Por Aramis Olivos Ortiz
Cuando nos referimos o pensamos en nuestro planeta, la Tierra, de inmediato pensamos en bosques, vida y agua dulce… Sin embargo, pocos se detienen a pensar las implicaciones de su vasto océano. La gran mayoría sabemos que el 71% de la superficie de nuestro planeta está cubierta por agua salada, pero ¿qué tan salada? En promedio, 34.4 gramos de sales por litro, lo cual la hace más densa que el agua de un río, un lago o una alberca, por eso cuando nadamos en el mar flotamos más fácil.
¿Qué tan profundo son los océanos?
En promedio 3,900 m, mientras que la altura promedio de la corteza terrestre en los continentes es de tan sólo 800 m; su profundidad máxima es de 11,034 m en la fosa de las Marinas en el archipiélago de las Filipinas, frente a los 8,849 m del Everest. Si pudiéramos mover toda la corteza de los continentes y ponerla dentro de los océanos, y luego emparejar todo el piso oceánico, nuestro planeta quedaría completamente cubierto por un solo océano con una profundidad promedio de 2,000 m. De este tamaño son nuestros océanos.
Como todos los días recibimos energía del sol, sólo la superficie de los océanos se calienta ligeramente, sin embargo, su temperatura promedio es de 3.5°C, lo cual es muy importante para el planeta, pues el exceso de energía solar que se transforma en calor se almacena en el agua superficial del océano; de esta forma, en verano cuando el planeta está más cerca del sol absorbe el calor—de lo contrario nos calcinaríamos—; luego, en invierno, cuando nos alejamos del sol, este calor es liberado a la atmósfera lentamente y hace que no nos congelemos.
Inicio de la vida en los océanos
Los océanos comenzaron su formación hace unos 3,700 millones de años. En ellos iniciaron las primeras formas de vida y las primeras colonias conocidas como estromatolitos, de las cuales aún hoy hay vestigios vivos, pero también restos fósiles, la prueba de la forma de vida más antigua en nuestro planeta que podemos encontrar en Australia y Canadá ya que fueron parte de la corteza oceánica que ahora es continente.
En los océanos surgió la vida, evolucionaron los primeros vegetales, se formaron los primeros animales que luego poblaron los continentes primitivos, tan es así que los primeros mamíferos fueron marinos, sus aletas se modificaron en 4 extremidades o patas y poblaron la tierra, algunas de aquellas especies no se adaptaron y regresaron al mar, por eso hoy en día los mamíferos marinos como ballenas, focas, delfines, manatís, tienen articulaciones en forma de aletas, con huesos cuya disposición es similar a los dedos de los mamíferos terrestres.
Océano: el mayor bosque del planeta
Las algas y microalgas marinas tienen millones de años habitando y evolucionando en los océanos. Su función es similar a la de los vegetales terrestres: captar nutrientes, dióxido de carbono (CO2) y con la luz solar realizar fotosíntesis para generar biomasa o carbono orgánico a partir de componentes inorgánicos; a su vez, esta biomasa se convierte en alimento.
Así es como las algas y microalgas marinas—como los vegetales terrestres—se convierten en alimento para el resto de los niveles tróficos. Con esto en mente no te resultará difícil o extraño comprender que la mayor parte de carbono o biomasa del planeta no se encuentra en los continentes, sino en los océanos.
Foto: Pixabay
Como los vegetales terrestres, las algas y microalgas liberan oxígeno a la columna de agua, este oxígeno disuelto sirve para que el resto de los organismos marinos, incluidas las bacterias, puedan “respirar”; por supuesto, a excepción de los mamíferos que para esto deben salir del agua momentáneamente y usar sus pulmones.
Es muy importante el oxígeno que se produce en el océano, pues estas algas y microalgas producen hasta el 70% del que hay disponible en la atmósfera del planeta y del cual nosotros como humanos disponemos para poder vivir; así pues, se produce más oxígeno en los océanos que lo que producen todos los vegetales en los continentes.
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Nuestro planeta ha cambiado y se mantiene en evolución. Se estima que hay unas 8.7 millones de especies conocidas, de las cuales se han identificado aproximadamente 1.3 millones. Del resto que quedan por identificar, se calcula que el 86% son terrestres; de ésas, la mayoría, el 91%, marinas como era de suponer.
En la actualidad, con técnicas genéticas, la identificación de nuevas especies, incluso microscópicas, es posible. No es fácil ni resulta económico, pero se trabaja arduamente en ello y ha generado muchas aplicaciones, ya que de los componentes orgánicos de las algas y microalgas se generan componentes bioactivos utilizados en nuevos fármacos.
El océano y sus recursos
En las últimas tres décadas, la población mundial ha experimentado un incremento importante, así como su tasa de longevidad, esto ha generado que en los 200 km más próximos a la costa se concentre el 60% de la población mundial. Por otra parte, el uso de suelo urbano y de deforestación han hecho que la producción de alimentos en el continente no sea capaz de satisfacer las necesidades de la población mundial; entonces, los recursos pesqueros marinos y más los relacionados con actividades acuícolas se han vuelto más importantes. De ellos no sólo obtendremos alimentos, sino proteínas de calidad para nuestra calidad de vida.
El medio terrestre de forma natural es accesible para el hombre, pero no estamos “diseñados” para movernos libremente dentro del agua. Para nosotros el llegar a profundidades tan sólo mayores a los 200 m es complicado, y un factor determinante es la presión que se experimenta con el incremento de la profundidad: cada 10 m de profundidad aumenta una atmósfera de presión.
Foto: Pixabay
La falta de estudios de los océanos y sus recursos, hace poco sustentable su utilización. Se conoce más acerca del universo que de los procesos químicos, geológicos y biológicos del fondo de nuestros océanos, mucho de lo cual se debe a que la tecnología para el estudio de los océanos es muy cara; sin embargo, por alguna razón las agencias espaciales de los países invierten más recursos en explorar el cosmos que nuestros océanos profundos, irónico.
Cuando pensemos en nuestros océanos, entendamos que son más que agua salada, que se mantiene una interconexión con la atmósfera y los continentes. Somos una gran comunidad planetaria, no deberíamos convertir al océano en el vertedero de basura más grande de nuestro planeta. Si existe vida en otros planetas y es inteligente, tal vez llamen al nuestro, planeta Océano. ¿Tú cómo lo ves ahora?
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Aramis Olivos Ortiz es investigador del Centro Universitario de Investigaciones Oceanológicas de la Universidad de Colima. Campus Manzanillo.
Mail: aolivos@ucol.mx