Por Aranxa Sánchez
El desarrollo sostenible es un concepto central en la actual sociedad; cómo cada país, región o localidad logra obtenerla depende de la trayectoria que se forma a partir de acciones concretas en el presente.
Al respecto, para Pearce (1998), las condiciones para el desarrollo sostenible se expresan en términos de oportunidades, capacidades y habilidades.
De tal manera, lo que determina la capacidad de un grupo determinado de seres humanos para mejorar su bienestar (utilidad) es la cantidad y calidad de los activos de capital; en otras palabras, el desarrollo sostenible en el tiempo puede ser analizado en términos de las condiciones necesarias para su consecución, y que esas condiciones pueden interpretarse en términos de una regla de capital constante (CCR) (Pierce & Atkinson, 1998).
La CCR, sin embargo, tiene un supuesto implícito: la sustitución perfecta entre los varios tipos de capital (industrial, natural, humano, social, etc). A esto se le conoce como “sustentabilidad débil”. Lo que implica esta posición radica en que se rompe con un cimiento de la sustentabilidad: el crecimiento económico no repara los daños al medio ambiente, pues el medio ambiente es un sistema y la economía un subsistema.
Por otra parte, una “sustentabilidad fuerte” (SS) considera que hay capital que simplemente no tiene sustitutos (ni perfectos ni imperfectos); por tanto, el acervo de capital total no sólo no es sustituible sino debe mantenerse. Asimismo, una “sustentabilidad radical” indicaría que no sólo la parte ambiental debe mantenerse sino la parte social también, pues su declive es causa de crímenes organizados y malestar social.
A continuación, un ejemplo de cada tipo de sustentabilidad:
- Sustentabilidad débil: la idea de que el gas natural es un “combustible de transición”; sin embargo, sigue siendo un recurso fósil (y, por lo tanto, finito). La combustión de gas natural emite aproximadamente la mitad (117 libras de CO2/BTU) de carbono que el carbón (229 libras de CO2/BTU) (EIA, 2020); empero, el gas natural es principalmente metano (CH4) y el metano es mucho peor para el medio ambiente que el dióxido de carbono: 25 veces peor (en un escenario a 100 años) (UNECE, 2021) según el IPCC.
- Sustentabilidad fuerte: cumplir con las Metas de Aichi y con el presupuesto requerido para que los países megadiversos no declinen su acervo.
- Sustentabilidad radical: otorgar créditos a personas usualmente excluidas del sistema financiero, es decir, las mujeres sin título de propiedad de las tierras (tal como lo hace FIRA). Lo anterior, además de mejorar la técnica de agricultura al poder acceder a nuevas tecnologías, genera justicia social.
Una vez comprendidos los diferentes tipos de sustentabilidad de una sociedad, queda a reflexión preguntarnos ¿en cuál de éstas se encuentra México? ¿En cuál nuestro gobierno estatal? ¿En cuál nuestro gobierno local/municipal?
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Aranxa Sánchez es economista por la UNAM.
Twitter: @AranxaSanz