El gobierno de Filipinas mostró su sentir sobre la cancelación de la entrevista entre el presidente Rodrigo Duterte y Obama.
A través de un comunicado, el secretario de Comunicaciones, Martin Andanar, trató de reparar un poco el desencuentro diplomático que provocó su mandatario al llamar “hijo de p…” a ‘Mr. President’.
En un desplante de soberanía, el mandatario filipino se acordó que tenía agendado un encuentro con Obama y aprovechó para ‘ponerle sabor’ a la reunión. (Aunque se le pasó un poco la mano).
Duterte tenía claros algunos puntos que quería dejarle claro a Obama:
“¿Quién cree es? Yo no soy una marioneta de Estados Unidos. Soy el presidente de un país soberano y no le respondo a nadie a excepción de los filipinos”
La declaración llegó ante la posibilidad de que Obama le preguntara sobre ejecuciones extrajudiciales en la guerra contra el narcotráfico. Tras enterarse de esas declaraciones, el líder norteamericano analizó junto a su equipo de trabajo la posibilidad de no realizar el encuentro ya que “no sería lo más productivo en ese momento”.
Este martes, Duterte cumple 69 días desde que asumió la presidencia, y de acuerdo a conteos oficiales, alrededor de 2, 400 presuntos adictos y narcotraficantes han muerto en el marco de esa guerra.
La Policía Nacional de Filipinas reveló apenas este domingo que 1, 011 presuntos adictos y narcotraficantes han muerto en operaciones policiales. Pero otros 1, 391 decesos habrían sido cometidos por los llamados “vigilantes”, supuestos escuadrones de la muerte que actúan por su propia cuenta y presunta tolerancia oficial.
¿Nos suena familiar?
Duterte dijo a principios de agosto que no le importaban los derechos humanos, y esto le ha traído críticas severas de organizaciones no gubernamentales y agencias de Naciones Unidas.
“Miren los derechos humanos en Estados Unidos en la misma linea. La misma forma en la que ellos tratan a los inmigrantes”