Frozen, la nueva peli de Disney, es el objeto de odio-deseo de los grupos conservadores más absurdos de Estados Unidos. La película, basada en una obra de Hans Christian Andersen, autor de numerosas historias de fantasía, entre las que se cuenta también La sirenita, ha sido acusada de ser “propaganda gay pura”. Este rumor ha dado la vuelta a las redes sociales como pólvora y ha levantado un debate que parece bastante urgente y serio, lo que nos lleva a preguntar: ¡qué demonios tiene esta gente en la maldita cabeza!
Ok, echemos un vistazo a las declaraciones más fuertes al respecto:
Kathryn Skaggs es una “bien portada mujer mormona”, según su propia descripción en su blog. Skaggs afirma que fue arrastrada por sus insoportables nietos a ver Frozen nada menos que 3 veces en contra de su propia voluntad (Dios la bendiga, pobre alma). Al salir de la sala por tercera ocasión, estuvo en condiciones de asegurar:
“[Frozen es] propaganda gay pura […] Es evidente que los mejores talentos de la industria fueron llamados para todas las facetas de la producción y para hacer posible que entrara a la gran pantalla: ilustradores, animadores, escritores, compositores, artistas cantando, actores, etc., con el fin de llevar a su público objetivo, los padres, a un estado de congelación que permitiría al liberalismo adoctrinar a los niños. [Están] congelados, para permitir que se lave el cerebro de sus hijos en el apoyo a la normalización en el comportamiento sexual de las personas del mismo sexo […] o algo peor: hacerlos homosexuales”.
Por su parte, el “crítico” cinematográfico Steven D. Greydanus, aseguró en un artículo para el National Catholic Register que tenía por título ¿Cuán gay es la película Frozen de Disney? que, en efecto, existían argumentos para esta sospecha. Entre ellos, citaba el carácter solitario de la princesa Elsa, la falta de interés en sus pretendientes masculinos, así como la letra de la canción Let It Go, en la que el personaje acepta su propia naturaleza (Santa Virgen de las verdaderas naturalezas, ayúdala).
Así mismo, el pastor Kevin Swanson, de la Iglesia de la Reforma, denunció a través de su programa de radio que el film es “maléfico” y que Disney es una de las “organizaciones más pro gay del país”, por lo que Frozen tiene definitivamente “una agenda gay”:
“A veces uno se pregunta si aquí está ocurriendo algo maléfico […] Me pregunto si la gente está pensando: ‘Creo que esta preciosa pequeña película va a adoctrinar a mi hija de 5 años para que sea lesbiana o para que la homosexualidad o el bestialismo sean vistos de manera positiva’ […] Si yo fuera el diablo, ¿qué haría para estropear todo un sistema social y hacer algo muy, muy, muy malvado a los niños de 5, 6 o 7 años de familias cristianas estadounidenses? Si fuera el diablo, hubiera comprado Disney”.
¿Qué podemos decir ante esto? Bueno, en primer lugar debemos señalar que el diablo no pudo comprar ni el festival Hell & Heaven, lo que deja mucho que desear sobre sus capacidades como negociante. En segundo lugar, podemos observar que ninguna de las estupideces anteriores es un argumento. Es decir, ¿neta, la princesa es lesbiana porque no se somete a sus pretendientes?, eso convierte en lesbiana a la mitad de las mujeres de la narrativa contemporánea, incluyendo, dicho sea de paso, a varias chicas Disney, a quien, por otro lado, se las ha señalado como víctimas del machismo. Así mismo, que un ser humano tenga alguna clase de relación con un animal no lo convierte en un maligno practicante del bestialismo, ¡y si quieren quejarse de algo así, usen una película más adecuada!, ¡ahí tienen a Bella, se enamoró de… bueno, una maldita Bestia!
Ahora bien, Let It Go no es la rola más masculina del mundo (a decir verdad, en múltiples sentidos, en los que no se incluye la letra, podría ser considerada una canción bastante gay) y es odiosa por varios motivos, entre ellos, haber arrebatado el Oscar a mejor canción a The Moon Song, de Karen O. Pero, por favor, solo es una más de esas rolas sobre rebeldía juvenil, autodescubrimiento y demás cursilerías existenciales. Si esa letra es propaganda gay, igualmente lo serían la mitad de las canciones Disney y, bajo el mismo argumento, también otras mucho mejores como My Way de Sinatra o Hurt de Nine Inch Nails. Dios, hasta America, the Beautiful tendría que estar en index prohibido de los estadounidenses conservadores.
Y lo que es más: ¿qué demonios es la “propaganda gay”?, ¿habrá elecciones gay próximamente?, ¿está por formarse un Reich gay?, ¿van a regalar helados a los gay en Ben & Jerry’s?
Ahora bien, lo que sí es posible argumentar es que a los productores les interesa levantar una campaña de tolerancia a la diversidad de género, asunto al que Disney, ya sea por cuestiones de reivindicación moral o bien, magnificación de mercado, ha dado gran importancia. Incluyó, por ejemplo, una pareja de lesbianas como madres de un personaje secundario en el programa Good Luck, Charlie, lo que demuestra que la compañía no necesita andarse con tapujos cuando desea tratar un tema en torno a la comunidad gay.
Al ser cuestionados en torno a la existencia de un contenido gay en la película, los productores de la película respondieron crípticamente:
“Sabemos lo que hemos hecho. Pero siento que una vez el filme se ha estrenado pertenece al mundo, así que no quiero decir nada y así dejar que hablen los fans. Creo que es cosa suya […] Los filmes de Disney se han hecho en eras diferentes, en épocas diferentes y los celebramos por diferentes motivos. Este se hizo en 2013 y tiene un punto de vista de 2013.”
De este modo, los chicos de Disney dejan abierta la posibilidad de una interpretación de la obra que aliente a la comunidad gay a aceptarse tal cual es, aunque es claro que el mensaje al que aspira la película es, lo logre o no, uno de autodeterminación de la identidad, mucho más general que el que gira en torno a la sexualidad y el género.
En fin, con base en todo lo anterior, podemos concluir lo siguiente: si Frozen es una película gay o no es una de la discusiones más inútiles del mundo, pero su propagación es un síntoma serio del morbo que sigue generando cualquier mensaje entorno a la comunidad gay, incluyendo el que busca la erradicación de ese mismo morbo. La pregunta no debería lanzarse contra los mensajes de género de una película, sino contra los motivos que harían grave el hecho de contenerlos.
En fin, después de toda esta palabrería, los invitamos a leer algunos de los textos más útiles o bien, más entretenidamente inútiles de este sitio web 🙂