Por Tania Romero

Qué calor que tengo yo, dice la canción y vaya que tiene razón, pues para nadie debería ser novedad que las temperaturas del mundo van a la alza. El lunes pasado regresó a Alemania el rompehielos “Polastern” después de una expedición al Polo Norte en la que duró 389 días en el mar y no vino con buenas noticias.  De acuerdo con el jefe de la expedición, Marcus Rex,  “el mundo está amenazado” ; si el cambio climático sigue como hasta hoy, tan sólo nos quedan algunas décadas para que el hielo del Ártico desaparezca en verano. 

Tal vez nos parezca algo lejano; sin embargo, el cambio climático es sin duda la mayor amenaza medioambiental a la que nos enfrentamos, por las dimensiones que pueden alcanzar sus consecuencias; que van mucho más allá de que sudemos más de lo normal en primavera y en verano. Los impactos ya son visibles en los daños a las cosechas, en sequías, en fenómenos meteorológicos extremos, mega incendios y más.

¿Cómo afecta el cambio climático de manera local?

Lo hemos visto ya en el estado de Jalisco. Durante 2019 y lo que va de 2020 hemos sufrido más de un embate del cambio climático con las avalanchas de lodo en San Gabriel y Tlajomulco; la súper granizada de Guadalajara y Tlaquepaque; las fuertes tormentas; el aumento de los casos de dengue y de picaduras de alacrán; y las olas de calor por mencionar algunos. Y no, no es que el mundo haya enloquecido. Nuestros hábitos de consumo lo han llevado al límite con el quinquenio más cálido registrado en el periodo de 2015 a 2019 según datos de la Organización Meteorológica Mundial.

En junio de 2019 en Jalisco los aumentos de temperatura rompieron récords globales de acuerdo con el doctor Arturo Curiel Ballesteros, profesor investigador del CUCBA. Se encontró que si en Jalisco la temperatura normal máxima es de 31 grados, en ese mes se registraron temperaturas por encima de los 36.  El cambio climático se manifiesta también en aumentos a la contaminación del aire y el agua; en pérdidas de nuestros humedales y bosques; erosiones y más. Y todo esto provoca que se “desquicie” el territorio.

Covid-19 y cambio climático: no podemos bajar la guardia

Además, en el contexto de una crisis sanitaria y económica por  la pandemia por covid-19 es imprescindible no bajar la guardia en la lucha contra el cambio climático. Con el aumento en las temperaturas, aumentan también los índices de mortalidad; que en Jalisco implican 15 defunciones diarias adicionales a las que normalmente ocurren, incluyendo un aumento del 12% a la mortalidad prematura. Un aumento en el calor significa también aumentos en las picaduras de alacrán. En el estado ya tenemos el primer lugar nacional con 46 mil 554 personas durante 2019. 

Significa también más mosquitos  Aedes aegypti, causantes del dengue, una enfermedad en la que Jalisco desde año 2019 ocupa el primer lugar nacional de casos con 11 mil 727; el de la mayor tasa de incidencia por cada 100 mil habitantes, con 141.60; igualmente, el de mayor número de muertes con 49.  Para 2020 las cifras no fueron más alentadoras. Tan sólo de enero a agosto ya se registraban 886 casos, superando en más del doble los 350 casos reportados en el mismo periodo del año anterior. Por si el covid-19, el alacrán y el dengue fueran poco, la diabetes mellitus tipo I y el asma también están vinculadas con los cambios ambientales.  

Y a pesar de todo esto pareciera que seguimos en negación

Nuestros gobiernos siguen apostando a altas inversiones de presupuesto público en financiamiento a  combustibles fósiles —te hablo a ti Refinería de Dos Bocas; reducciones presupuestarias para las entidades públicas encargadas de la protección al medio ambiente; la desaparición de fideicomisos como el Fondo Sectorial de Investigaciones Ambientales y el Fondo de Protección de Persona Defensoras de Derechos Humanos, en un contexto de inseguridad para las personas defensoras del medio ambiente.

Esto quiere decir que por mucho que digamos que en México el medio ambiente se protege y firmemos cuantos Acuerdos de París se nos presenten, de nada servirán si detrás de las firmas no hay recursos. Es urgente que se generen mecanismos efectivos de coordinación multisectorial para que se integre en la protección ambiental y en el establecimiento de criterios y lineamientos de la política ambiental a las universidades, comunidades, sector privado y sector público. 

Los criterios y lineamientos deben habilitar que en los instrumentos de planeación de las ciudades se integren las disposiciones de los ordenamientos ecológicos; es decir, no leerse como instrumentos independientes. Esto puede servir para prevenir y delimitar el crecimiento urbano; asimismo, evitar la depredación de las zonas que brindan servicios medioambientales. Los reglamentos de desarrollo urbano y de construcción municipales, así como el código urbano estatal deben considerar criterios de resiliencia, diseño bioclimático e infraestructuras verdes como requisitos para la emisión de licencias de construcción y para el desarrollo de obras públicas atendiendo a las zonas de vulnerabilidad que ya se tienen detectadas. 

Se deben también impulsar la investigación e inversión en energías renovables. Financiar la generación de atlas de riesgos municipales con criterios de resiliencia, instrumentar mecanismos como los fondos de agua; de igual manera, los planes hídricos y el financiamiento a las unidades de protección civil y a los servicios básicos de salud. 

La lucha contra el cambio climático no debe ser sólo de las y los jóvenes, de los organismos de la sociedad civil y de las comunidades. Sin un serio involucramiento del sector público en estas agendas, los efectos del cambio climático muy pronto serán irreversibles. 

*****

Tania Romero es tapatía, adicta al café y consultora en legislación urbana, capacidad institucional y planeación para el desarrollo. Milita en Futuro Jalisco.

Twitter: @TaniaRomeroL

Fuentes

 

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

Comentarios

Comenta con tu cuenta de Facebook