Series de televisión, corridos, literatura y crónicas periodísticas se han encargado de mostrarnos una parte del narcotrafico en México. Sin embargo, un poco alejados de los personajes que emergieron en la década de los 80 del siglo pasado, vale la pena conocer por qué México enfrenta una crisis de seguridad relacionada con el narco.
Basta con revisar documentos hemerográficos y digitales para saber que el narcotráfico en nuestro país data de finales del siglo XIX y principios del XX. Y de esta manera, podemos observar su evolución hasta convertirse en uno de los delitos que se desdobla y nutre a otros, como el lavado de dinero, la corrupción, homicidios, feminicidios o tráfico de personas.
Sinaloa
Sabemos que en las antiguas civilizaciones mesoamericanas, las comunidades consumían distintos tipos de plantas y hongos alucinógenos para llevar a cabo sus ritos.
Sin embargo, el consumo de estas plantas u hongos como un recurso espiritual o curativo devino en una compleja red de tráfico. De acuerdo con Luis Astorga, investigador del Instituto de Investigaciones sociales de la UNAM, el comercio del opio en México data de entre los años 1888 y 1911 vía Estados Unidos, Asia y Europa.
Una de las regiones donde inició el tránsito y consumo del opio fue Sinaloa —donde se consumía como una “mezcla de opio, alcohol, azafrán y esencias de canela y clavo”.
Le decían la “adormidera blanca”.
Cultivos de amapola y marihuana
Con el paso de las décadas, era común toparse con vinos acompañados de coca o cigarros de marihuana para atender malestares y problemas de salud —un catarro, asma y hasta el insomnio.
Ante las “Disposiciones sobre el cultivo y comercio de productos que degeneran la raza”, un tratado acordado por Estados Unidos contra la producción del opio y la marihuana, México respondió ante el llamado para controlar su distribución.
No obstante, entre las décadas de los 30 y 40, algunas autoridades de nuestro país se percataron de la incidencia del narcotráfico en la economía y comenzó a tejerse la red:
Tratos con organizaciones delictivas norteamericanas, la búsqueda de favores entre gobernadores o las diligencias para comenzar a diseñar el campo perfecto para el cultivo de la amapola y la marihuana —por ejemplo, en Nayarit, Sinaloa, Sonora y Baja California.
De pronto, México se constituyó como uno de los países con mayor cultivo de amapola y marihuana a disposición de Estados Unidos —a Culiacán hasta se le conoció como el Chicago “con gangsters de huarache” en la década de los 50.
El surgimiento de los cárteles
Una vez configurado el mapa para el cultivo, producción y flujo de la droga en México, mientras el Estado se jactaba de sus avances hacia “la modernidad”, se constituyó la presencia de dos cárteles: el de Guadalajara y el del Golfo, en la década de los 70, durante la gestión de José López Portillo en la Presidencia.
De acuerdo con NarcoData y la investigación “Siete presidentes, pocos resultados: 40 años de expansión del crimen organizado”, tras los violentos reacomodos del narco mexicano —con la incidencia de la operación del ejército— del Cártel de Guadalajara surgieron otros tres: el de Sinaloa, Juárez y Tijuana.
Y en hasta en el sexenio de EPN, se llegó a identificar la presencia de nueve cárteles en 25 estados de la república —cuando sólo eran 10 en los 70.
El Estado
¿Qué falló?, ¿por qué el narcotráfico creció de tal manera que hasta nuestros días incide en gran parte de la cotidianidad mexicana?
Especialistas consultados para la investigación de NarcoData —entre ellos el investigador Luis Astorga— apuntan a una falla en las instituciones del Estado.
Si bien con los operativos las fuerzas armadas se desmantelaban células de los cárteles y decomisaban paquetes de droga —que tenían como destino Estados Unidos— nunca se fortaleció la institución para que no sucumbiera a infiltraciones y corrupción.
Finalmente, tras la guerra contra el narcotráfico —establecida en la administración de Felipe Calderón— el panorama se volvió más complejo y las autoridades se encontraron con redes lo suficientemente fuertes para contrarrestar a la Marina y la Sedena.
En México ya existe una iniciativa de ley, presentada por la senadora con licencia y actual secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, para la regulación del uso del consumo personal de marihuana, uso médico y científico.https://t.co/YERpQhalla
— Noticieros Televisa (@NTelevisa_com) 5 de enero de 2019
Tras los fallidos intentos por contener la producción y el tráfico de droga; el Estado ha mirado hacia la regulación de su consumo —recreativo— de la marihuana para desmantelar las redes de tráfico y apostar por una cultura de la legalización.
Es decir, que los consumidores y consumidoras en México puedan adquirir la marihuana sin la mediación del narcotráfico.
Por lo pronto esa es la apuesta, mientras el mapa de nuestro país se sigue configurando desde sus bases —en el campo, con gente pobre que se dedica al cultivo de la marihuana o la amapola, desde Guerrero hasta Sinaloa—, la violencia y la necesidad de enfrentar la demanda en Estados Unidos.
**Foto de portada: Cuartoscuro.