El 15 de febrero Francia tomó una decisión histórica y definitiva al aprobar una ley que regresará 15 obras —entre ellas un cuadro de Gustav Klimt— a sus dueños, después de más de 80 años de haber sido robadas en contexto de las ocupaciones nazis antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
“Se ha aprobado definitivamente el proyecto de ley que permite la restitución de los bienes culturales saqueados durante las persecuciones antisemitas de la Segunda Guerra Mundial. Estoy orgullosa de lo que hemos logrado colectivamente. Francia se siente honrada”.
Con estas palabras, Roselyne Bachelot, ministra de Cultura, celebró lo que hasta el momento ningún país europeo ha hecho: devolver las obras de arte que se “perdieron” durante esta etapa a sus herederos, en general, familias judías.
Una decisión histórica: Francia regresará obras robadas por los nazis
Esta restitución se realizará gracias a los votos de la Asamblea Nacional —que el 25 de enero dio el visto bueno— y el Senado que, ayer 15 de febrero, terminó por aprobar de manera definitiva esta ley que toca a 15 obras que formaron parte de exposiciones públicas expoliadas (despojadas de manera injusta) o compradas durante la ocupación nazi.
Todas estas obras también tocan ese periodo oscuro de la historia, cuando la persecución contra la comunidad judía era normalizada y hasta la base del régimen del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.
Entre las obras que serán restituidas están el lienzo de El Padre, del pintor judío Marc Chagall y que ha sido resguardado por años en el Centro Pompiduo o Rosales bajo los árboles.
Una obra de Klimt
Sí, el cuadro de Gustav Klimt que fue adquirido por el gobierno de Francia en la década de los 80 gracias a la venta de un particular, pero cuyo ir y venir por Europa guarda las historias más oscuras del antisemitismo nazi.
Tan sólo basta saber que Rosales bajo los árboles fue una obra vendida —casi casi de manera obligada— a un precio absurdo por la coleccionista de arte Nora Stiasny, tras la llegada de los nazis a Austria.
Nora Stiasny era una coleccionista judía que se vio obligada a vender esta obra muy por debajo de su precio en 1938, en Viena.
Al final, Stiasny fue deportada a Polonia junto con su familia —mamá, esposo e hijo— y asesinada en 1942.
Este cuadro terminó siendo resguardado en el Museo d’Orsay. Sin embargo, después de más de 80 años, regresará a manos de sus herederos.