insurgentes Norte 476, el gobierno de la Ciudad de México les entregó a los vecinos una constancia de seguridad estructural. “Ese documento decía que nuestro inmueble ya era seguro y que podíamos habitarlo, pero faltaban todavía varias columnas que no han concluido. No es posible que te emitan una constancia de que tu inmueble es seguro cuando está en proceso de rehabilitación”.
Las presiones por regresar y la lucha por tus derechos
Con la constancia de seguridad publicada y las declaraciones en los medios de comunicación, pareciera que la Comisión para la Reconstrucción en la Ciudad de México está “terminando el trabajo” en Insurgentes Norte 476. Los vecinos acusan que, con tal de apresurar los trámites, los están presionando para aceptar todas las condiciones impuestas.
“Nos quitaron el apoyo de renta para obligarnos a regresar y ya no tener otra opción mas que entrar al edificio”, cuenta Yukari.
Si aceptan, el peso de la rehabilitación faltante va a caer en sus carteras.
Es por eso que durante estos tres años los vecinos de Insurgentes Norte 476 han tenido que unirse para luchar por sus derechos. Yukari es actriz, pero de la noche a la mañana se convirtió también en activista.
“Desconocemos cuáles son nuestros derechos”, comenta. “Exigir por una vivienda digna lo ven como: ‘ay el gobierno les está ayudando’ y no, no es así. No te está ayudando, es nuestro derecho. Al funcionario no le tienes que estar rogando para que te pueda ayudar”.
A veces, decimos que las personas están “esperando” una solución, pero los Damnificados Unidos de la Ciudad de México —la organización de la playera de Yukari— no están sentados, ni están en silencio. Están luchando juntos, aprendiendo todos los días y exigiendo sus derechos, por una vivienda digna y por una comunidad.
“Nuestros derechos los tenemos y los tenemos que arrancar. La única manera de arrancarlo es salir a las calles”, comenta. “Te pones la camiseta y empiezas a luchar por el patrimonio de otras personas. te vuelves más humano. Más empático”.