Por Javier Medina
La palabra socavón se ha vuelto muy frecuente en nuestras conversaciones cotidianas y es que el suelo que pisamos guarda secretos debajo de su capa superficial. Sucesos recientes nos han hecho voltear hacia abajo y preguntarnos qué es lo que sucede.
Un socavón en términos generales es un hundimiento en el suelo. El suceso registrado en Santa María Zacatepec, en Puebla, el 29 de mayo de este año es quizá el referente más visible de este fenómeno en los últimos meses. Ese hundimiento fue atribuido en gran medida a la sobreexplotación de un acuífero. Después sería descartado por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) aunque ello no implica que pueda ignorarse lo peligroso que es el abuso de estos recursos.
Después de enterarnos del socavón ocurrido en Puebla, han sucedido varios más; específicamente, en la zona sur del estado de Jalisco en donde los más representativos se han dado en el municipio de Sayula, hasta Zacoalco de Torres. En muchos de esos casos las causas se han relacionado también con el exceso de extracción de agua desde el suelo.
Foto: Alcaldía Iztapalapa.
De acuerdo a la CONAGUA, el sur de Jalisco se encuentra situado dentro de la región hidrológico-administrativa VIII, Lerma–Santiago–Pacífico. Dicha región es la que cuenta con el mayor volumen concesionado para uso de agua en todo México. Lo que normalmente implica que las cantidades de agua que se extraen superen a la cantidad de agua que logra recargarse en los acuíferos. Esto se constata con el hecho de que, de acuerdo a la información de la propia CONAGUA, el acuífero de Ciudad Guzmán se encuentra en una categoría de sobreexplotado. El acuífero de Ciudad Guzmán es parte de los 105 que en todo México se encuentran en esta condición, en donde los principales usos del agua consisten en el agrícola, abastecimiento público e industrial. Además, dos aspectos que acompañan al del consumo del agua son el de la pérdida de cobertura forestal y el crecimiento de los asentamientos humanos.
En el sur de Jalisco, así como en más espacios del país, se presenta un fenómeno en el que el cambio de uso de suelo se da de manera irregular en más del 90% de los casos; igualmente, donde el crecimiento de la zona urbana se da hacia sitios que en realidad deberían ser respetados, como franjas de amortiguamiento entre los asentamientos y las áreas de conservación ecológica. Ello implica mayor presión en el consumo del agua y un incremento en las zonas de riesgo.
Foto: Galo Cañas-Cuartoscuro.
Un aspecto que también es importante, y vale la pena mencionar, es el que se contiene en la literatura, la memoria histórica y las descripciones que de antaño se hacen sobre cada sitio. Ejemplo de ello es lo que Juan José Arreola describió en su obra La feria: “No se los digo por asustarlos, pero no carguen sobre el suelo todo el peso de su cuerpo. Este pueblo está fincado sobre un valle de aluvión y sus tierras fértiles son puramente superficiales: ocultan una colosal falla geológica y ustedes están parados sobre una cáscara de huevo”.
En los gobiernos se encuentra una gran responsabilidad sobre la manera en la que se gesta el desarrollo; en este caso particular, sobre cómo se ocupa el territorio. Es necesario que, desde ya, las visiones a corto plazo queden de lado. Será fundamental que las decisiones que se tomen privilegien el bienestar de las personas antes que los intereses económicos; también, escuchar voces que surjan desde la academia, los activismos y personas expertas. Lo político debe acompañarse siempre de esas opiniones.
La naturaleza, de manera constante, nos presenta manifestaciones sobre lo que hacemos mal en torno a ella. Aprender esas lecciones es nuestra responsabilidad. La acción desde lo local siempre juega un papel primordial; desde ahí existe la oportunidad de articular políticas, instrumentos de regulación y de planeación que atiendan a los intereses de la colectividad y la preservación del capital natural.
Hacerlo mejor implica entender la dependencia que tenemos del cuidado y protección de nuestros ecosistemas; por ello, desde los espacios de toma de decisiones se debe asumir que los pasos que demos ahora determinarán nuestro futuro.
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Javier Medina es abogado por la Universidad de Guadalajara con enfoque en políticas públicas y medio ambiente. Militante de Futuro.
Twitter: @javier_medinaP
Referencias