No sabemos qué enoja más: si el robo de datos de 57 millones de usuarios y conductores, el silencio por parte Uber a lo largo de un año o la alta posibilidad de que algunos mexicanos se hayan visto afectados por este hackeo.
El golpe cibernético a la empresa privada de transportes se dio a conocer el martes 21, cuando la compañía reconoció que había ocultado el robo de datos que ocurrió en el 2016 y en el que se llevaron información como nombres, direcciones de correo electrónico y números de teléfono, así como 600.000 licencias de conducir de Estados Unidos.
Para el jueves 23, el número de quejas de clientes de Banco Azteca y Banorte por cargos no reconocidos procedentes de Uber ante la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de Servicios Financieros (Condusef), había aumentado considerablemente según información de Forbes.
Los usuarios denunciaron el robo de los datos bancarios y cargos de hasta 80 pesos, realizados durante el 2016 y 2017. La Condusef se encuentra investigando si más usuarios y conductores mexicanos pudieron ser afectados.