El helicóptero de la Procuraduría General de Justicia de Estado que se desplomó el pasado martes 6 de septiembre en La Huacana, Michoacán, no fue derribado por impactos de arma de fuego —de acuerdo con un peritaje realizado por un ingeniero en aeronáutica de la Procuraduría General de la República— sino que se trató de aun accidente aéreo.
Según concluye el estudio, la caída de la aeronave marca Airbus perteneciente al Gobierno de Michoacán se debió a que al momento de advertir una presunta agresión, el capitán del vehículo realizó una maniobra de regresión para alejarse del peligro; debido a la altura y velocidad que llevaba la aeronave en ese momento, el tren de aterrizaje hizo contacto con el terreno.
El impacto causó la rotura de los tanques de combustible, los cuales —al entrar en contacto con alguna parte caliente del motor o alguna chispa del sistema eléctrico de la aeronave— originaron un incendio. El peritaje firmado por el profesionista Raúl Sánchez Hernández indica que la causa del deceso de los tripulantes coincide con el impacto del helicóptero contra el terreno y por el fuego.
En la necropsia no se encontraron elementos balísticos que indiquen algún daño a las personas que viajaban en el helicóptero, desestimando así impactos de bala tanto contra el vehículo oficial del gobierno michoacano como de sus ocupantes, de acuerdo con SinEmbargo.
Las primeras versiones del incidente atribuían el derribamiento del helicóptero de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Michoacán a un ataque perpetrado por el grupo del crimen organizado Los Caballeros Templarios, quienes presuntamente habrían tumbado el vehículo después de haberle disparado con un fusil Barrett calibre 50.
El gobernador de la entidad, Silvano Aureoles, confirmó unas horas después del desplome la muerte de cuatro personas que tripulaban la aeronave —el piloto y tres policías— a la vez que se reportaba la presencia de un oficial herido, quien un día después también murió.
Los reportes periodísticos indican que la agresión se debió a la ejecución del hermano de un jefe de plaza de Los Caballeros Templarios —identificado como ‘El Papas’— quien supuestamente sería pariente de Ignacio Rentería ‘El Cenizo’, uno de los principales líderes del grupo delictivo.