Nunca había tenido más sentido la máxima de Peña Nieto: “en otros lugares están peor”… lo malo es que nos llevan entre las patas, pero eso es otro asunto.

En los últimos días hemos visto que el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se la ha pasado firmando decretos y moviéndole a la Casa Blanca con un desparpajo que sólo puede estar amparado en dos ideas: 1) está bien asesorado o 2) su ignorancia es temeraria. Suponiendo que se trata de la primera, hay que remitirnos a uno de los hombres clave del equipazo que el republicano armó: Mike Pence, vicepresidente y a quien muchos señalan como uno de los principales orquestadores del proyecto trumpiano. Tiene sentido…

Si bien el actual mandatario gringo se vio muy oscurantista al señalar en 2014 que las vacunas provocaban autismo, Pence no se queda atrás cuando de cuestiones de ciencia/salud se trata. Hace algunos años, cuando realizaba su campaña para entrar al Congreso norteamericano, mismo que se encontraba debatiendo una legislación relacionada al tabaco,  Pence publicó un artículo en el que ofreció su nada especializada (pero sí muy influyente) opinión sobre el cigarrito:

“Es hora de afrontar la realidad y, a pesar de la histeria popular y de las campañas interesadas por parte de la clase política y los medios, decir que el tabaco no puede matar”.

Para tal aseveración, Pence se basó en dudosas cifras… que ahora podrían denominarse “datos alternativos”. De acuerdo con el ahora segundo al mando en la Casa Blanca “dos de cada tres fumadores no mueren por una enfermedad relacionada con el tabaco y nueve de cada 10 fumadores no contraen cáncer de pulmón”.

Habría que ver entonces, de dónde el Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud (OMS) sacaron tantos muertos para la investigación en la que aseguran que anualmente mueren 6 millones de individuos a causa del tabaquismo. Tendencia que no se ve que vaya a la baja. Para 2030 se prevé que la cifra suba a 8 millones.

Bueno, muy en el estilo de su ahora jefe, Pence suavizó la barbaridad señalada tan sólo un párrafo después: “Esto no es para decir que fumar es bueno para usted (…) fumar no es bueno para usted”. Ohhhh, bueno, así de estable es el hombre que llegó a la vicepresidencia para, supuestamente, calmar los nervios que Trump generó/genera/generará en el partido Republicano.

¿Neta es ése? Además de lo anterior, Mike Pence se destaca por creer que la homosexualidad puede curarse. De otra forma no puede justificarse el apoyo que ofreció a la idea de “destinar recursos a esas instituciones que dan asistencia a aquellos que buscan cambiar su comportamiento sexual”.

Y en más del tema salud, a pesar de estar en contra del aborto y de los centros de planificación familiar, asegura que los condones no son una buena protección “contra las enfermedades de transmisión sexual y contra los embarazos no deseados”. Así que como buen cristiano, conservador y republicano que es (así es como se define), lo que recomienda es… la abstinencia.

Como gobernador de Indiana intentó bloquear ayuda a refugiados sirios. No apoyó leyes contra la discriminación de la comunidad LGTB y claro que está en contra del matrimonio igualitario… este es Mike Pence, el hombre que, en caso de que Trump se raje y abandone el puesto, quedaría al mando de los Estados Unidos… ni a cual irle.

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Hola, soy Álvaro. Estoy en sopitas.com desde hace algunos años. Todo ha sido diversión, incluso las críticas de los lectores. La mejor de todas: "Álvaro Cortés, córtate las manos".

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