Por Felipe Ruan Soto y Beatriz Acevedo

Introducción

El estado de Chiapas es una de las regiones del país con mayor diversidad biológica. Cuenta con más de 10 mil especies de plantas, alrededor de 400 especies de peces, 200 mamíferos, casi 700 especies de aves y se estima que pueden existir cerca de 50 mil especies de hongos. Regiones como la Selva Lacandona, las Lagunas de Montebello o la Reserva de El Triunfo son reconocidas en el mundo como áreas ricas en biodiversidad y prioritarias para su conservación. Esto sin contar el gran aporte que realiza el estado en términos de servicios ecosistémicos como la captura de carbono o el aporte de agua a través de sus múltiples cuencas.

Pero Chiapas no solamente es rico en cuanto a biodiversidad se refiere, también cuenta con diversidad cultural igual de grande e importante. Ésta se encuentra evidenciada por los diferentes grupos lingüísticos mayas, como el tsotsil, tseltal, tojol’ab-al, c’hol, maya lacandón por mencionar algunos, además de los grupos zoques. Esta diversidad lingüística, aunada a la presencia de sus tradiciones, su música, su gastronomía, pero, sobre todo, sus distintas formas de entender el mundo, son características de esta región del sureste mexicano.

Campesinas y campesinos tsotsiles y tzeltales: una relación ancestral y amigable con el medio ambiente

Desde hace cientos de años, estos grupos humanos han aprendido de su entorno y han generado conocimientos que les han permitido aprovechar de manera sustentable sus recursos botánicos, faunísticos y fúngicos. Este vínculo no puede entenderse de manera separada, naturaleza y cultura han evolucionado de la mano constituyendo un mosaico de riqueza biocultural.

Un ejemplo de esto son todas las variedades de frijol y maíz que podemos encontrar en los mercados de Los Altos de Chiapas y que son producto del cuidado y la selección que han realizado por generaciones las manos de campesinos y campesinas tsotsiles y tseltales. Gracias a ello, hoy en día se cuenta con semillas adaptadas a diferentes condiciones climáticas y que aseguran el sustento alimentario y la supervivencia de estos pueblos.

Señora tsotsil de Mitontic sembrando arbolitos de pino en su comunidad.
Foto: Felipe Ruan Soto

Entre este cúmulo de conocimientos también se encuentran aquellos que permiten aprovechar las distintas especies de frutos, flores, insectos y hongos como alimentos. Esta variedad genera un abanico de posibilidades gastronómicas, que no solamente recrean el paladar, sino que complementan una dieta nutritiva que posibilita alcanzar una autosuficiencia alimentaria con base en elementos propios.

Otro ejemplo de esta riqueza biocultural se puede encontrar en las milpas realizadas por algunos lacandones que aún conservan la tradición de mantener más de 50 especies diferentes de plantas, que no sólo provén de alimento, medicina, leña y otros insumos, sino también mantienen especies cuyo único propósito es embellecer estos espacios de trabajo. Incluso algunos lacandones aún conocen y practican perfectamente el manejo de ciertas especies de árboles que ayudan a la regeneración más rápida de la selva en espacios deforestados.

Frutos de la milpa.
Foto: Felipe Ruan Soto

Todo esto es un ejemplo de la basta riqueza biocultural chiapaneca. Sin embargo, es una realidad que muchos de estos conocimientos, muchas prácticas de manejo tradicional, incluso las propias lenguas, se están perdiendo y corren el riesgo de caer en el abandono ante el incesante empuje e imposición de modos de vida propios de la sociedad moderna.

Estos cambios muchas veces traen consigo el desapego a la tierra, a la tradición y el desarrollo de prácticas poco sustentables que ponen en riesgo no sólo a las especies de plantas y animales, sino a las propias culturas. La permanencia y vigencia de esta riqueza biocultural es una labor que nos interpela a todos y a todas.

Autoridad tradicional tsotsil caminando por los bosque templados de Mitontic, Chiapas.
Foto: Felipe Ruan Soto

Estos conocimientos y estrategias de aprovechamiento sustentable son parte de nuestra propia historia y herencia ancestral. No debemos permitir que este patrimonio quede en el olvido o se pierda en el frenesí de la modernidad.

Tseltal o tzeltal, tsotsil o tzotzil: un pueblo y su lengua

¿Te has preguntado cómo se escriben las voces: tseltal o tzeltal, tsotsil o tzotzil?

De acuerdo a la Academia Mexicana de la Lengua, en la actualidad, tzeltal y tsotsil se consideran como formas únicas para nombrar estas lenguas, ya que así se le da mayor uniformidad a su ortografía y nótese el uso preferente de la letra s, en lugar de la z, para el vocablo tsotsil.

El vocablo tsotsil deriva de sots’il winik, que significa “hombre murciélago”. Se cuenta que los antepasados de los zinacantecos hallaron un murciélago y lo tomaron por Dios. Los tsotsiles se llaman a sí mismos batsiI winik’otik, “hombres verdaderos” (INPI, 2020).

El Sistema de Información Cultural de México señala que unos 429,168 habitantes, ubicados en 595 localidades, hablan hoy en día la lengua tsotsil (SIC México, 2020).

La mayoría de los tsotsiles son bilingües y tienen al idioma español como su segundo idioma. Los descendientes de los tsotsiles cuentan con escuelas, donde reciben clases en su propia lengua, preservando así su acervo histórico y cultura nativa. Un dato curioso es que La Biblia y su Nuevo Testamento han sido traducidos al tsotsil y sus variantes (Cajal, Alberto, 2020).

¿Quieres conocer algunas palabras en tsotsil?

Te invitamos a resolver la siguiente Sopa de Letras en lengua tsotsil, cortesía de la Revista Digital Con Sentido Verde.

sopa de letras tsotsil

Cada uno de nosotros, desde nuestra realidad y posición, podemos contribuir a promocionar y revitalizar todos estos conocimientos y prácticas que nacen de la vida y la promueven. Es necesario ser conscientes de nuestro deber para mantener vivo nuestro patrimonio biocultural.

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Beatriz Acevedo es promotora cultural y ambiental.

Twitter: @ConSentidoVerde

Dr. Felipe Ruan Soto es investigador del Instituto de Ciencias Biológicas de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas y miembro de la Asociación Etnobiológica Mexicana.

Referencias

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