Una vez al mes, los astronautas de la Estación Espacial Internacional, pueden deleitarse con comida gourmet gracias a la iniciativa “Comidas Espaciales Especiales de Eventos”, del cocinero Alain Ducasse, con lo que se busca animar la nutritiva dieta espacial de comida liofilizada de los astronautas.

Entre los platillos que los astronautas pueden degustar están: codorniz asada, pollo de campo de las Landas, langosta de Bretaña, cazuela de mollejas de Borgoña, pez espada estilo Riviera o magret de pato en salsa de alcaparras. El postre puede ser un pastel de crema de limón, pastel de chocolate, o “millefeuille” (milhojas de hojaldre) con frutas y relleno de crema.

Claro que como con casi todo lo relacionado con el espacio, la preparación de alimentos para ser consumidos en gravedad cero conlleva una serie de desafíos.

“La regla número uno es sin bacterias”, es decir que la comida deba ser manejada en un ambiente ultra-limpio. Otro aspecto a tener en cuenta es la textura. Los ingredientes que dan una sensación agradable en la boca en la Tierra pueden ser letales en el espacio.

“Los alimentos no pueden ser tan secos que se deshagan en migas que los astronautas puedan inhalar  tampoco pueden ser demasiado líquidos. Si la comida es demasiado líquida, se sufre el ‘Síndrome del capitán Haddock’”.

En un capítulo de los libros de Tintín, el whisky que el capitán Haddock toma en pleno viaje a la Luna se convierte en una bola que vuela, este hecho en la realidad puede ser peligroso porque las bolas de líquido pueden provocar cortocircuitos en contacto con el equipo electrónico.

Además, el menú espacial debe ser fácil de comer: las preparaciones deben caber en latas de aluminio ultra-ligeras que puedan ser recalentadas en una placa de inducción.

Y los astronautas deben ser capaces de consumir el contenido con una sola mano, utilizando sólo una cuchara. Ningún platillo debe tener trozos demasiado grandes que haya que cortar o demasiado pequeños.

El Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia (CNES) ya ordenó para el año que viene unas 2,000 comidas individuales a partir de 25 recetas. Todas fueron certificadas por la NASA para ser consumidas a bordo de la ISS.

La participación francesa en la culinaria espacial se remonta a 1993, cuando el astronauta francés Jean-Pierre Haigneré regresó de una misión a bordo de la estación espacial rusa Mir, para este astronauta,la comida era una pesadilla cósmica: un día tras otro pan negro, arenques fríos y un queso que parecía de plástico.

Richard Filippi, un profesor en una escuela de gastronomía en Souillac se enteró y se puso en contacto con el CNES ofreciendo su ayuda. Las comidas con toque francés tuvieron un éxito inmediato. En 1997, cuando Francia se vio obligada a cancelar una misión tripulada a la Mir, el cosmonauta ruso rogó al CNES que siguiera enviando la comida.

“Entonces descubrimos que era importante, no sólo en términos operativos sino también psicológicos, que los astronautas se reunieran para realizar una buena comida en ocasiones especiales”, dijo a la AFP Suchet.

Una idea es tener comidas gourmet que en “días especiales” salgan de compartimentos secretos para que la tripulación tenga una sabrosa sorpresa que les levante el ánimo.

Vía: Reforma

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