Ahora que se llevan a cabo trabajos de salvamento arqueológico en terrenos de la Universidad Pontificia de México (UPM), ubicada en Tlalpan, se han podido realizar algunos descubrimientos, pero ninguno como el que ahora se ha dado a conocer por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En estas épocas en las que el descubrimiento de osamentas es emparentado con actos salvajes, maravilla el alto respeto que nuestros antepasados tenían por la muerte, como se puede notar en el entierro múltiple hallado a sólo metro y medio bajo el lugar en el que se encontraba el oratorio de la referida UPM. De acuerdo con lo descrito por los especialistas, los restos de al menos diez personas fueron entrelazados y colocados de tal manera que forman una espiral. Según estimaciones, este hallazgo podría tener una antigüedad de 2 mil 400 años, aproximadamente.
En el comunicado difundido por el INAH, las antropólogas Lucía López Mejía y Sonia Rodríguez Martínez detallan que, de la decena de cuerpos, dos corresponden a individuos femeninos y uno a masculino. Por lo tanto, se continúa trabajando para determinar el sexto de los restantes. Sin embargo, se ha podido notar que una osamenta es de un menor de edad -quizás entre tres y cinco años- mientras que otra es de un recién nacido. En su mayoría todos los restos son de adultos jóvenes, mientras que una sería de un adulto.
Como apunta la detallada colocación de los restos, las especialistas sugieren que el hallazgo corresponde con un ritual que apunta a que todo éste fue hecho en un solo evento. Es decir, todos los restos fueron colocados a la vez: “Tenemos diferentes deposiciones anatómicas: ventral flexionado, hiperflexionados con los miembros inferiores doblados hacia la pelvis, decúbito dorsal con los miembros hacia el abdomen, y un decúbito ventral extendido. Los cuerpos fueron enterrados ‘interactuando’ entre ellos, por eso hablamos de un mismo evento”, detalla López Mejía.
Para fortalecer el señalamiento de que los cuerpos fueron parte de un ritual, se informa que junto a los restos fueron encontrados cuencos, ollas y tecomates. Además, en las manos de cada uno fueron colocadas piezas de cerámica y piedras.
Este descubrimiento permitirá ahondar en las investigaciones que se realizan sobre los primeros asentamientos humanos del sur de la Ciudad de México. El trabajo que se realiza en la UPM no es el único, en diferentes zonas de Tlalpan se llevan a cabo salvamentos arqueológicos que han permitido dibujar la historia de nuestros antepasados. El hallazgo impulsa los estudios sobre los periodos Preclásico y Formativo de la Cuenca de México.