Por Paulina Madrigal
Hasta ahora todas las personas a las que les he preguntado esto me han contestado que sí. Ninguno de los encuestados, por mis propios métodos, ha dicho que le gusta vacacionar en un tiradero de basura. Supongo que todos llevamos a un ambientalista en el fondo de nuestro corazón.
Sin embargo, los mexicanos producen alrededor de 1kg de basura al día. Para los habitantes de la Ciudad de México la estadística es de 1.4kg. Todos esos kilogramos se van a rellenos sanitarios o tiraderos al aire libre.
En aquellos tiraderos los residuos se convierten en gases de efecto invernadero, líquidos tóxicos y residuos sólidos que comen algunas especies animales.
Estoy segura de que esto no te gusta. A mí tampoco. Hasta hace unos años, yo suponía que no podía hacer nada ya que esta sociedad del consumo es así. No obstante, he encontrado una forma de ser más consciente con mi consumo al punto de quitar los botes de basura de mi casa.
Te parecerá poco comparado con la cantidad de contaminación que vemos diariamente, pero cada gesto cuenta. En mi casa somos 4 personas y vivimos en la CDMX, al año estaríamos mandando más de dos toneladas de basura. Es demasiado.
Gracias al estilo de vida “cero basura” o zero waste, como se conoce en inglés, hemos aprendido a convertir nuestros residuos en algo que sea de provecho y no contaminación, así:
- Los desechos orgánicos van a la composta.
- Los residuos inorgánicos se reciclan.
- Los residuos inorgánicos que no se reciclan los evitamos.
- Los pequeños plásticos comprimibles los ponemos en un “ecoladrillo” para recordarnos que todavía podemos mejorar.
Hace seis años empecé a ser más consciente de mi consumo y de la basura que genero. Por temporadas hemos logrado que el bote de basura desaparezca por completo de la casa, pero en otras ocasiones ha tenido que regresar. Esto no me desanima ahora, ya que reconozco que actuar de forma responsable con nuestro consumo es ir contracorriente y esto implica muchos esfuerzos cotidianos.
Aun así, ya no podría regresar al hábito de “usar y tirar” sin cuestionarme a dónde va todo eso que tiro y desaparece de mi vista. La basura no se esfuma, está por ahí en algún lugar.
Algunos beneficios del estilo de vida “cero basura” son:
- Reduzco mi consumo, por lo tanto ahorro dinero.
- Me alimento de forma más saludable ya que evito los productos industrializados.
- Ejercito mi creatividad ya que he aprendido a hacer cosas que no imaginé: productos de limpieza, recetas de cocina, ropa, juguetes, etc.
- Alineo mis valores con mis acciones y esta congruencia me genera paz mental.
- Disminuyo mi impacto ambiental.
- Apoyo la economía local ya que busco los proveedores más cercanos.
- Elevo el debate acerca de problemáticas sociales que me interesan como la contaminación, las políticas públicas relacionadas con el medio ambiente y la justicia social.
- Exijo más a los negocios y obtengo mejor oferta (esto es el resultado de que cada vez somos más los que queremos consumir de forma consciente)
- Conozco gente que se ocupa y se interesa en el medio ambiente.
- Mis hijos aprenden a vivir de una forma más responsable. Y esto es lo que más me motiva.
- Personalmente, he dado un cambio a mi profesión para encausarla hacia algo que creo que da beneficio a más personas que es cuidar el planeta, desde mi trinchera.
Podríamos seguir hablando de beneficios, pero mejor vamos a las formas en las que podemos comenzar este camino. Aquí algunas sugerencias:
Primero: Ser conscientes de lo que tenemos en casa. Aprovecha para hacer una limpieza profunda de clóset, alacena, baño y cocina. Conserva lo que necesitas o te gusta y deja ir todo aquello que solamente te estorba. Esto último lo puedes rentar, regalar, vender o reciclar. Existen plataformas que te pueden ayudar como RentDis para rentar, Olio para donar y Segunda Mano para vender.
Segundo: Haz una lista de lo que te interesa sustituir por una versión ecológica. Algunas ideas son: champú en barra (así evitarás la botella de plástico), copa menstrual o toallas sanitarias de tela o calzón menstrual, termo para evitar botellas de plástico, servilletas de tela en lugar de las desechables, productos de limpieza para el hogar biodegradables, etc.
Tercero: Rodéate de una comunidad que te pueda inspirar a cambiar tus hábitos de consumo. Hoy en día, hay numerosas cuentas en redes sociales que se dedican a difundir el estilo de vida zero waste, con muchos tips y proveedores.
Cuarto: No te desanimes. Es común querer ver cambios rápidos pero lo mejor es que cada uno de ellos se integre a tu vida cotidiana de la forma más sencilla para que pueda ser sostenible y quedarse contigo.
Quinto: Busca a los proveedores más cercanos, haz preguntas sobre los productos.
Cuando tengas alguna duda acerca de cuál es la mejor elección, toma en cuenta estas cinco estrategias en este orden:
- Rechaza todo lo que no necesites, aunque sea gratis.
- Reduce tus necesidades.
- Reutiliza lo que ya tienes, no necesitas comprar todo lo “ecológico” que te venden. Usar lo que está en tu casa es lo más ecológico.
- Recicla lo que queda. Encuentra tu acopio más cercano en @Ecolanamx
- Reincorpora por medio de la composta tus residuos orgánicos.
Si estás dudando acerca de estas pequeñas acciones, ten en mente que siempre son parte de algo más grande. Somos muchos los que estamos haciendo algo desde nuestro consumo y que estamos elevando la voz para que los grandes actores como empresas y gobierno también actúen respondiendo a la emergencia climática que estamos viviendo.
¿Crees que podamos vivir en un mundo limpio?
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