Por Olympia Ramírez Olivárez

Nacido en Alejandría, Egipto, desde muy joven André Aciman ha estado expuesto al constante cambio de lugares; ha vivido en Francia, Italia y Nueva York. Esto, consecuentemente, ha influido en su obra literaria. Tras el éxito en la pantalla grande de Llámame por tu nombre, su carrera como novelista se expandió hacia todo tipo de mercados y sus novelas son consumidas con voracidad. Actualmente es uno de los escritores más reconocidos internacionalmente. Asimismo, cuenta con varias obras de ensayos, la mayoría de éstos sobre Marcel Proust.

André Aciman participó en el Hay Festival Querétaro 2018, donde tuvimos la oportunidad de platicar con él acerca de las reflexiones de sus personajes, el sentimiento de pertenecer a una nación, la educación necesaria para ser escritor, entre otras cosas.

Foto: Dia Dipasupil/Getty Images

 

Excluyendo Harvard Square, la cual es enteramente autobiográfica, ¿qué tanto de tus experiencias de vida retratas en tu novelas?

Para cada uno de mis libros, incluso los de ensayo, siempre estoy robando cosas de mi vida. Pero yo no robo conforme va sucediendo, alterno constantemente. Robo de mi vida y después cambio todo, pero siempre se trata sobre mi vida. Siempre tengo el miedo de que mis experiencias se agoten y que, por lo tanto, ya no tenga historias sobre las cuales escribir. Espero eso no suceda.

 

¿La fama después del estreno de la película Llámame por tu nombre cambió la recepción de tus otras novelas?

Sí, sí. No es desafortunado, es algo bueno. Cambió en dos sentidos. La primera fueron los derechos de autor. Muchos países querían no sólo Llámame por tu nombre, sino que, al ver que el libro se vendió muy bien, también comenzaron a querer mis otros libros. Es algo muy obvio. Por otro lado, también penetró mi obra en otros mercados que antes no se habían abierto para mí. El mercado gay, por ejemplo, recibió muy bien Llámame por tu nombre. Antes sólo se vendía en un rango de edad muy específico: a partir de finales de los 20 pasando por los 30, 40, 50 e incluso 60 años. Ése era mi público. Ahora, como probablemente puedes darte cuenta, demasiados adolescentes y jóvenes en sus veintes están respondiendo con gran interés al libro, sobre todo en el tipo de historia que relata sin importar si son gays, heterosexuales, transexuales, no importa. Todo esto, te digo, es en una buena manera gracias a que la película se realizó. Una película tiene un poder de comunicación, y publicidad, que el libro no tiene. El libro es suertudo porque se transmite de boca en boca, que también es una manera poderosa, pero la recomendación de boca en boca no puede hacer lo que una película hace. La nominación al Oscar inmediatamente legitima incluso las peores novelas, las convierte en un éxito.

 

Algo que me llamó la atención fue la presencia del verano en varias de tus obras. Por ejemplo,  Harvard Square y Llámame por tu nombre son historias que se llevan a cabo en las vacaciones de verano. ¿Por qué el verano es esencial para que los personajes de las obras lleven a cabo un proceso de introspección? Está Elio, que descubre está parte sexual de sí mismo… y también tú, o bueno, el narrador de Harvard Square, que trata de encontrar qué quiere de los Estados Unidos. ¿Hay alguna conexión entre este tipo de reflexión y la época en la que se lleva a cabo? ¿Acaso es el ocio el responsable de esto?

Bueno, es irónico porque en invierno uno tiene frío y no está solo, no es primavera. Te voy a dar un ejemplo. Puede que las festividades [de invierno] signifiquen algo porque en otro libro que escribí, Ocho noches blancas, la historia se desarrolla entre Navidad y Año Nuevo, un periodo del año en el que nadie trabaja, todos están de vacaciones o las horas de trabajo se reducen. Puede que me guste capturar a las personas cuando están relajadas, opuesto a cuando están distraídas, haciendo cosas. En el verano, cuando la escuela terminó y todos están de vacaciones, la gente está libre y consigo misma. La primer historia en Enigma Variations ocurre en una isla en verano. Tal vez el verano tiene algo, pero creo las vacaciones tienen algo también. Tal vez los climas cálidos son un gran componente. No sé, me gusta mucho el verano.

 

¿Lo llegas a relacionar [el clima cálido] con Egipto, el lugar donde naciste?

Sí, podría ser. He sido muy nostálgico respecto a Egipto. Puede ser, a pesar de que realmente nunca me agradó Egipto (ríe). Uno puede sentir nostalgia por cosas que nunca te gustaron. Ésa es una de las cosas de las que escribo; puedes estar nostálgico por alguien que nunca amaste, eso puede suceder. Sí, ciertamente creo que Egipto y el verano, el clima cálido, tienen algo que ver. Te diré algo, la posibilidad de tener la playa tan cerca que una tarde, cuando no quieres hacer la tarea, tomes tus cosas y vayas a nadar es muy liberadora. Si puedo reproducir eso en papel, lo aprovecharía sin dudarlo y al momento.

