Por Raiza Pilatowsky Gruner
Mañana comienza el 2021 y parecería ser que esta fecha arbitraria del calendario gregoriano trae con ella la capacidad de definir la actitud de miles de millones de personas en el mundo. Es así como por estas épocas nos encontramos con tres clásicos personajes también muy comunes en el movimiento ambiental y que representan actitudes bien distintas ante el futuro. ¿Y tú, con cuál te identificas?
“Seguro habrá Sol mañana”
Esa persona que cree que de un día a otro todo se solucionará. Ya no habrá pandemia, ni virus y podremos salir a las calles a festejar como si nada hubiera pasado. El 2021 traerá un borrón y cuenta nueva como nunca nos habíamos imaginado. Esa persona cree que separando basura y dejando de usar popotes reduciremos los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera y que mágicamente las empresas y estados-nación decidirán dejar de explotar personas y recursos por igual. Pero como ya mencionó mi colega Luis Fernández en una entrada anterior, las crisis socioambientales por las que estamos pasando (incluyendo la pandemia) no son un accidente fortuito que desaparecerá de la noche a la mañana sólo porque así lo deseemos.
“Nostradamus tenía razón”
En el otro extremo del ring, tenemos a esas personas pesimistas que ven señales del fin del mundo hasta cuando se les quema el arroz. Inserta la frase “fin del mundo” en cualquier motor de búsqueda y encontrarás una buena selección de videos indicando que el comienzo de 2021 es sinónimo del fin de nuestra existencia. De igual manera, en el afán de querer comunicar la urgencia del problema ambiental y climático al que se enfrenta nuestro planeta, no falta quien se haya tomado el mensaje hasta el extremo y que se la pasa utilizando fechas para anunciar la llegada de nuestra propia extinción. Que si en 7 años se nos acaba el presupuesto de carbono, o si la ciencia dice que tenemos hasta el 2030 para no sobrepasar la meta del 1.5°C establecida por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Y no es que no estén en lo correcto, sino que de tanto poner estas fechas límites como símbolo de la crisis, han ayudado a cementar varios mensajes problemáticos.
Primero, hablar de estas crisis como si fueran el fin del mundo justamente transmite la idea de que será un fin drástico, y que una vez que llegue el 2030 o pasen 7 años, el planeta explotará, en lugar de mostrar cómo muchos de los problemas del cambio climático ya están ocurriendo y que su aumento será gradual, afectando primero a personas que de por sí ya son más vulnerables. En segundo lugar, tenemos que este mensaje fatalista contribuye a la eco-ansiedad, o miedo crónico al desastre ambiental. Este sentimiento puede llegar a hacernos sentir que ya no queda nada más por hacer, y que es mejor dejar las cosas seguir su curso, evitando que tomemos acciones respecto a lo que está pasando. Por último, mensajes del fin del mundo o el fin de los humanos tienden a generalizar esta experiencia como si la responsabilidad o el impacto fuera el mismo para todos, cuando históricamente unos pocos se han beneficiado de la crisis y ellos mismos serán a los que menos les impacte, si es que lo hace. De igual manera, este discurso ignora que para muchos grupos el fin del mundo ya ocurrió, al haber sido despojados de sus tierras o llevados casi al exterminio, y que para ellos las problemáticas socioambientales han sido una constante, mientras que no fue hasta que los grupos hegemónicos se vieron amenazados por estas problemáticas que se volvieron un tema de relevancia por resolver.
“Ni me viene ni me va”
En este último grupo encontramos a quienes cada fin de año sacan a relucir que las fechas importantes son pura construcción social, se burlan de los que festejan Año Nuevo y deciden pasar la noche viendo Netflix. En su equivalente ambientalista, estas personas son conscientes de que el problema no desaparecerá ni mágicamente ni con puras acciones individuales, y también saben que el mundo no se va a terminar literalmente. Sin embargo, utilizan esa consciencia para justificar no tener que hacer nada para cambiar el mundo, ser apáticos ante los problemas y burlarse de los que quieren hacer aunque sea un poco.
¿Entonces, cuál es mi resultado?
Al final, apreciable lector, lectora o lectore, todas estas categorías sólo son un pretexto para reflexionar sobre las actitudes que tomamos ante nuevos comienzos y ante la posibilidad del fin. Los seres humanos vamos más allá de tres cajitas y probablemente rechacemos algunos puntos de cada una de las categorías, nos identifiquemos con otros y seguramente faltaron varias opciones que ni siquiera me puedo imaginar. Y si algún propósito tengo para 2021, es que no perdamos la visión optimista de que somos capaces de cambiar el estado de las cosas, no desde una perspectiva individualista o apática, si no a través de la acción directa y colectiva, el apoyo, y la colaboración entre diferentes grupos. ¡Feliz Año Nuevo!
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Raiza Pilatowsky Gruner es co-fundadora y directora de Estudios Planeteando. Lleva tres años investigando, escribiendo y siendo conductora de videos y podcasts con el fin de comunicar las problemáticas socio-ambientales que afectan a nuestro país y nuestro planeta a través de la plataforma Planeteando, bajo una visión de justicia ambiental. Es Maestra en Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable por la Universidad del Colegio de Londres y Licenciada en Ciencias de la Tierra por la UNAM. Tiene estudios en comunicación de la ciencia, desastres y cambio climático, y ha colaborado con organizaciones de la sociedad civil enfocadas a crear una sociedad más sustentable