El segundo día de nuestra presencia en la FIL fue tan variado como agotador. Y es que en este evento todos tienen cabida: hasta los personajes de 31 minutos.
Después de la presentación de Jonathan Franzen, y los homenajes a Carlos Fuentes y Elena Poniatowska, decidí entrar a la presentación de un libro un tanto diferente, pero muy divertido.
Parecería mentira, pero la locura se desató en la zona infantil de la FIL. Afuera del Foro de espectáculos, desde media hora antes una inmensa fila esperaba su turno para ingresar a la presentación mundial de El Libro Gordo de 31 Minutos, obra que en su portada advierte “es el libro con más datos irrelevantes de la historia”.
No sólo había niños, también jóvenes y adultos que por igual esperaban ingresar a un foro que por momentos daba la impresión de que sería insuficiente.
La presentación no podía empezar de otra manera que con la aparición de Juan Carlos Bodoque y Tulio Treviño. Aplausos, gritos, emoción. Aquello parecía un encuentro con dos rockstars.
Con su ingenuidad natural, Tulio Treviño confesó “Nunca he leído un libro, ya que… ¡no sé leer!”. Pero cambió de opinión en cuanto se enteró que aquella obra hablaba del programa 31 Minutos, y que tenía las respuestas a las preguntas que los seguidores de la serie siempre se han hecho, como ¿por qué Bodoque siempre apuesta al caballo Tormenta China si nunca gana?, o ¿Cómo Tulio puede comerse los mocos, si no tiene nariz?
Entonces comenzó un pequeño espectáculo en donde los personajes pusieron a cantar al público con temas como “Diente blanco”, “Mi muñeca me habló” y “Baila sin cesar”, entre otros.
La sorpresa vino cuando Juan Carlos Bodoque se dijo harto de “esclavizar a los humanos que están debajo de nosotros”. Entonces, de la parte posterior del escenario irrumpieron Álvaro Díaz, Pablo Ilabaca y Pedro Peirano, encargados de darle vida a estos famosos personajes de la televisión chilena.
Podría pensarse que tras esto, el show y la conexión con el público infantil se vendría abajo, pero sucedió lo contrario. Los tres hombres cantaron temas como “Yo opino”, “Siete”, “Devuélveme el balón vecina, si no, no sé qué haré” y “Yo nunca vi televisión”, con lo que aquella presentación atípica se volvió un mini concierto musical en el que personas de todas las edades terminaron cantando y bailando.
Si vienen a la FIL no dejen de visitar la zona infantil. Se divertirán tanto o más que los propios niños.
