Por Aramis Olivos Ortiz
Para muchos de nosotros con nociones de geografía, los adultos que de niños solíamos ojear un atlas o los jóvenes que recurren a Wikipedia cuando requieren de una consulta, les será familiar que en nuestro planeta se reconocen cinco océanos que por su tamaño en orden decreciente son: Pacífico, Atlántico, Índico, Ártico y Antártico o Austral. Bueno, pues les comunico que, desde el 8 de junio de este año, fecha en la cual se celebra el día mundial de los océanos, dejando atrás diversas controversias geopolíticas para considerar la importancia ecosistémica de esta parte de la hidrósfera, verdePara celebrar este acontecimiento, en esta ocasión les hablaré de la circulación oceánica y el servicio socioambiental que esto representa para nuestro planeta.
Forma y tamaño de los océanos
Se sabe que la parte de nuestra corteza terrestre cubierta por agua salada (mares y océanos) es aproximadamente el 71%; o sea, que contiene el 97% del agua de nuestro planeta, unos 1,300 millones de kilómetros cúbicos de agua. Si esto te parece mucho, cada kilómetro cúbico equivale a un 1 seguido por 12 ceros. La forma y relieve de la corteza que contiene esta gran masa de agua es variable debido a la evolución geológica del planeta que hoy en día continúa y genera estructuras como las dorsales oceánicas, una serie de cadenas montañosas que unidas forman la estructura más larga y alta de nuestro planeta que atraviesa el Pacífico, Atlántico, Índico y, por supuesto, el océano Austral con una altura de entre 2,000 y 3,000 m con 60,000 km de longitud. Sin embargo, no la vemos. Está sumergida ya que la profundidad media de los océanos es de 3,900 m. En otras partes de nuestros océanos existen grandes planicies y zonas donde una placa de la corteza choca con otra y la menos densa se hunde generando fosas de 11,034 m de profundidad.
Relación entre atmósfera y océanos
Considerando que nuestro planeta gira sobre su propio eje y alrededor del sol, el calor que recibe varía entre el día y la noche y a través del año conforme avanzan las estaciones; por tanto, nuestra atmósfera se calienta y enfría al igual que nuestros continentes y océanos en su parte superficial. Por otra parte, por su forma esférica, en su parte media o entre sus trópicos recibe energía del sol de manera directa o en ángulo recto, pero, hacia los polos, por su curvatura el ángulo se cierra y la energía que llega a la superficie es menor, lo cual hace que tengamos hielos polares, ya que la temperatura baja y el agua se congela.
Este calentamiento diferenciado entre el ecuador y los polos genera que la energía retenida en la atmósfera también se mueva; así, una masa de aire cálida sube, pues pierde densidad hasta una altura considerable donde se enfría, pierde calor, se condensa y comienza a descender. Esto forma patrones de viento que chocan con la superficie de los océanos creando corrientes superficiales por fricción con patrones definidos que al acoplarse se transforman en una circulación mundial superficial, la cual es impulsada por la diferencia de calor entre el ecuador y los polos, y por el choque y desviación del agua superficial con los continentes e islas.
Masas de agua
Resulta claro que el agua en la superficie de los océanos entre los trópicos es cálida, menos salina y densa, pues se mezcla con la lluvia y el agua dulce que escurre desde los continentes; por otro lado, resulta lógico que las aguas de más de 200 m de profundidad, alejadas de la energía solar, son frías y más densas, ya que también tienen mayor contenido de sales. Ahora imagina que nuestros océanos actúan como una gran banda sin fin que en la superficie lleva agua del ecuador impulsada por el viento, chocando con los continentes hacia los polos, que en su trayecto pierde calor y se vuelve más salina ganando densidad y hundiéndose en los polos.
Como el planeta se mueve sobre su propio eje, ese movimiento se acopla al superficial y hace que las aguas profundas también circulen, ahora de los polos hacia el ecuador, donde ganan calor, ascienden y pueden llegar nuevamente a la superficie. Durante este trayecto las corrientes generan distintas masas de agua; es decir, grandes volúmenes de agua con características de salinidad, temperatura y densidad particulares según la región o profundidad donde se crean o transforman.
Océano atmósfera y temperatura en la Tierra
Nuestro planeta es el tercero en el sistema solar. Estamos muy cerca de la estrella que nos proporciona energía, la cual, como ya se ha explicado, en parte es absorbida a través de la atmósfera, otra es reflejada por la misma y el resto llega hasta la superficie de los continentes u océanos. Nuestro planeta, al estar mayoritariamente cubierto por océanos, absorbe el calor en sus moléculas de agua durante todo el año, en especial en verano, cuando estamos más cerca del sol.
Este calor es liberado lenta pero constantemente a través de la banda sin fin antes descrita; es decir, el exceso de calor almacenado en los océanos durante verano es liberado lentamente en invierno, sobre todo en latitudes altas y polares, lo cual se traduce en un mecanismo de amortiguamiento de temperatura, por lo cual, debido a la atmósfera y el océano, nuestro planeta tiene amplitudes mínimas de temperatura entre la noche y el día y entre el invierno y verano, haciendo posible la gran biodiversidad de vida en sus distintos ecosistemas. Por ejemplo, eso no ocurre en Marte, donde en verano en su parte ecuatorial durante el día alcanza los 20°C y en la noche los -80°C; en invierno, en sus polos se pueden alcanzar los -183°C.
Circulación oceánica
Como ejemplo, el agua intermedia del Atlántico puede tardar hasta 2,800 años en viajar alrededor del planeta, en su recorrido puede pasar 1,000 años en el Pacífico luego ir por los océanos Índico y Austral y regresar al punto de partida. En contraparte, el tercio más superficial del agua del Atlántico tarda unos 300 años en regresar, mientras que alrededor del 20% más profundo puede pasar 700 años viajando, penetrar al mar de Weddell frente a la Antártida y volver. En este proceso, como ya se mencionó, una masa de agua Atlántica chocará y viajará por distintas profundidades controlando el clima del planeta, acarreando nutrientes y oxígeno necesarios para sostener las cadenas tróficas marinas, transportando organismos que en distintos zonas o latitudes completarán ciclos ecológicos increíbles, lo cual sólo se puede entender conociendo los límites de los océanos y sus interacciones. En esto radica la importancia de que se haya reconocido al Océano Antártico o Austral, pues, hasta hace poco, por la carencia en cuanto a sus límites geográficos, el financiamiento internacional para la realización de estudios era difícil de concretar.
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Aramis Olivos Ortiz es investigador del Centro Universitario de Investigaciones Oceanológicas de la Universidad de Colima. Campus Manzanillo.
Mail: aolivos@ucol.mx