Por Diego Castañeda
Hace unos días tuve la fortuna de asistir a la presentación del nuevo programa de impulso al sector financiero en Palacio Nacional, donde las autoridades de Banco de México, la Secretaría de Hacienda y el presidente dieron a conocer un plan de cinco acciones para profundizar la penetración del sector financiero en el país como una herramienta para fomentar el crecimiento económico y disminuir la desigualdad regional en el país.
No es mi intención exponer las cinco acciones aquí, sino concentrarme en las dos que encuentro más importantes y que pueden transformar para bien al sector y promover crecimiento económico.
La primera de estas medidas es el uso de la banca de desarrollo para llegar y prestar servicios financieros a los lugares donde la banca comercial no puede llegar. Lo que se planea es transformar a BANSEFI en el “Banco del Bienestar” y que éste pueda ofrecer servicios por todo el país, en especial en las zonas de baja cobertura de sucursales bancarias y cajeros.
Hacer esto puede hacer que millones de mexicanos participen del sector financiero, puede promover el ahorro, puede permitir que los programas sociales sean dispersados de forma directa a los beneficiarios sin necesidad de intermediarios que entreguen el dinero en efectivo y, con ello. disminuir de forma importante la posibilidad de corrupción con esos recursos.
De forma adicional la presencia del Banco del Bienestar en operaciones que le den acceso a servicios financieros a la población puede introducir competencia a un sector que con urgencia la necesita. El sistema bancario mexicano es de muy alta concentración: pocos bancos dominan la mayor parte del mercado y eso les permite controlar comisiones y los costos de otros servicios. Al entrar un competidor, muchas de estas rentas tenderán a disminuir o desaparecer y con ello una mayor población podrá realmente ser beneficiada.
Si millones entran al sector financiero los efectos secundarios deberían impulsar una mayor tasa de crecimiento.
El segundo punto que es muy importante es el de incentivar las ofertas públicas iniciales, es decir, la salida a bolsa de nuevos negocios. México tiene un rezago enorme en términos de empresas que cotizan en bolsa. Esto hace que las empresas tengan límites muy marcados a su capacidad de financiamiento. Si sólo las empresas grandes tienen acceso al capital en los mercados internacionales y las pequeñas o nuevas sólo en el reducido mercado crediticio doméstico, esta limitante se vuelve en sí misma una barrera de entrada al mercado y una fuente de poder de mercado para las grandes empresas que ya existen.
Flexibilizar estos esquemas a través del cambio en el pago del ISR cuando se producen ganancias por la tenencia de una porción del capital de una nueva empresa ayudará a que estas pequeñas empresas y startups levanten el capital que necesitan para crecer y competir. Esta mayor profundidad en el mercado de financiamiento puede tener efectos positivos en temas de innovación, puede facilitar la formación de un mercado de riesgo, hoy prácticamente nulo en el país, y con ello facilitar el crecimiento económico. Puede hacer un mercado más dinámico y obligar a empresas grandes a innovar y no administrar simplemente rentas.
Las otras tres medidas también son importantes, algunas de ellas muy necesarias, como la flexibilización del régimen de inversión de las Afores; no obstante, los dos puntos mencionados arriba son los que pueden alimentar fuertemente el crecimiento del país.
La forma en que los mercados tomaron estas ideas produjo movimientos positivos en los mercados cambiarios y propició muy buenos comentarios de la mayor parte del sector financiero. Los detalles de estas medidas son los que determinarán su éxito, pero de un inicio si esto funciona y se logra aumentar la presencia del sector financiero, México estaría rompiendo uno de los cuellos de botella más antiguos que tiene respecto a su capacidad de crecimiento. Llevar el acceso a todos y producir fuentes de financiamiento más baratas para las empresas es una de las medidas más importantes que pueden ayudarnos a crecer en tiempos de incertidumbre en la economía global.
*****
Diego Castañeda es economista por la University of London.
Twitter: @diegocastaneda