Colonias como Santa María La Ribera, Centro Histórico, Juárez o Roma han tenido un cambio radical en los últimos años. Los precios de las rentas han variado marcadamente y los giros de los locales también se han transformado. La gente que habitaba en esas zonas endenantes se ha visto obligada a buscar nuevos rumbos. Estos efectos son consecuencia de un fenómeno conocido como gentrificación. Este comportamiento se extiende rápidamente por otras áreas de la Ciudad de México. La gentrificación, aburguesamiento o blanqueamiento—como también se le conoce— es un fenómeno complejo y simple a la vez.
La cosa está así: (1) una persona compra o renta en una zona popular o de nivel económico bajo. Elige estos barrios porque son baratos, están bien ubicados y conectan con otras partes de la ciudad, además de que tienen “ese encanto”. (2) La colonia está tan chida que, de repente, se corre la voz. Las bondades del barrio ahora son por todos conocidas. Empiezan a llegar más inquilinos a la zona. Llega nueva gente y hay nuevas necesidades: (3) abren nuevos negocios para satisfacer a la nueva clientela. Las tortillerías, pollerías, tlapalerías y recauderías tradicionales desaparecen y, en su lugar, brotan mercados orgánicos, restaurantes de corte étnico, cafés o barberías. A lo mejor por ahí aparece un espacio cultural alternativo. Se van las casas y llegan los condominios.(4) El “embellecimiento” y “mejoramiento” de la colonia se traduce en un alza de precios y de servicios en la colonia. (5) Los pobladores originales del barrio se ven amenazados ante el nuevo costo de su vida. Los que logran pagar, se quedan. Los otros tienen que buscar una nueva colonia.
De acuerdo con la geógrafa Paulina López Gutiérrez, la gentrificación implica que las clases sociales de ingresos más altos se apropien de zonas que anteriormente estaban pobladas por clases sociales de menores ingresos. Estas prácticas generan una ganancia en términos de capital económico, indica López Gutiérrez. Es decir, compran inmuebles a precios bajísimos y, después de remodelarlos y darles su manita de gato, esos predios pueden llegar a cotizarse en dólares o euros: a precios astronómicos. Este fenómeno es muy complejo y no acepta ser definido en blancos y negros. Algunos argumentan que la gentrificación trae consigo varias ventajas: embellece los barrios, se vuelven seguros, ofertan cultura, cuentan con espacios públicos limpios y hasta puede traer consigo mejor transporte.
Según el portal propiedades.com, las rentas han aumentado en los últimos tres años: 30% en la Roma; 27%, Doctores; y hasta 140%, Centro.
Los efectos de la gentrificación se sienten en la colonia Juárez. Despojo de inmuebles, edificios demolidos en pos del negocio y la ganancia. Amenazas contra los pobladores de ese barrio. Los juaricas, como se hacen llamar los vecinos de la zona, han conformado colectivos para pelear por sus derechos. La lucha de los habitantes, entre broma y no, ha dado a luz a una nueva santidad en el rumbo: Santa Mari La Juarica, la patrona de la anti-gentrificación. A esta figura acuden los vecinos que buscan evitar los desalojos, la especulación por parte de las inmobiliarias y el cambio de la identidad de su colonia. De la Juárez y de Santa María La Ribera. La popular imagen de Santa Mari La Juarica nació en la Feria Internaciones de Arte Contemporáneo Zona Maco y se convirtió en un símbolo de defensa ante los efectos de la gentrificación.
La iniciativa fue desarrollada por Sandra Valenzuela, una de las iniciadoras de la cofradía, y Jorge Baca, vecino de cuarta generación de Santa María la Ribera. De acuerdo con El País, los creyentes de Santa Mari comparten dos rasgos fundamentales: “se resisten a ser desplazados y viven en la delegación Cuauhtémoc“.
Allá por la Col. Juárez le rezan a “Santa Mari La Juaricua”: Líbrame de los #Lords y #Ladies… protege al buen vecino, al buen ciudadano 🙏 pic.twitter.com/BWY4ilwVUs
— CIUDAD (@reformaciudad) 13 de febrero de 2017
El altar de Santa Mari se puede ver a través de la ventanita del edificio ubicado en General Prim 28. En su sagrario urbano se puede leer una oración que comienza así:
Santa Mari La Juarica, patrona y madre, santa y niña, protectora contra la gentrificación.
Sálvame de las malas prácticas, líbrame del desplazamiento, del desalojo, del incremento de la renta, del alza desmedida del predial, del voraz casero, del mal inmobiliario.
¡Sálvame de la gentrificación!
A la milagrosa figurita —que utiliza lentes de pasta, huaraches y un sombrerito de paja— ya le han adjudicado milagros tales como detención de desalojos y hasta la cancelación del polémico proyecto del Gobierno de la Ciudad de México: Corredor Cultural Chapultepec. El diario español El País ha dado seguimiento al desarrollo de las —chuscas pero críticas— procesiones contra el aburguesamiento de los barrios en los que viven. Los feligreses de Santa Mari encontraron en el arte un medio de protesta y de resistencia ante los efectos más desastrosos del blanqueamiento que azota sus barrios.