Por lo menos 25 personas murieron y otras 29 fueron heridas tras cinco atentados con coches bomba en Irak, todo esto después de una intensificación de las tensiones entre sunitas y chiitas.

Cuatro de la explosiones se concentraron en el corazón chiita en el sur de Irak.  Nadie se atribuyó los ataques ni se supo si estos estaban relacionados entre sí.

Los ataques han levantado el temor entre las autoridades iraquíes y la comunidad internacional ya que podrían significar un nuevo repunte de las tensiones entre las comunidades chiitas y las sunitas que termine por desencadenar una nueva guerra sectaria como la que han tenido la última década.

Desde que fue derrocado el régimen de Saddam Hussein, los  sunitas han sido relegados ya que la mayoría de los habitantes en Irak son chiitas (ambas son sectas del Islam).

Por su parte, Irak suspendió el domingo las licencias de diez cadenas de televisión vía satélite (incluida entre ellas AL Jazeera), ya que se considera que incitan a la violencia y al «confesionalismo» (el problema es que la mayoría de ellas son canales locales de zonas sunitas, la misma comunidad que se siente atropellada por la política iraquí).

Desde el martes de la semana pasada se ha registrado una ola de violencia que hace temer que se esté gestando un nuevo conflicto entre ambas sectas religiosas (conflicto que se creó después de la intervención de Estado Unidos para derrocar a Saddam Husein por motivo de su posesión de armas de destrucción masiva –mismas que nunca se encontraron–).

Así, en vez de incitar a la reconciliación entre ambas sectas (la minoría sunita sufre de una marginación política), el primer ministro, Nuri al Maliki, ha optado por cerrar las diez cadenas de televisión.

Según el País, los analistas de ICG admiten que «la guerra en Siria también influye».  Ya que según se intensifica este conflicto, los suníes de Irak experimentan una creciente solidaridad con sus hermanos de fe y comienzan con sentimientos de hostilidad en contra de lo que ellos piensan que es el eje chiita integrado por Hezbolá (la organización de resistencia libanesa, protagonista del conflicto con Israel y de la Revolución Islámica en Irán), Damasco, Bagdad y Teherán.

Así, es imperativo que el primer ministro de Irak actúe con premura y haga lo necesario para integrar a los suníes en la política iraquí, ya que corre el peligro de la radicalización del conflicto y su unión con la opsición al régimen Sirio (cuyos opositores, no obstante, han anunciado oficialmente que el conflicto en Siria no es sectario).

***Vía CNN, La Jornada, el País

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