 

Otro elemento presente en tus novelas es el constante cambio de los personajes de país en país. ¿Qué piensas respecto al sentimiento de pertenecer a una nación?

Para mí, ese constante cambio siempre fue parte fundamental de mi vida. Nunca ha habido un hogar permanente para mí. Ésa es mi experiencia de vida: siempre moverse. Nadie que sea mi amigo no ha experimentado lo mismo. Si sólo te aferras a un lugar, un hogar, una religión, probablemente sea muy difícil que seamos amigos. Necesito que la gente esté desplazándose, que sea descoordinada de cualquier momento estable en sus vidas. Todos mis amigos son así.

 

Dicho eso, ¿se puede decir que no crees en la posibilidad de llamar a una nación como tuya?

Puedo decirlo con palabras y con mi boca. Pero no me lo creería. Siempre me río de las personas que dicen saber dónde pertenecen, que han recorrido el mundo entero y que saben a qué lugar corresponden. Les pregunto en dónde quisieran ser enterrados y responden que no saben. Entonces eso significa que tampoco saben en dónde está su hogar. Muchas personas dicen que quieren ser enterradas donde están sus padres porque ésa es una forma de estabilidad. Mis padres no quisieron ser enterrados en los Estados Unidos porque no era su hogar, están enterrados en un lugar completamente distinto. Yo no quiero ser enterrado cerca de ellos porque ésa no es mi tierra. Yo no sé dónde pertenezco.

 

Las relaciones de padre e hijo se muestran muy cercanas en tus obras. ¿Cómo era la relación con tu padre?

Sí, mi padre y yo éramos muy cercanos; sin embargo, al mismo tiempo él fue un hombre difícil,  franco y abierto, especialmente con la sexualidad. Esto último fue muy importante para mí porque aprendí más de él que de cualquier otra persona con la hablara de eso. Espero haber hecho lo mismo con mis hijos. Yo les dije que las cosas que no son obvias sexualmente, aquellas de las cuales la gente nunca habla porque es muy fugitivo. Deberíamos conocerlas porque nos muestran si una persona es la correcta para ti o no.

 

Hiciste un doctorado en literatura comparativa en Harvard, ¿crees que es necesaria una educación formal en literatura para poder crearla?

No, no creo que sea necesaria. Hay dos cosas que considero indispensables para ser escritor: leer a los mejores escritores, no sólo a aquellos ordinarios, se necesita leer a lo mejor de lo mejor y poder entenderlos; lo otro es estudiar a esos escritores y, a veces, estudiar en un aula ayuda pero depende. Casi toda mi educación fue autodidacta, no necesité sentarme en un salón de clases para aprender, pero ocasionalmente necesitaba ayuda de alguien para que me mostrara el lado profundo de los textos. Por ejemplo, todo el mundo piensa que escribe bien y en realidad no. Porque una de las cosas que necesitas saber sobre el lenguaje es estudiar estilo y el estilo es algo complejo que puedes aprender con un profesor y, de ser así, serías muy suertudo; otras veces necesitas estudiarlo por tu cuenta. Así que a veces estudiar y obtener un doctorado ayuda aunque en la mayoría de los casos es irrelevante.

 

¿Cómo alguien que no posee los recursos para obtener ayuda puede enseñarse a sí mismo a escribir?

Hay, de hecho, dos cosas que podría hacer. Son cosas que he hecho y que fueron de gran ayuda. Son casi lo mismo. La primera, sentarse a escribir e imitar a otro autor. Sólo escribir un párrafo e imitarlo. La otra sería copiar un párrafo y escribirlo otra vez y otra vez y otra vez. Yo lo he hecho veinticinco veces. Escribir el mismo párrafo muchas veces hasta darse cuenta qué es lo que está pasando. Muchas personas no tienen la disciplina para hacer eso. No se necesita un salón de clases, se necesita disciplina para sentarse e imitar el lenguaje de alguien más o escribir el mismo párrafo en diferentes estilos. Finalmente te darás cuenta qué es lo que mejor funciona. Sólo es un párrafo, nada más. Yo he hecho eso muchísimas veces y me ha enseñado más cosas de las que he aprendido en un aula. Yo no necesité estar en un salón, pero necesité aprender cómo hacer las cosas bien y sigo aprendiendo, aún sigo aprendiendo, no sé todas las respuestas. Ya sabes lo que Miguel Ángel dijo: es 1% de inspiración y 99% de transpiración, trabajo y disciplina para hacer las cosas. Yo creo que eso que dijo es verdad. Escribir no sólo es decir lo que te salga naturalmente, sino decir lo que en realidad debe decirse. Es disciplina. Deberías ver mis borradores, escribo y reescribo hasta que siento que ya está bien escrito.

Esta entrevista fue editada para privilegiar la fluidez de las ideas de André Aciman.

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