Bucarest, capital de Rumania tiene como atractivo turístico la arquitectura y sus palacios pero esconde un mundo subterráneo de marginados y drogadictos que viven en la red de alcantarillas de la ciudad.
En ellas, han sido abandonadas personas enfermas de VIH y tuberculosis, adictos y huérfanos que se reúnen durante el invierno para mantenerse abrigados. El líder del lugar es Bruce Lee (no, no el actor sino un sujeto apodado así por su pasado de peleas callejeras) considerado un guía que les brinda seguridad; se acercan a él por protección, comida y por tener a alguien que los escuche.
“Somos una familia, queremos ser una familia” afirma.
Estos viejos túneles eran parte de un plan para calentar el centro de la ciudad. Toda la red de alcantarillas cuenta con electricidad y los túneles huelen a una pintura metálica llamada Aurolac, que es la que inhalan los adictos en pequeñas bolsas negras.
A Lee le gusta ponerse gruesas cadenas, candados, insignias, medallas y trozos de tela. En algunas fotos aparece junto a un chico, su nombre es Nico, quien tiene VIH y necesita urgentemente tratamiento anti-viral, pero el hospital estatal no lo puede tratar mientras siga inhalando pintura.
Europa del Este tiene el índice más alto de trabajo infantil en Europa. En Rumania, trabajan más de 70,000 niños. La desintegración de la Unión Soviética y el derrumbe del comunismo dejaron pobreza y desempleo. Nicolae Ceaucescu y su mujer gobernaron el país durante 24 años con mano de hierro.
La mayoría de los residentes en estas alcantarillas son drogadictos y huérfanos que dejó la dictadura de Nicolae Ceausescu. Durante su mandato amplió la población de niños sin hogar con el objetivo de crear un ejército de huérfanos fieles al Estado, muchos de ellos fueron recluidos sistemáticamente en orfanatos y escuelas especiales del Estado. Un gran número de esos niños se mudó a los túneles debajo de Bucarest.
La difícil situación de los huérfanos en Rumania fue documentada por los medios de comunicación durante los 90, resaltando la necesidad de una respuesta por parte de la comunidad internacional respecto al problema de los cientos de huérfanos abandonados por todo el país. Aunque el gobierno está abordando actualmente la necesidad de mayor financiamiento y mejores viviendas, diez años después, sigue habiendo un gran número de huérfanos en Rumania.