La década de los 80, que al parecer en México jamás podrá ser superada, tuvo una noche de fiesta este día con la presencia de los británicos Def Leppard, banda pionera del Heavy Metal que al paso de los años fue transitando hacia el lado más suave y meloso del Rock duro. El quinteto nos daría un gran show que por algunos minutos nos haría olvidar el trago amargo de la partida de Gustavo Cerati.

El Palacio de los Deportes lucía un lleno total y para sorpresa de muchos, la pista estaba llena de asientos, cosa que hacía mucho que no sucedía (esperemos que no regresen a esa fea costumbre). A pesar de que una tormenta salvaje azotó al Distrito Federal, la gente llegó temprano para poder ver a Coda, este mítico grupo mexicano que no pudo ser más adecuado para abrirle a esta banda, papel que ya habían desempeñado cuando le abrieron en este mismo recinto en su primera visita en 1993. La recientemente reunida banda asestó sendos trallazos de la mano del guitarrista Toño Ruiz y la voz de Salvador Aguilar que interpretaron canciones que, como las de sus contrapartes británicas, se quedaron inscritas en el subconsciente de sus fans. Temas como “Atrévete”, “Tócame”, “Aún” (dedicada al fallecido Gustavo Cerati), “Veinte Para Las Doce” y “Eternamente” fueron coreados y vitoreados por los asistentes de esta noche que apenas comenzaba

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Luego del cambio de escenario, se escuchó decir al cantante Joe Elliott, “Good Night Mexico City” mientras Def Leppard cimbraba el escenario con un tema de su álbum High N’ Dry, “Let It Go”, toda una sorpresa, siendo uno de los primeros sencillos de la banda, cuando aún militaba en la banda Pete Willis en 1981. En el tinglado estábamos presenciando a un grupo que ha sido bastante vapuleado por la vida. Hay un baterista sin un brazo, un guitarrista con cáncer y un bajista que sufrió de parálisis facial. Hombres más bragados y bandas más jóvenes se quiebran por menos que eso. El grupo transpira vitalidad y energía. El Palacio ruge complacido. Le sigue en el set “Action”, su muy particular cover a la original de The Sweet, y uno de sus grandes macanazos, “Animal”. El escenario es una cartelera gigante de anuncios de bares y clubs de strippers. La gente hoy sólo quiere divertirse. Nadie viene a predicar ni a protestar por nada. Por hoy, es una fiesta de nostalgia ochentera con olor a fijador de cabello y perfume barato. Rick Allen tras su batería electrificada ejecuta bien las bases rítmicas aún sin una extremidad. Llegaba un temazo desde el álbum Pyromania, “Foolin’”. El guitarrista Phil Collen, quien al parecer le dedica el mismo tiempo a cultivar sus abdominales que sus escalas de guitarra, parecía gozar de buena salud y una vitalidad que daba la impresión que el tiempo no había pasado por su cuerpo (al menos de lejos).

“Gracias por recibirnos, ha pasado mucho tiempo” nos dice Joe Elliott enfundado en su playera con un corazón brillante. Presenta a Phil, quien se arranca con los acordes de “Promises” otro de sus grandes hits desde el álbum Euphoria. La pareja de enfrente, (él mamadísimo de gimnasio, ella morena pelo abultado y nalgas gigantescas con cintura de avispa), parecen haber regresado en el tiempo y se besan románticamente con la banda tocando al fondo como en un video de MTV (obviamente tomando “foto pa’l Feis”). De inmediato llegaría “Love Bites”, una de las grandes baladas de la banda que es coreada por la audiencia a todo pulmón, aunque modificada respecto a su tono original. Los que pueden, agarran a sus respectivas parejas y se mecen al compás de esta melosa canción. La mayoría de la audiencia ya rebasa la treintena. Muchos han ido con ropa de trabajo, otros la han disfrazado con los souvenirs a la venta. Otros, demasiado jóvenes para haber vivido el esplendor de la banda, se emocionan por ver a la banda que quizás apenas descubrieron por influencia de sus padres. “México hacen mucho ruido, ¿que tal algo de más ruido con Vivian Campbell?”, así presenta al ex-guitarrista de Dio y Whitesnake quien se arranca con los riffs de “Armageddon It”.  Las pantallas muestran relojes en cuenta ascendente con cifras alarmantes con cantidades de gente con sobrepeso, bosques perdidos, infectados de VIH, inyectando un poco de conciencia social a la fiesta. Llegaba ahora “Make Love Like a Men”. Todos tomen una chica, ámenla como hombres, háganla sentir mucho mejor, nos aconsejaba Joe Elliott.

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Es momento de un pequeño segmento acústico. Joe pregunta “¿Cómo se sienten?, ¿Quieren cantar? Canten para nosotros”. Así que de inmediato suena “Two Steps Behind”, todo mundo canta y hasta “actúan” las rolas. Una clásica más llega en las notas de “Bringing on the Heartbreak, la gente entona el coro, los tonos son ya demasiado altos para estos veteranos con cuerdas vocales muy usadas. En el segundo coro pareciera que Joe Elliott está perdiendo la voz y el tono de la rola, sin embargo, la banda retoma las guitarras eléctricas y la canción explota con todo poder, causando que el público cante aún más fuerte. El bajista, Rick Savage se queda sólo con Rick Allen, poco después de les unen Vivian y Phil para reventar “Switch 625”, tema instrumental en el que intercambian solos y armonías. Allen demuestra en un solo de batería que aún puede tocar como los grandes (y hasta madrear a sus esposa con un solo brazo, como hizo algunos años atrás).

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Hacia la recta final, una oleada de hits invade el Palacio de los Deportes, encabezada por “Hysteria”. En pantalla aparecen imágenes de las grandes épocas de la banda cuando dominaron al mundo con sus canciones, en varias de ellas aparece el fallecido Steve “Steamin’” Clark. La gente mira con nostalgia, mientras sigue cantando a todo pulmón, incluso algunas lágrimas se asoman en sus ojos. Por un momento estamos ahí, en esa era decadente, llena de glamour, de drogas duras y borracheras en una parranda que parecía no tener fin.  “Guitar, drums, singing” es la señal para entonar “Rocket” con su repetitivo y contagioso coro, Elliott tiene dificultades para alcanzar las notas altas pero el público acude a su rescate. “Muchas gracias México, do you wanna get rocked?”, así nos prepara Joe para el siguiente macanazo, “Let’s Get Rocked”. Los guitarristas han cambiado de instrumento prácticamente en cada canción, los diseños y colores han abarcado mucha gamas. A Elliott lo asalta la duda y pregunta “¿México están listos para esto?”, y llega el momento de subirse la glucosa con “Pour Some Sugar On Me”, todas las mujeres de todas las edades se contonean ante esta socorrida canción en todos los locales de desnudistas alrededor del mundo. El grupo se despide súbitamente causando un momentáneo desconcierto, sólo para regresar al encore con dos himnos del Pyromania, “Rock of Ages” y “Photograph” las cuales ponen punto final a una noche extraordinaria que nos dejó con el ánimo levantado por hora y media.

Fotos: Diego Figueroa

T: IvanNieblas

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