Lo que sucedió en la semifinal de Brasil 2014, en el juego entre los locales y alemanes ya está en la historia. Pasarán muchos años (mínimo cuatro) para que el pueblo brasileño olvide esa tragedia nacional. Aquel día fue la noche triste para ellos y nadie la quiere recordar, excepto uno que lo llevará de por vida.
Parece que el 7-1 ha dejado marcado cada uno de los brasileños que vieron ese día. No sabemos si los afectó en demasía pero hay una persona que decidió llevar ese recuerdo no grato en la piel. Matheus Ribeiro Simoes es -posiblemente- el único brasileño que decidió tatuarse ese marcador histórico.
Él es un hombre de familia de 31 y es mecánico. Vive en Piracicaba, Sao Paulo y tiene una hija de ocho años llamada Beatriz, que al ver cada uno de los goles de Alemania, se echó a llorar. Matheus no soportó ver a su hija bañada en lágrimas, por lo que decidió hacer algo. Recurrió a su esposa (que por cierto es tatuadora) y le pidió un diseño de aquel momento.
Me marcó mucho verla llorar, decepcionado con la derrota de la selección. Yo estaba furioso con el sufrimiento de ‘Bia’. Ella es de la generación que no vio a Brasil ganar la Copa del Mundo y por eso esperaba que el equipo ganara también por ella. Cuando comenzó a llorar, de manera inconsolable por el resultado, me puse furioso y decidí tatuarme. Nunca la había visto sollozar de esa manera por una decepción y, por eso, decidí guardar el momento para siempre.
Hay que hacer una aclaración. No estaba en estado etílico ni nada, simplemente decidió tenerlo como un recordatorio de que Brasil 2014 no fue la fiesta que ellos esperaban. Aunque, pensándolo bien, ¿esas son ganas de sufrir a diario, no? Y más por cómo los brasileños viven el futbol.
‘Ora si que cada quien, como diría mi tía Ofelia.
Pues para que vean el tatuaje más de cerca, échenle un ojo a ver si se animan a hacerse uno tipo #Noerapenal o uno de Robben cayéndose.
¿Qué tal?
Mis respetos a este señor…
