A 50 años de la Marcha del Silencio, llevada a cabo por estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y escuelas privadas como la Universidad Iberoamericana, sindicatos y padres y madres de familia, México recuerda el movimiento que cimbró al poder Ejecutivo y despertó a la sociedad de la idea que el gobierno de Díaz Ordaz maquilaba: una estabilidad económica-social.
Los estudiantes pedían libertad para los presos políticos, un alto a la ocupación militar de sus universidades y amenazaban con avergonzar al gobierno durante los juegos olímpicos, a sólo diez días de proximidad. Durante aquellas jornadas, el movimiento incluyó la participación de 90,000 estudiantes de la UNAM; 70,000 estudiantes del IPN y participantes de las escuelas normales y de la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, formando un total de cerca de 200,000 estudiantes.
El movimiento tenía como base fundamental dos objetivos: la democratización del país y el cumplimiento irrestricto de la constitución.
13 de septiembre: Marcha del silencio
Miguel Hidalgo, D.F., México, 13 de Septiembre 1968. Archivo Pedro Meyer
“2 de octubre no se olvida”
La memoria ha de ser presencia viva y no pasado estático. Es justo esta vivencia de la memoria la que debería expulsar el ímpetu inmediato de hacer presente tan sólo la muerte y el dolor.
El 2 de octubre es la historia de una lucha previa y detrás de la matanza, y sobre todo, la posibilidad abierta de la continuidad de la protesta: una lección de lucha hacia el futuro. Olvidar esta historia, no aprender esta lección y reducir el recuerdo al dolor, significarían el verdadero olvido.
A continuación te mostramos una fotogalería, cortesía de nuestros amigos de la Fundación Pedro Meyer, que muestra imágenes de las manifestaciones hechas por la ciudadanía días antes de la fatídica noche de Tlatelolco, con la esperanza de re-vivir aquél espíritu en empatía con nuestros iguales de hace casi medio siglo, la lucha que ellos crearon y apropiaron, más allá de la muerte que les fue impuesta. Su vida alecciona más que su muerte, es por eso que su ausencia duele tanto.
Si algo podemos decir de esta gran movilización es que no sólo fueron estudiantes los que participaron en ella, también hubo padres de familia, trabajadores, médicos, profesores, intelectuales, amas de casa y muchos sectores más de la sociedad. La ciudadanía mexicana estaba muy participativa pues querían cambios, cambios que el Gobierno no estaba dispuesto a hacer.
Fue la administración de Díaz Ordaz la que el 2 de octubre estaba esperando con el Batallón Olimpia la llegada de los manifestantes para empezar la carnicería.
Después llegaría la Guerra Sucia y cada golpe del Gobierno a la ciudadanía sería encubierto y los Medios de Comunicación callarían cada uno de esos crímenes que sufrieron todas esas personas que soñaban con una sociedad más justa, más equitativa.