En Venezuela hay una región singular, diferente al resto de las locaciones del planeta. Se trata de “Relámpago del Catacumbo”, un lugar que desde el último milenio y durante 160 días del año, recibe las furiosas descargas eléctricas del cielo por sesiones que duran hasta diez horas.
Este lugar ubicado en un rincón del noroeste de Venezuela, resiste los embates de más de un millón de relámpagos a lo largo del año. Este fenómeno natural único en el planeta, le ha hecho fama a esta región como “la tierra del eterno relámpago”.
El show celestial, visible hasta poco más de 400 kilómetros de distancia, fue capturado en todo su impresionante esplendor por la genial y oportuna lente de Alan Highton, un fotógrafo fascinado por la naturaleza de América del Sur.
Algunos especialistas han intentado explicar el fenómeno natural que durante gran parte del año, envuelve esta zona venezolana en una eterna tormenta eléctrica.
Algunas teorías indican que el fenómeno es causado por los fuertes vientos que forman nubes que, a su vez, colisionan con las montañas cercanas, generando una gran tensión eléctrica que se libera sobre los árboles y el lago cercano.
Otros especialistas manejan que es el gas metano generado por las ciénagas colindantes al lago las que causan tremendo despliegue de poder eléctrico.
No obstante, aún no se ha sabido determinar a ciencia cierta qué es lo que causa la incesante actividad eléctrica de la zona.
El fenómeno, mismo que se detiene por menos de cinco semanas cada año, fue objeto de inspiración para escribir el poema épico “La Dragontea”, donde Lope de Vega, su autor, relata un incidente que el navegante inglés tuvo a causa de la actividad eléctrica durante sus correrías por tierras americanas.
Algunos científicos creen que la tormenta eléctrica permanente es uno de los generadores más importantes de ozono troposférico del planeta.
No obstante lo que se diga, esta zona es un despliegue permanente de belleza natural que, tanto por su show de luces, como por su poder destructivo, no deja de maravillar a quien tiene la fortuna de atestiguar su magnificencia.