Los Juegos Olímpicos de Invierno presentan momentos de particular emoción por lo ajenas que son sus disciplinas para la rutina cotidiana de países como el nuestro. Todavía más, cuando hemos tenido la oportunidad de ver en la edición de Beijing 2022 a un mexicano como Donovan Carrillo mostrarle al mundo de lo que es capaz una persona con un sueño. La intensidad del hockey sobre hielo, la velocidad del esquí alpino, lo extraordinario del snowboarding y el sinfín de deportes que se practican ofrecen entusiasmo, pasión y alegría en medio de años que han sido complejos por la pandemia por covid-19.

Sin embargo, los JJOO de Beijing 2022 no han estado exentos de polémicas y problemáticas públicas. En primer lugar, porque se trata de un evento que arrancó en medio de presiones a nivel internacional por un boicot diplomático. Países como Australia, Bélgica, Reino Unido, Canadá y Estados Unidos, entre otros, decidieron no mandar representantes oficiales a China durante el evento, por una preocupación generalizada por violaciones a derechos humanos—que incluyen acusaciones de genocidio—en el país asiático. Esto no ha impedido a los atletas participar en las distintas competencias y la realidad es que fue un movimiento más bien simbólico que poco ha impactado el funcionamiento de los Juegos. 

Con peras y manzanas: el boicot a los Juegos Olímpicos de Invierno

Pero ahí no han terminado los cuestionamientos a Beijing 2022. Ha destacado considerablemente el hecho de que es la primera edición de Juegos Olímpicos de Invierno en la que el uso de nieve artificial es casi absoluta. Es algo llamativo que levanta cejas por, al menos, tres motivos: su impacto al medio ambiente, lo que significa para el desempeño de deportistas y sus implicaciones en el largo plazo. 

Impactos de la nieve artificial

La nieve artificial ha sido utilizada en los Juegos Olímpicos de Invierno desde los años 80. Incluso en países de bajas temperaturas que cuentan con nieve natural. Sirve como refuerzo para preparar los escenarios de algunas competencias que requieren niveles muy estables de nieve. No obstante lo anterior, se ha vuelto alarmante el uso cada vez mayor que se le da: en Sochi 2014 fue de 80% y en PyeongChang 2018 alcanzó el 90%. Esto responde principalmente a dos factores. Por un lado, porque el Comité Olímpico Internacional (COI) a lo largo de la última década ha decidido abrir en la medida de lo posible el abanico de opciones de anfitriones para los JJOO. Por el otro, y esto es lo más preocupante, porque los efectos del cambio climático en el planeta hacen que los niveles de nieve y temporadas de bajas temperaturas sean más inestables que hace décadas.

Que en Beijing 2022 prácticamente toda la nieve sea artificial tiene un impacto directo en el desempeño deportivo. Cambia la constitución de las superficies, haciéndolas más lisas, en las que los deportistas no están necesariamente acostumbrados a entrenar. Esto aumenta las velocidades a las que se mueven; con ello, los riesgos de golpes y lesiones.

Además del peligro que conlleva el uso de nieve artificial, trae consigo problemas ambientales de fuerte impacto. Las cantidades de agua necesarias para crear estos insumos son enormes; asimismo, esto se complica cuando la región de Pekín es una que se encuentra de por sí en estrés hídrico desde hace años. Para poder generar lo que se necesitó para arrancar los juegos de Beijing 2022—y se sigue necesitando para que continúen—se crearon más de 60 kilómetros de tubería para redistribuir agua de otras provincias y se desplazó a poblaciones y familias completas de agricultores. 

¿Presagio o aprendizaje?

El gobierno chino ha tenido un interés constante en comunicar que Beijing 2022 es un evento preocupado por el medio ambiente. La gran mayoría de su operación se lleva a cabo con energías renovables; dicho sea de paso, es una preocupación de China en la última década en sus esfuerzos por impulsar una transición energética. De igual modo, se han dedicado a sembrar y replantar millones de árboles para minimizar el impacto ambiental de los Juegos Olímpicos de Invierno. En relación con las cantidades enormes de agua que se está utilizando para crear la nieve artificial, en teoría buscan captar la gran mayoría para que pueda reusarse. Pero esto es dificilísimo; además, el mismo COI en su momento concluyó que las estimaciones de Beijing sobre uso de agua para su nieve artificial eran más alegres que realistas.

La duda que subyace al uso de nieve artificial en Beijing 2022 es qué nos dice sobre el futuro. El cambio climático hace que sean cada vez menos las ciudades que puedan ser anfitrionas “naturales” para los Juegos Olímpicos de Invierno; de hecho, es probable que para 2080 sólo Sapporo, en Japón, pueda hacerlo. El mensaje actual parece ser que qué importa que no haya nieve suficiente para las competencias invernales, si al fin que la humanidad puede generarla artificialmente en volúmenes sobrados para que el espectáculo pueda continuar. Pero los recursos necesarios para hacerlo también se encuentran en problemas fuertes. Y entre preparar escenarios perfectos para la práctica televisada del esquí alpino o distribuir agua a poblaciones en sequía… pues la respuesta, esperemos, siempre sea obvia.

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