Por Mariana Castro Azpíroz
No se trata de un romance de novela, sino todo lo contrario. De acuerdo a las proyecciones más recientes, para 2100 el verano podría durar seis meses en el hemisferio norte.
¡No es mi tempo!
Hace algunos años las cuatro estaciones parecían estar divididas equitativamente a lo largo del año, pero si observamos las temperaturas de 1952 a 2011, resulta que los días de verano aumentaron de 78 a 95 en estos 60 años. Esto implica que el invierno, el otoño y la primavera se redujeron 3, 5 y 9 días, respectivamente. La primavera llega antes y el invierno se retrasa… y para entonces las plantas están más vulnerables a las heladas.
Las plantas y animales se basan en estos ciclos climáticos para iniciar sus ciclos biológicos como reproducción, crecimiento, florecimiento o migración. Los cambios pueden hacer que esta sinfonía cuidadosamente sincronizada se desfase y las distintas especies que normalmente dependen una de la otra no puedan interactuar. Por ejemplo, es posible que aparezcan las flores, pero los polinizadores aún no, así que no podrán reproducirse y se perderán las cosechas. Esto sucedió en 2012 con las cerezas en Michigan y los duraznos al sur de Estados Unidos. Los efectos para la seguridad alimentaria se extienden a que se ve afectado no sólo dónde y cuándo pueden crecer qué cultivos, sino cuánto tiempo les toma crecer y cuál es su rendimiento. Una región que es particularmente sensible a esto es el Mediterráneo, que se está volviendo más árida, lo que puede impedir el crecimiento del trigo.
Calor infernal
El Valle de la Muerte en California tiene el récord del lugar con aire más caliente en la Tierra, alcanzando los 56.7°C. Sin embargo, las superficies se calientan más que el aire y, en ese caso, la distinción se la llevan el desierto de Lut, en Irán, y el desierto de Sonora, cuyas temperaturas recientemente alcanzaron los 80.8°C. Aunque no se sabe si las temperaturas de estos desiertos se deben al calentamiento global (porque no teníamos tecnología para medirlas antes, así que sólo tenemos mediciones de los últimos años), nunca antes se habían registrado valores tan altos. Y lo que sí nos dicen las observaciones de la NASA es que México es el país que más rápido se ha calentado en el mundo debido al cambio climático.
Veranos más calientes implican más mosquitos, que fuera de ser muy molestos, transmiten enfermedades muy peligrosas, como dengue, Zika y malaria. Dentro de los “top 10 mejores años para transmisión de dengue”, 9 ocurrieron a partir de 2000. Un tipo de bacteria que causa diarrea es Vibrio (la especie Vibrio cholerae es la responsable de la cólera). El número de días al año en que las condiciones ambientales son idóneas para que se propague se ha duplicado desde 1980, afectando a un mayor porcentaje de personas en las costas. Una “protección” con la que cuenta parte importante de la población son las restricciones de temperatura, ya que muchos organismos dañinos no sobreviven en ciertos ambientes. Con el calentamiento global, problemas de salud que solían estar restringidos a zonas de altas temperaturas, como África, podrían esparcirse a otras regiones y a mayores altitudes.
¡Aguas!
El calor hace que el agua se evapore en mayor cantidad y más rápido… pero esto tiene efectos contradictorios. Por una parte, ocurren sequías, olas de calor y el exceso de radiación solar incrementa los niveles de ozono, disminuyendo la calidad del aire. Además, aumenta la demanda de agua y ocurre un desabastecimiento tanto para la población como para los campos agrícolas. Un ejemplo impactante es la megasequía que vive Chile actualmente y que ha provocado la muerte de 34 mil animales y dejado a otros 790 mil desnutridos, según su Ministerio de Agricultura.
El último invierno lluvioso ocurrió en 2006 y padecen de escasez pluvial desde 2012. Pero para agosto de 2019 el déficit de precipitaciones en la región de Atacama era del 99% y en diciembre de ese año 79 comunas fueron declaradas como “zona de escasez hídrica” por la Dirección General de Aguas. Un estudio realizado por su Centro de Estudios Públicos advierte que ya no hay vuelta atrás: este panorama es la “nueva normalidad climática” del país. Se calcula que para el periodo de 2030 a 2060 la disponibilidad del agua en el norte y centro de Chile podría reducirse más de la mitad y para 2040 será uno de los 30 países con mayor estrés hídrico del mundo.
Por otro lado, se retiene más agua en la atmósfera y eso causa que lluevan grandes cantidades en un solo episodio, lo que provoca inundaciones, deslaves y erosión del suelo. El Servicio Meteorológico Nacional de Argentina reportó que el verano de 2018 presentó “precipitaciones extraordinarias” y “eventos significativos bastante inusuales para la época”. Cientos de personas fueron evacuadas de la ciudad de Resistencia, ya que prácticamente la mitad de la localidad se inundó, al romperse el récord de lluvias con 556.8 milímetros.
¿Se puede reescribir la historia?
Dicen que “febrero loco y marzo otro poco”, pero, al paso que vamos, tendremos que incluir todos los demás meses en la lista. La combinación de desbalances que hemos provocado tiene repercusiones enormes en todos los niveles. Si tanto nos gustan los romances de verano, es momento de cambiar la relación tóxica entre los seres humanos y el planeta Tierra y reducir urgentemente nuestro impacto ambiental.
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Mariana Castro Azpíroz estudió biología molecular en la UAM Cuajimalpa. Ha realizado investigaciones en colaboración con el Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco (CIBAC, UAM-X); además, se ha dedicado al cuidado y conservación de especies acuícolas endémicas. Desde 2019 se dedica a la divulgación científica y actualmente hace educación ambiental a través de redes sociales.