Termina la semana y se despide con una noticia prometedora: este viernes, el gobierno de Guerrero confirmó que a partir del lunes 31 de agosto, su estado entrará oficialmente al semáforo amarillo de COVID-19. La razón: se reporta que el índice de hospitalizaciones ha bajado notoriamente en los últimos días.
Eso sí, tampoco es echar las campanas al vuelo y salir a abarrotar Acapulco, pues la situación sigue siendo delicada.
“Pasar a color amarillo significa que podemos ampliar la capacidad para que los hoteles reciban más huéspedes, vamos a tener la posibilidad de atender más turismo y restaurantes”, declaró el gobernador Héctor Astudillo en una conferencia de prensa.
En el mismo mensaje, donde festejó que la reactivación económica pueda tener una sacudida positiva, también alertó a las personas para no pasarnos de tueste.
“No bajar la guardia”, dijo.
Por si andaban sacando cuentas: Guerrero es el segundo estado que pasa a amarillo, el primero fue Campeche el pasado 14 de agosto.
¿Qué implica el semáforo amarillo en Guerrero?
Como lo mencionaba el gobernador de Guerrero, el impacto principal de este cambio a semáforo amarillo estará en el turismo.
Actualmente, los hoteles y restaurantes en Acapulco o Zihuatanejo están operando solo al 40% de capacidad, por lo que este avance les permitirá normalizar —en medida de lo posible— sus servicios tradicionales.
Los casos de COVID-19 en Guerrero han tenido progresiones positivas.
Hasta el momento se reportan 14 mil 567 casos confirmados y mil 662 defunciones. La ocupación hospitalaria se encuentra en un 27% (el lugar número 25 a nivel nacional) y el incremento de casos confirmados diarios es menor al 1%. “En cuanto a la tasa de incidencia de casos activos estimados, estamos con 23.4 por 100 mil habitantes, por abajo de la media nacional de 32.7″, señaló el secretario de Salud en el estado en declaraciones retomadas de Infobae.
Aunque no queremos adelantarnos… pareciera que noticias como esta empezarán a ser más recurrentes en las próximas semanas.