Estados Unidos es el principal socio comercial de México. Quizá suena a una obviedad, pero ésa es la razón principal por la cual la opinión pública en nuestro país ha estado vuelta loca con las declaraciones de Donald Trump sobre el Tratado de Libre Comercio (TLCAN) desde que fue electo en noviembre del año pasado y, sobre todo, con la renegociación del tratado, que comienza hoy.
Las expectativas son altas y no es de a gratis. México tiene mucho que perder y la ruta de planeación del gobierno no ha sido particularmente transparente en los meses previos a este evento que tendrá los ojos tanto de la prensa como de los ciudadanos en los próximos días (semanas y meses).
¿Por qué importa tanto el TLCAN?
El TLCAN se firmó en diciembre de 1992 por los gobiernos de Estados Unidos, México y Canadá, para entrar en vigor el primero de enero de 1994, con la finalidad de establecer una zona de libre comercio, en la que bienes y servicios pudieran circular más o menos libremente entre los tres países, con miras a que eventualmente no se necesitaran ni permisos ni licencias ni aranceles para hacerlo.
Para el México de los años noventa eso significaba, entre muchas otras cosas, una suerte de entrada al futuro y al primer mundo.
(Recomendación de lectura para entender el contexto mexicano de principios de los noventa: “Serenading the Future“, una crónica espectacular de Alma Guillermoprieto en la que se alcanza a ver el tapiz de los muchos Méxicos que articulaban nuestro país en aquellos años y lo que se intuía que podía significar la entrada en vigor de un tratado como el TLCAN.)
Sin embargo, como hemos visto, las cosas distan bastante de aquellas promesas que se antojaban tan perfectas. Incluso, a pesar de ser una potencia exportadora, nuestra industria se ha reducido alarmantemente a lo largo de los últimos, como bien señala Diego Castañeda, colaborador de sopitas.com:
“México, a pesar de su “rotundo éxito” con el TLCAN y ser una potencia exportadora, tiene menos industria manufacturera que siete años antes de la entrada en vigor del TLCAN. De forma más alarmante aún, a lo largo de los últimos 5 o 6 años hemos observado que la producción industrial cae todavía más: México se des-industrializa de forma prematura”.
No obstante sus fallas, los miembros del TLCAN intercambian alrededor de 2 mil 600 mdd en productos al día, algo así como 108 mdd por hora. Es decir, un chingo montón.
¿Qué esperar de estas negociaciones?
El mismo Diego Castañeda hizo un recuento bastante exhaustivo de las posturas de México, Estados Unidos y Canadá en este texto publicado en la revista Nexos, en el cual despliega los puntos de encuentro y desencuentro de las tres naciones para esta primera ronda de negociaciones.
Entre la posición esquizofrénica de Estados Unidos (varios de los puntos que busca negociar son contradictorios entre sí) y la falta de brazo político mexicano y los choques directos entre Canadá y EE.UU., podemos encontrar cuatro puntos a considerar de las negociaciones que apenas arrancan:
- Hay un interés compartido por los tres países para modernizar ciertas partes del acuerdo. Por ejemplo, adoptar nuevas disciplinas (mecanismos y estándares comunes acordados) en toda la región, sobre todo en relación con el comercio electrónico, la propiedad intelectual, medidas anti-corrupción, regulación laboral y medio ambiente. Explica Castañeda: “no parecen existir controversias entre los tres gobiernos respecto a la necesidad de adoptar dichas disciplinas”. Y esto, en general, podría ser benéfico para Mexico, siempre y cuando nos pongamos las pilas para seguir los nuevos mecanismos en estas industrias.
- México y Canadá no tienen grandes diferencias. para los dos países el TLCAN representa una forma relevante de integración económica, una forma de ganar competitividad frente al resto del mundo.
- Sin embargo, Estados Unidos buscará en una reducción de déficits bilaterales que puede poner en jaque a México y a Canadá, ya que los mecanismos para hacerlo podrían terminar por perjudicar a estos países.
- México buscará agilizar la integración de los mercados laborales de Norteamérica y la movilidad laboral, algo que entra en directo conflicto con las políticas migratorias de Trump. La negociación en este aspecto podría ser de las más difíciles.
¿A buscar otros aliados comerciales?
Desde que Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos y el temor sobre la posible salida del TLCAN de nuestro vecino del norte se empezó a hacer más palpable, mucho se ha dicho sobre la necesidad que tiene México de empezar a ver otras latitudes para comerciar. Esta posible salida al problema, sin embargo, tiene varias complicaciones.
De entrada, como explica Carlos Brown, otro de nuestros colaboradores en sopitas.com, “actualmente, México cuenta con 12 tratados de libre comercio firmados con 46 países, y se encuentra negociando otros con países como Turquía y Corea del Sur”; es decir, “no necesitamos enfocar nuestros esfuerzos en buscar nuevos socios, sino aprovechar los que ya tenemos y profundizar las relaciones económicas con los más estratégicos, como China, la Unión Europea y Japón“.
En ese mismo sentido, Samuel Segura (investigador del Institut de Hautes Études Internationales et du Développement de Ginebra, Suiza) explica que, en medio de los exabruptos de un político como Trump, “la decisión de mantener el diálogo abierto entre México y China provee un poco de certidumbre”, que quizá pueda servir como brazo político (o por lo menos un punto de apoyo) para las negociaciones, desde el lado mexicano.
Arrancan las negociaciones
Por lo pronto, las negociaciones comienzan. Y por algunos días se dará un seguimiento bastante pegado a lo que suceda en Washington en estos días, así como a la visita del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, a México en el marco de las renegociaciones del TLCAN. Pero si algo aseguran los economistas en estos momentos, entre ellos Diego Castañeda, “es poco creíble que sea rápida (casi nunca lo son y mucho menos cuando existen temas tan delicados sobre los que no existe acuerdo y con una de las partes en plena contradicción entre sus objetivos)”.