El 29 de diciembre de 2014, Denise Dresser publicó una columna en la que criticaba el mensaje navideño del presidente Enrique Peña Nieto, quien llamó a la paz y a la construcción. En su texto, Dresser pone en cuestión qué clase de paz es a la que aspira el presidente: ¿aquella que se consigue con el pacto entre gobierno y crimen, con el pago a los cárteles y con favores silenciosos y corruptos entre la clase política; o bien, aquella otra que se logra con un cambio institucional real?
En tal columna, titulada “¿Paz mafiosa o real?”, Denise ofrece, hacia el final, una serie de ejemplos de hechos que han puesto en entredicho la claridad y transparencia en procesos que, por otro lado, bien podrían ser calificados de “pacíficos y constructivos”:
“¿La licitación del tren México- Querétaro fue ganada por el Grupo Higa gracias a la influencia de intereses familiares por la compra de la Casa Blanca? ¿La privatización de lo que hoy es Televisión Azteca fue ganada por Ricardo Salinas Pliego debido a la intervención de Raúl Salinas en su favor?”, cuestiona.
Tras la publicación, Grupo Salinas, al que pertenece TV Azteca junto a Iusacell, Elektra entre otras, emitió una respuesta en la que se lee:
“Es claro que el señor Salinas obtuvo el triunfo de la licitación debido a que presentó la mejor oferta”
“[Sorprende que] con la agudeza de la señora Dresser nunca haya sugerido investigación o duda sobre el proceso que vivió la familia Junco cuando el señor Alejandro Junco de la Vega despojó a su propio padre de las acciones de El Norte, que dan origen a Grupo Reforma”.
Pese a que el texto de Dresser no habla sobre el caso de la licitación de TV Azteca, ganada en 1993, sino sobre la falta de transparencia en los procesos institucionales en México, no ha dejado de llamar la atención la respuesta de TV Azteca, quizá exagerada y sobre todo desentendida.
Sorprende también que los miembros de Grupo Salinas atacaran al periódico Reforma y no sólo corrigieran la opinión de Dresser: parecen asumir que la opinión de un periodista en particular representa el pensar general del medio en el que trabaja. Parecen no concebir la posibilidad de que un medio se preste a la pluralidad antes que a dictar línea editorial a cada uno de sus colaboradores.
No satisfechos con lo anterior, en el comunicado, firmado por Jaime Ramos Rivera, Director General de Comunicación Corporativa de Grupo Salinas, también puede leerse:
“Y ya que estamos en el hábito de las preguntas ¿Por qué la señora Dresser nunca indagó este tema? ¿Será que teme que esta información sobre su jefe pudiera dar pie a que se haga público el proceso mental que sufrió hace tiempo, y que fue ampliamente detallado en redes sociales, que la llevaron a internarse en un hospital de los Ángeles por intento de suicidio?
¿Será que la señora Dresser desea ocultar que muchas de sus inquisidoras preguntas y reflexiones provienen más de un estado emocional alterado que de periodismo serio?”
Curiosa reacción ésta que pretende más allá de la verdad o la falsedad de lo que ahí se dice, reducir la credibilidad de un argumento por el supuesto carácter de quien lo emite. Si bien, lo observado por Dresser es más una pregunta abierta que una afirmación, pregunta que emite sólo para ilustrar la falta de transparencia en algunos de los procesos de los que le país ha sido testigo, la respuesta de Grupo Salinas resulta no sólo desatinada, sino también inválida y falaz, toda vez que busca desacreditar con observaciones que definitivamente no se centran en el texto que desean contravenir, sino en una historia que, de algún modo, debería ilustrar algo en torno a la verdad de lo sugerido por Dresser.