Es martes por la mañana y, desde un día antes, han comenzado los cierres en las vialidades ocasionados por las protestas al “gasolinazo”. Intentas ir a trabajar buscando otra ruta porque las obstrucciones comienzan a expandirse y todo parece estar sorprendentemente vacío. Una vez que la libras, continúas con tu rutina habitual, hasta que cae la noche y llega el problema: no hay paso por ningún lado, no hay a dónde correr y llegar de una forma rápida y eficaz a tu casa.
Algunas páginas de alerta ciudadana y videos en redes sociales muestran patrullas quemándose, gente robando tiendas de autoservicio en las gasolineras, e incluso comienzan los saqueos en un Aurrera en la colonia Real del Valle. El transporte público comienza a limitar su servicio, una gran desventaja para aquellos que tuvieron que continuar a pie por zonas oscuras, inseguras y escasas de gente que se refugia en casa para leer y escuchar toda clase de rumores sobre los robos a viviendas cercanas.
Existe una gran similitud con todo el ruido relacionado a los altercados que ocurren, y aquellos rumores de “¡ya vienen los antorchistas!” que sólo generaban pánico y tráfico innecesarios a principios de 2014, con la gran diferencia de que esto es real. El miedo es real y, más allá de la inseguridad cotidiana a la que ya estamos acostumbrados, sin previo aviso te ves envuelto en una zona de guerra de la que tienes que alejarte lo más pronto posible.
Otras personas fueron víctimas de asalto, cuando su combi o camión se quedaba atorado en el tráfico, en un punto considerable en el que ya no había escapatoria.
Mientras todo esto ocurre, son las 11:30 de la noche, estoy solo en Ecatepec caminando en la oscuridad por un lugar feo, donde no hay cerca ni una sola patrulla o alguien que pueda escucharme o ver si me pasa algo, sólo el ruido de mi pisadas y las miradas constantes sobre mi hombro esperando que nadie se interponga en mi (desesperante) camino a casa.
Pasa la noche y al despertar te das cuenta que no sólo es Ecatepec, han robado el Chedraui de Nicolás Romero, Estado de México, el caso más sonado hasta el momento, que gran parte de los medios retoma. Esto fue parte de una convocatoria en redes sociales a la que más de 150 personas asistieron, para robar… pantallas y consolas de videojuegos (de las cuales 46 fueron detenidas). Pero ¿por qué recurrir a robar tecnología como protesta del gasolinazo? Bajo estas circunstancias la división de opiniones ha comenzado.
Amanece. Nuevamente tienes que encontrar tu camino al trabajo, en una carretera semidesértica donde los pocos que pasan por ahí cuchichean respecto a la noche anterior. Y es aquí donde comienza el verdadero problema: el sistema de transporte público ya no quiere dar servicio a causa de la obstrucción, para evitar la pérdida de tiempo. En redes sociales ya comienzan los grupos agitadores que buscan incitar a los saqueos de algunos centros comerciales como Multi Plaza Aragón, y esto genera que en otras partes, como Coacalco, las plazas comiencen a cerrar los locales por su seguridad.
Los robos se extienden, ahora también comenzaron con las Centrales de Abasto en Ecatepec, Tultitlán, Coacalco, Azcapotzalco, y más lugares que se suman al radar con ayuda de las publicaciones de gente desesperada tratando de apoyar a otros ciudadanos. Salen a toda prisa los empleados asustados de que algo pueda pasarles en el intento, algunos jefes cierran negocios sus con gente adentro, en espera de que todo pueda tranquilizarse. Escapan camionetas a gran velocidad repletas de cajas mal amontonadas, tratando de que no sean detenidos, y otros cuantos corren con todo lo que pueden cargar en sus manos.
A las 3 de la tarde comienza un toque de queda que nadie llamó. Todos han huido lo más pronto posible a sus casas, escapando de un mal que no sabemos dónde atacará, para escuchar constantes ruidos de sirenas de patrullas, cláxones y vehículos que se tapan entre sí tratando de tomar distintas rutas. Quema de llantas en avenidas para intimidar, intentos de tomar y abrir tanto tiendas departamentales, como algunos negocios pequeños de otras personas. Los vecinos cerca del lugar comienzan a tomar armas y todo aquello que sirva para defenderse atrincherándose en sus negocios y casas, constantemente checando el televisor para saber qué es lo que pasa.
Mientras escribo esto escucho la voz temblorosa de un amigo de este municipio, que me cuenta que los saqueos han comenzado a una calle de su casa y las señoras que caminaban cerca del lugar piden refugio desesperadamente, de puerta en puerta.
Los artículos más robados en los supermercados y tiendas departamentales son pantallas, videojuegos, electrodomésticos, y claro, juguetes —casualmente, previo al día de reyes—, desviándose por completo de la idea original de un movimiento que no fue planeado. Frente a estos desvíos, no se han hecho esperar las típicas especulaciones de que son “infiltrados del gobierno” los que se encuentran detrás de todo esto.
Sin importar que el Estado de México sea un caos —más de lo que es habitualmente— el presidente Peña Nieto ha dado su primer discurso de este 2017, en el que aseguró compartir la molestia y enojo de la población por el asunto del gasolinazo, pero que sería algo más doloroso de no haberse llevado a cabo. Lo bueno es que “debemos asumir este reto para salir adelante”, sin importar que la colonia en la que vivamos esté cubierta por un manto de terror exagerado, compras de pánico, y gente dispuesta a proteger sus pertenencias.
Por: Aarón Cortés.
Fotos: Redes sociales