El concepto de resiliencia está siendo tan utilizado en la actualidad que está cayendo en la cotidianidad, trivialidad y el sinsentido.
Por Aramis Olivos Ortiz
El pasado mes de mayo se realizó el VIII Congreso Mexicano de Ecología en la ciudad de Oaxaca. Fue un momento especial. Tras una pausa por la pandemia, nos reecontramos especialistas y estudiantes. Formamos parte de una comunidad comprometida y dedicada en la materia. Y en esta ocasión analizamos los impactos que las actividades humanas han generado a nuestro planeta y sus ecosistemas, de ahí que su lema fue Aportes para la resiliencia ecosistémica. En seguida explico a qué se refiere.
¿Reuniones de especialistas?
Para el segundo cuatrimestre de 2022, las actividades de la población humana casi volvieron a la normalidad. Fue el regreso a las actividades presenciales de casi todas las organizaciones no gubernamentales, escuelas, facultades e institutos de investigación en México. Con esto, la oportunidad de que nos volviéramos a encontrar en los congresos. Espacios de diálogo y análisis de la información que es necesaria para la gestión el conocimiento. Son momentos donde nos reunimos para compartir y contrastar; para validar colectivamente hallazgos que deben ser de utilidad para la humanidad.
Es decir, son momentos que juegan un papel importante en los procesos de comunicación científica ya que contribuyen a la difusión de trabajos de investigación de todos los campos donde se favorece el análisis crítico de resultados por personas, incluidos los investigadores.
Como te imaginarás hay muchos temas que compartir y debatir. Por ello, en este evento se organizaron exposiciones de fotografía; presentaciones de libros; ponencias magistrales; presentación de carteles; ponencias orales y hasta paneles de discusión. Parte de esos diálogos son los que motivaron este texto.
Bioculturalidad y resiliencia socioecosistémica
La biocultura envuelve el conocimiento y prácticas ecológicas que encierran riqueza biológica (ecosistemas, especies y diversidad genética) que forman parte de nuestros paisajes naturales o construidos junto con nuestras culturas, memorias y prácticas que luego pasan a formar una herencia. Por esto es importante reconocer a los socioecosistemas, ya que no debemos ver a la naturaleza como recursos naturales explotables, que luego para descargar culpas anteponemos el término sustentable y al hacer uso de ellos nos sentimos con el derecho de aprovecharlos de manera irracional y justificada bajo medidas de restauración, compensación o incluso de planes de manejo.
Si en verdad hubiésemos hecho desde hace décadas un manejo sustentable de los recursos naturales, hoy en día no estaríamos hablando de límites, amenazas, peligros o vulnerabilidad. Esto me lleva al concepto de resiliencia tan ampliamente utilizado en la actualidad y que por lo mismo está cayendo en la cotidianidad, trivialidad y sin sentido. Los seres humanos somos dados a utilizar términos de distintas disciplinas para ejemplificar cosas. Resiliencia viene de la mecánica y refiere a la capacidad de memoria de un material para recuperarse de una deformación—producto de un esfuerzo externo—si el esfuerzo sobrepasa esta capacidad, el tornillo se rompe o el resorte pierde su forma y función. La naturaleza y sus distintas formas de vida son fenómenos complejos no lineales, que en realidad no pueden ser vistos desde esta óptica.
Mirada crítica en torno al enfoque de resiliencia socioecosistémica en México
En este panel de discusión intervinieron siete especialistas que, bajo una mirada crítica, dejaron en claro que el actual modelo de vida capitalista, entre otras cosas, es totalmente contradictorio. Por ejemplo, los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la Naciones Unidas son en su forma última de base comunista, mientras que nuestro actual estilo y modelo de vida es totalmente consumista e individualista. O que los grandes incendios forestales no son debidos a las prácticas agrícolas sino al cambio de uso de suelo con intereses económicos globales encabezados por países del primer mundo que luego en nuestros países en desarrollo los vemos reflejados en problemas sociales de tenencia de la tierra, prácticas agrícolas contrapuestas, intimidación o distintos tipos de violencias que siempre afectan más a los desfavorecidos.
Esto ha generado que en la actualidad los términos de vulnerabilidad y resiliencia se tomen como complementarios o, aún más delicado, como sinónimos entre la mayor parte de nuestra sociedad. Damos por hecho que los cambios y afectaciones humanas al ambiente son parte de nuestra cotidianidad; por tanto, los daños que se puedan generar por tormentas tropicales de mayor intensidad en un periodo de tiempo más corto son normales, y es lógico que habrá devastación y muertes. Y por su frecuencia y divulgación a través de noticieros nos hemos “acostumbrado” a ellos.
Pero podría ser que por desinformación o apatía hayamos llegado a pensar que no hay otro remedio que aguantar los efectos de algo que ya no se puede cambiar. O peor aún, que pensemos que ya vendrá alguien más a hacer algo por nosotros y mientras podemos seguir con nuestros hábitos de consumo dentro de un modelo capitalista bajo la economía verde que nos ha enseñado que no pasa nada si usamos bolsas de plástico reciclable.
Hartazgo y desapego
Puede ser que lo que hasta ahora hayas leído te sacuda o incomode, pues tal vez no lo hayas visto de la manera en que se te presenta. También puede ocurrir que actualmente estés un poco harto de escuchar por muchas partes las mismas palabras en boca de políticos como base de programas oficiales o institucionales que resultan resbaladizas y hasta promiscuas. Esto ocurre porque la generalización de los términos nos lleva siempre al abuso de analogías sin sentido que primero nos parecen útiles, luego normales y más tardes terminan como conceptos vacíos, que desafortunadamente generan soluciones o respuestas paliativas a problemáticas reales y dolorosas que a todos nos aquejan. ¿No será que, después de lo que una gran pandemia nos hizo padecer y aún nos afecta, seguimos sin entender que somos parte de un sistema socioecológico?
Consideraciones finales
Esta vez, el participar en este evento—además de socializar conocimiento, discutir resultados y escuchar distintos puntos de vista—me llevará a mejorar como especialista. Me queda claro que es indispensable el estudio del propio conocimiento, sus significados y aplicaciones para no disfrazar conceptos en algo “bueno” cuando en realidad lo que se busca es legitimar el uso de los recursos naturales como materiales propios sin relación con el ambiente que nos rodea y del cual somos interdependientes.
Si no nos hemos dado cuenta, el agotamiento irracional de la naturaleza nos ha llevado a generar conflictos sociales, y esto debe ser la base de un cambio sin generar violencias ante las problemáticas creadas, pues esto se contrapone al dialogo y al entendimiento. Si en verdad queremos aspirar a un concepto humanizado de resiliencia, debemos ser conscientes y sensibles ante el sufrimiento de todo ser vivo, cambiar nuestros hábitos de consumo exagerados. El tener cosas de manera digna nada tiene que ver con acaparar más al costo que sea y por encima de todo y de todos.
Mi reconocimiento y gratitud a los panelistas, organizadores de este Congreso y a la Sociedad Científica Mexicana de Ecología por su labor y por dar este giro al entendimiento de la bioculturalidad y los sistemas socioecológicos de cara a una mejor convivencia y calidad de vida para millones de mexicanos.
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Aramis Olivos Ortiz es investigador del Centro Universitario de Investigaciones Oceanológicas de la Universidad de Colima. Campus Manzanillo.
Mail: aolivos@ucol.mx