Una de las noticias más comentadas del día de ayer fue la remoción del catálogo musical de Julión Álvarez en Spotify después de ser incluido en la lista de sancionado de la Oficina de Control de Bienes de Extranjeros (OFAC). A esta situación se le sumó la desaparición de su página de internet, su salida del programa televisivo “La Voz Kids” y la ocultación de sus videos oficiales en el canal de Youtube. La reacción generalizada del lector, en este y otros medios, fue la de celebrar la eliminación o suspensión de estos contenidos en la red. Estos son apenas algunos de los comentarios que generó la nota sobre el cantante grupero: “Bendito Departamento del Tesoro. Es un gran día para estar vivo”, “¡Bravo, bravo! Y de una vez todo el reguetón”, “Cárcel para este tipo que hace negocios para seguir fomentando la existencia de los NARCOS”, “¿Y si delatamos a todos los intérpretes de este tipo de música y PUM se acaba el género?” y “Esperemos que sea el inicio del fin de todos los narco-grupos de banda”.
La música ranchera, grupera o regional mexicana es una de las expresiones más populares y representativas del país. De eso no hay duda alguna. Por lo mismo, tiene seguidores y detractores casi casi en la misma medida. El género ha sido relacionado con los grandes capos del crimen organizado gracias a la proliferación de narcocorridos, a los violentos asesinatos perpetrados contra intérpretes de este tipo de música, debido a la cercanía y amistad de algunas agrupaciones o solistas con miembros del narco y hasta un contexto geográfico. “Creo que la mayoría de los gruperos tienen una relación cercana con el crimen“, declaró el periodista Edmundo Pérez, autor de Que me entierren con narcocorridos, en 2012. Aunque, eso sí, según el experto, una cosa es que los músicos tengan una contacto con narcos y otra, muy distinta, es que trabajen para ellos.
La relación entre narcos y gruperos se remonta hasta la década de los setenta, cuando las bandas de música regional surgieron al norte del país, justo en aquellas zonas de donde son originarios muchos líderes criminales. El periodista Pablo César Carrillo elucubró una hipótesis sobre el vínculo entre estos dos mundos. En 2014, el reportero publicó que esa bien sabida relación entre músicos y el crimen organizado es cada vez más clara y hasta desfachatada; los cantantes y grupos de banda son apoyados por los capos y que su éxito meteórico y repentino se explica a raíz de ese espaldarazo. El móvil de esta unión se explica a través del lavado de dinero. La cosa está así: los cárteles construyen e inflan artistas, los tocan hasta la saciedad en la radio y organizan bailes multitudinarios. Toda la semana tocan en plazas distintas ante llenos inverosímiles.
Según el periodista, la magia está aquí: en lugar de reportar la cifra real de asistentes al evento, los datos se maquillan y se manipulan. En lugar de informarle a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público un ingreso por la asistencia de 10 mil fanáticos, por ejemplo, se les comunica que al evento llegaron el doble de fans. Esta es sólo una de las miles de explicaciones que podrían ayudar a comprender el fenómeno. “Cuando son más famosos es cuando el capo los empieza a invitar a fiestas y el grupero no se puede echar para atrás porque es una forma de gratitud, por las buenas. Por las malas, saben que tienen que ir”, aseguró Edmundo Pérez, periodista especializado en la farándula, en una entrevista con El Universal. En contraparte, el antropólogo Juan Carlos Ramírez-Pimienta, autor del libro Cantar a los narcos: voces y versos del narcocorrido, afirmó a SinEmbargo que, aunque existe la relación entre gruperos y narcos, esta es difícil de comprobar y documentar.
El investigador de la San Diego State University indicó que hay, al menos, tres interpretaciones del acercamiento entre cantantes y capos:
1.- El narcotraficante puede pedirle a una agrupación o autor que le componga un corrido a su medida.
2.-Puede que el narco ni siquiera conozca al cantante, pero este le dedique una canción con el objetivo de granjearlo y buscar su simpatía.
3.- También existe la posibilidad de que el artista componga una canción para aparentar que tiene contacto con la maña.
Oswaldo Islas, uno de los cantantes de la popular Banda MS, habló sobre este tema en una entrevista con el programa Suelta la sopa, de la cadena Telemundo. Cuando le cuestionaron si la agrupación había sido contratada por narcos, el vocalista contesto que seguramente sí. “Venimos de Mazatlán, Sinaloa, donde un tiempo estuvo muy duro allá ( el narcotráfico). Muy grueso ese asunto. Y tuvimos clientes que, por qué no decirlo así, eran gente a la que, para empezar, no podía decirle que no, es imposible negarte“, sentenció Islas. El cantante habló con una apertura inusitada sobre la relación narco-música grupera y las amenazas que reciben por parte del crimen. En una parte del diálogo, el integrante de la banda que toca “El Mechón”, respondió a quienes critican que los músicos de banda se presenten en fiestas y eventos de narcotraficantes:
Yo quisiera que a cualquier persona que piense así le dijeran, con una pistola en la cabeza: ‘¿vas a venir a trabajarme acá?’ o ‘¿vas a venirme a vender el producto de lo que vendes?’ Yo quisiera que ellos me dijeran ‘no, no voy’
Hace poco más de un año, Alan Ramírez, otro de los vocalistas de la Banda MS, resultó herido tras recibir un impacto de arma de fuego. El cantante resultó lesionado en Polanco, después de finalizar un concierto en el Auditorio Nacional. Ramírez iba a bordo de su camioneta cuando una bala le entró por el cuello. “Escuché algo que sonó muy fuerte, mis compañeros empezaron a gritar y preguntar qué pasaba. Todos se agacharon. Yo sentí que me empezó a arder la garganta y, al poner la mano sobre el cuello, vi cómo empezó a salir sangre. Me dolió la lengua y se me empezó a entumir”, relató el intérprete semanas después del percance. La versión oficial indica que el cantante fue alcanzado por una bala perdida y que la agresión en su contra fue un accidente. Oswaldo Islas ofreció, en junio de este año, algunas palabras sobre el caso.
“He platicado con Alan. Cuando no le debes nada a nadie y sabes que fue un accidente, cuando sabes que fue una bala perdida, se te quita un peso de encima, porque no sabías si alguien más quería atentar contra la banda, no sabíamos si era algo personal contra él“, dijo Islas. “Somos una banda que hemos crecido sanamente en todos los sentidos y eso te hace seguir actuando igual porque no tiene que cuidarte de nadie”, finalizó.