Luego del desalojo del plantón que integrantes de la comunidad triqui de Tierra Blanca, Oaxaca, sostenía enfrente del Palacio de Bellas Artes… y su posterior “reacomodo” en un albergue (denunciado como “secuestro”), esto es lo que dicen las autoridades de la CDMX.
Para empezar, la Secretaría del Gobierno de la CDMX asegura que lo único que se pretendía era nomás “proteger las condiciones de vida de los niños y niñas” que formaron parte del plantón que duró cerca de 450 días en Avenida Juárez y Eje Central… ahí, enfrente de Bellas Artes.
Y bueno, efectivamente, tras el desalojo hubo una reubicación del grupo triqui: fue en un “albergue con todas las condiciones de protección social” y, pese a eso, éste fue abandonado y vandalizado, asegura el comunicado atribuido a Rodrigo Ávila, funcionario de la Secretaría de Gobierno de la CDMX.
Entonces, ya que no les gustó la reubicación (el cual, según el secretario de Gobierno capitalino, Martí Batres, había sido consensuado) pues parece que la situación será ya más dura (¿más?) con los integrantes del grupo de la comunidad triqui.
“La Ciudad de México ha sido solidaria y generosa con los indígenas triquis procedentes de Tierra Blanca, Oaxaca, respeta sus derechos políticos”, asegura el gobierno capitalino… peeeeeeeero: “también está obligada por las leyes a poner por encima de todo el interés superior de la infancia (…) [y de] proteger los derechos de los habitantes de la Ciudad de México”…
Por lo anterior, en resumidas cuentas y siguiendo protocolos, ya no se les dará chance a los de la comunidad triqui de volver a instalar plantón alguno en la CDMX: ni en avenida Juárez (que es donde estaban), ni en ninguna otra avenida.
Olvidándose “un poquito” que la demanda de los triquis es ayuda por haber sido desplazados de sus territorios, en Oaxaca, por la violencia paramilitar, el gobierno de la CDMX recomienda regresar a sus tierras: “la comunidad triqui debe dirigir sus exigencias al gobierno de esa entidad”.
Horas antes del comunicado citado en esta nota, Martí Batres informó que el desalojo del campamento triqui se debió a quejas de vecinos y dueños de comercios, las cuales ya hasta habían llegado a la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM). La principal queja era, según Batres, que los niños del campamento no iban a la escuela… además que estaban con pocos cuidados y llegaron a extraviarse.