Las familias de Rosetauri y Mani los casaron cuando eran aún unos niños. Tienen los ojos claros y la piel blanca, muy blanca, tan blanca que no pueden estar más de dos horas bajo el sol por temor a sufrir quemaduras severas en la piel. En las calles de la India, les llaman “angrez”, un término más o menos despectivo para referirse a los extranjeros ingleses.
Rosetauri y Mani tienen ocho hijos: Shankar, Ramkishan, Vijay, Deepa, Pooja, Renu, Dharamraj y Rosheh. Los diez viven en una casa de tres metros cuadrados en Nueva Delhi. Son pobres, sí, pero “alegres”, según sus vecinos, “extraños pero risueños”. El libro de los Records Guiness los nombrará en los próximos días la familia de albinos más numerosa del mundo.
“Un regalo de dios”, dice Rosetauri sobre su condición: una enfermedad genética que impide la producción de melanina en el cuerpo, la enzima que tiñe la piel, los ojos y el cabello y que proteje a la piel de los rayos ultravioleta.
Uno de cada dos albinos morirá de cancer de piel antes de cumplir los cincuenta años.