Por Mariana Castro Azpíroz
“Se compran colchones, tambores, refrigeradores, estufas…” Entre el fierro viejo y el trabajo de los casi 500 mil pepenadores mexicanos, probablemente piensas que en México reciclamos muy bien nuestra basura. Te sorprenderá saber que en realidad sólo lo hacemos con el 6.7% de los residuos… Pero somos el país que más basura genera en Latinoamérica.
Viaje al centro de desechos
Tenemos la idea errónea de que al tirar algo al bote de la basura, desaparece de nuestras vidas para siempre. Ni siquiera pensamos en qué implica deshacerse de esa envoltura o a dónde van a parar nuestros desechos.
Cada año, se producen más de 2,100 millones de toneladas de residuos, suficientes para llenar más de 800,000 albercas olímpicas*. Los índices de generación de basura más altos, de acuerdo a un estudio realizado por la empresa de consultoría británica Verisk Maplecroft en 2019, son los de Estados Unidos, Países Bajos y Canadá. La mayoría de los países de bajos ingresos tienen un mal manejo del 90% de sus residuos. Esto implica un mayor riesgo de desastres y aumenta las emisiones de contaminantes. Mientras que muchos países europeos y Japón reciclan más de la mitad de sus desechos, Latinoamérica es la región que menos recicla.
Basura promedio generada por persona al día en kg. Fuente: Banco Mundial, 2018. “Los desechos 2.0: Un panorama mundial de la gestión de desechos sólidos hasta 2050”.
Además, en este mundo digitalizado, una parte importante es la basura electrónica. En 2018, la cifra era de 48.5 millones de toneladas. Esto cubriría toda la superficie de Manhattan, Nueva York, pero sólo una quinta parte se elimina adecuadamente. La ironía es que se trata de una mina de oro. Se estima que entre estos residuos se encuentran más de 62,500 millones de dólares en materiales preciosos como oro, cobre y hierro. Este valor equivale al triple de la producción mundial en minas de plata y supera el PIB de 123 países. La basura electrónica contiene también los llamados metales de tierras raras, necesarios para baterías y lentes de cámaras fotográficas, pero que existen en pocos sitios del planeta y son cada vez más caros de extraer.
¿Y a dónde va a parar toda nuestra basura?
Muchos países desarrollados exportan sus residuos a países en vías de desarrollo. China solía ser el basurero mundial, ya que importaba la mayoría de los desechos plásticos de todo el planeta. Sin embargo, en 2018 apostó por la creación de una economía verde, para lo cual dejó de recibir 24 categorías de material reciclable y desechos sólidos. Otros países como Tailandia, Filipinas y Vietnam optaron por medidas semejantes. Lamentablemente esto provocó que los residuos terminaran en otros países, como Malasia, que recibió 754,000 toneladas de desechos plásticos entre enero y julio de 2018: el equivalente al peso de 82 Torres Eiffel. Ahora existe un gran número de fábricas de reciclaje ilegal que queman plástico y generan mucha polución, además de poner en riesgo la salud de los habitantes. Simplemente en el distrito de Kuala Langat se han descubierto 33 fábricas ilegales que han tenido que cerrar.
Un panorama más limpio
En el entorno natural, “basura” es un concepto que ni siquiera existe, porque todo se recicla constantemente. Somos los seres humanos quienes generamos residuos que contaminan y en muchos casos es por falta de conciencia. La basura no desaparece por arte de magia. Termina en el aire que respiramos, en los océanos, en zonas rurales y urbanas, obstruyendo por todos lados. Además la producimos a un ritmo que ni siquiera permite que se descomponga, así que sobrepasa los rellenos sanitarios constantemente.
Con el panorama de basura que acabamos de pintar, parece difícil imaginar una alternativa para remediarlo. Afortunadamente está el caso ejemplar de Suecia, donde los desechos brillan por su ausencia. En este país se separan los residuos en 5 categorías y solamente el 1% termina en rellenos sanitarios. El 47% va a plantas de reciclaje y el resto se quema para producir energía eléctrica y calefacción. Así que literalmente generan la luz de 250, 000 casas y llevan calor a un millón de ellas.
Está en nuestras manos fomentar iniciativas para adoptar modelos más verdes a gran escala, pero podemos comenzar con algo más directo, en nuestra vida cotidiana.
Cómo ser zero waste en 5 sencillos pasos
Por supuesto que no es inmediato pasar de generar aproximadamente un kilo de basura al día por persona, a nada. “Zero waste” (cero desperdicio) es un estilo de vida que tiene esto como objetivo final, pero antes de llegar ahí, hay muchos pequeños cambios que puedes hacer en tus hábitos de consumo. Para reducir la cantidad de residuos, empieza por rechazar todo lo que no es necesario. Esas galletas que vienen en una caja llena de paquetes, que después tienen empaques individuales para cada una, son una terrible opción. No compres plásticos de un solo uso y busca que todo tenga la menor cantidad de envolturas posible. La mejor alternativa siempre será comprar a granel.
Una vez que rechazaste todo lo innecesario, reduce tu consumo. Se estima que en 2019, México generó 120,128 toneladas de basura al día. Es el peso de aproximadamente 740 aviones. Definitivamente no necesitábamos todos esos desechos, así que no compres nada que no sea indispensable o que realmente vayas a utilizar.
El siguiente paso es reutilizar. En lugar de tirar todos esos envases vacíos a la basura, úsalos para guardar otra cosa. Por ejemplo, si comienzas a comprar a granel, ya tienes dónde colocar los nuevos productos. Dale nueva vida a tu ropa vieja: convierte unos jeans rotos en shorts, usa la tela de una camiseta para hacer una bolsa, y si no eres fan de los proyectos DIY, por lo menos ya tienes un nuevo set de trapos para limpiar la casa.
Si con todo lo anterior todavía te sobran cosas con las cuales no sabes qué hacer, llévalas a un centro de reciclaje. Recuerda que la idea es que la vida útil de cada producto se prolongue lo más posible. Así que sólo lleva a reciclar lo que ya reutilizaste a más no poder, ya que los procesos industriales necesarios para transformarlo en una planta representan un gasto energético si llevas material que solamente tuvo un uso. Reciclar y reutilizar puede reducir la basura que generamos los mexicanos en un 31%.
Finalmente, reincorpora a la tierra; es decir, haz composta. De esta manera los residuos orgánicos (que en México son el 46% de la basura) pueden convertirse en nutrientes para las plantas. ¡Hay muchas maneras de hacer composta! Seca, caliente, lombricomposta, bokashi… Recuerda investigar bien cómo se hace cada una, ya que son procesos distintos y si intentas combinarlos, terminarás con un montículo maloliente. En cambio, si la haces correctamente, la composta tiene un lindo aroma a tierra fresca y será un excelente abono para tus plantas.
Busquemos generar la menor cantidad de desperdicio. Queremos un panorama de montañas verdes, no de montañas de basura.
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Mariana Castro Azpíroz estudió biología molecular en la UAM Cuajimalpa. Ha realizado investigaciones en colaboración con el Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco (CIBAC, UAM-X); además, se ha dedicado al cuidado y conservación de especies acuícolas endémicas. Desde 2019 se dedica a la divulgación científica y actualmente hace educación ambiental a través de redes sociales.