El arte de Cheyenne Randall consiste en llenar el cuerpo de famosos de todos los tiempos con sensacionales y sugerentes tatuajes a través de Photoshop. Tan simple es el principio que rige a tan ricos resultados. Aunque el detalle llega a ser abrumador, nada está ahí por azar. Ironía, crítica y metáfora convergen en estas imágenes extraordinarias.
En su cuenta de Tumblr, Cheyenne muestra un extenso trabajo bajo este y muchos otros conceptos. Acá te ofrecemos una selección de su obra, tan sólo para dejarte con el ojo deseoso de más.
Audrey Hepburn luce una Medusa en honor a una belleza que petrifica. El inevitable diamante de Tiffany’s adorna su cuello.
Marlon Brando adorna el músculo con una referencia al boxeo, deporte que practicó de chavo y que le dejó como legado su particular nariz.
Brigitte Bardot, una de las tormentosas chicas Godard, muestra una mariposa que vuelva entre flores en este desnudo velado.
El racista Arnold Schwarzenegger muestra unos irónicos pectorales con motivos indios y unas manos conciliadoras al cuello.
John y Jackie Kennedy, más demócratas que nunca se toman de su tatuados brazos. En sus dedos, el presidente de origen irlandés luce la leyenda “tierra perdida”. La primera dama, una cruz católica y fúnebre con el profético texto “despedida”.
John Lennon abraza a Yoko Ono con su anguloso cuerpo desnudo. En su hombro, un corazón cruzado por la palabra “esperanza” antecede a la “pantera negra” del brazo y al dibujo japonés de su mano. Yoko sólo lo pasa cool.
La penetrante mirada de Iggy Pop no sólo proviene de su rostro, sino también de su omnisciente brazo derecho. Por lo demás, al tipo le sientan los tatuajes como la cosa más natural del mundo.
Chloe Sevigny ilustra el espíritu apabullante que le caracterizó en cintas como Kids, Boys Don’t Cry y American Psycho con un salvaje tigre cuyos colmillos acarician su seno. Con todo, su rostro sigue siendo tan extraño como antes.
Jack Nicholson, sin comentarios.
Dustin Huffman observa a la melancólica Mrs. Robinson, que adorna su brazo con una golondrina entrando a la primavera y otra saliendo.
Los tatuajes de Grace Kelly muestran seductores contrastes: un gorila enfurecido en un hombro tiene su contraparte en una pareja enamorada en el otro. Un atractivo cuerpo femenino es también una advertencia de muerte y una masculina ancla adorna su delgado cuello.
El joven Barack Obama toma un libro en la biblioteca mostrando el águila americana de su brazo.
En una de sus más dulces fotografías, Marilyn Monroe nos recuerda que los diamantes son los mejores amigos de una chica. Betty Boop sostiene su vestido mientras un repentino aire lo levanta en su hombro derecho.
Kate Moss en su sesión de para Playboy… ah, sí, también están sus tatuajes…
El famosísimo “No me toquen, ando chida” de Michelle Pfeiffer en Scarface nunca fue tan seductor.
“Química”, “vida” y el inmortal “say my name” adornan las manos de Heisenberg mientras un macho cabrío recuerda su maldad en el pecho.
La estrella de Broadway y Hollywood, Bette Davis, acentúa el poder su mirada con ese “ojos” tatuado en sus manos.
Bruce Lee enfurece su puño con el tigre y el dragón.
La princesa Diana muestra su devoción a Inglaterra.
En la imagen de portada: la enigmática Elizabeth Taylor pone candado a un cuerpo seductor, mientras la muerte pedalea hacia su corazón. Un cuchillo de obsidiana apuntando a sus pechos funciona como advertencia a la mirada: incluso una cámara de cine en su brazo la mantiene fuera de foco.