Por Javier Medina

 El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en esta nueva oportunidad para reconocer esta fecha, existe lugar para hacerlo desde un abordaje que permita minimizar las condiciones de desigualdad en las que vivimos y también en comprender la estrecha relación que existe entre Medio Ambiente y Derechos Humanos. 

Este año el esfuerzo se centra en la necesidad de reconstruir para mejorar, asegurando que los Derechos Humanos sean la base para los esfuerzos de recuperación. Este enfoque parte de las profundas implicaciones que ha tenido la crisis sanitaria y social que atravesamos derivado de la pandemia por covid-19. Por lo que la apuesta de cara al futuro es una que abrace y garantice el reconocimiento y protección de los Derechos Humanos. El abordaje de reconstruir para mejorar que ha sido adoptado en este año, comprende tres grandes ejes de acción que se basan en la solidaridad, la interconexión y la humanidad, aspectos que, además, son indispensables si hablamos de cuidado y conservación del ambiente y los ecosistemas.

Garantizar el Derecho Humano a un medio ambiente sano para el adecuado desarrollo de las personas implica apostar por enfoques de bienestar colectivo y requiere que la protección de ecosistemas y elementos naturales se haga precisamente con un enfoque de derechos humanos, garantista, restaurativo y de visión a futuro. El costo de procesos de producción y modos de vida que no sean sostenibles va mucho más allá de lo económico, pues mantener ecosistemas sanos da mayor viabilidad a las actividades económicas y permite los equilibrios necesarios para nuestro desarrollo y subsistencia. 

derechos humanos
Imagen: Pixabay

 

Esto es posible si la evolución de ciudades y comunidades y aspectos como la movilidad, procesos productivos, el espacio público, la salud y los servicios van pensados desde la generación y conservación de servicios ambientales, los que, a su vez, establecen condiciones básicas necesarias para mejorar nuestra calidad de vida. Respirar aire limpio, contar con suelos productivos y tener disponibilidad de agua para consumo humano, requiere de inversión. Inversión a la que sin duda se le debe apostar de manera consistente y que no debe ser vista más como un gasto. Citando al Periodista Agustín del Castillo, “La economía depende de lo que le provee la naturaleza para poder generarse”. Esto implica que los esquemas desarrollistas deben parar. Es necesario que la apuesta sea por modelos que tengan como base al patrimonio natural y provean de prevención al deterioro ambiental.

Ésta es una buena oportunidad para contrastar las políticas que incentivan la destrucción ambiental y las que en contraparte buscan restaurar; una contradicción que nos cuesta en lo económico, lo social y lo ambiental. Existe también bastante que replantear en cómo se destina el presupuesto ambiental en nuestro país, un ejemplo de ello y citando de nuevo a Agustín del Castillo en La crisis ambiental contra la economía:

“En el periodo de 2012 a 2020, en promedio, el 75 por ciento del gasto destinado a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales se destinó a la Comisión Nacional del Agua (Conagua), mientras que 2.5 por ciento fue destinado a la Conanp. Al término de este periodo, el presupuesto aprobado del sector se redujo en 46% de lo asignado el primer año. Si hablamos de la Comisión Natural de Áreas Naturales Protegidas, el presupuesto de la Conanp se redujo al cierre de 2020 en más de la mitad, mientras que la superficie protegida aumentó 71.8 por ciento.”

La debilidad institucional implica desprotección a los ecosistemas; por tanto, hace complicado materializar de manera efectiva los esfuerzos por proteger, conservar y restaurar.

Desde el sector público, la iniciativa privada, la academia y lo comunitario, la suma de esfuerzos debe ir enfocada en la construcción colectiva de entornos más seguros, sanos y armónicos. El futuro sólo es posible si es pensado desde los Derechos Humanos y la acción por el clima, la biodiversidad y el medio ambiente. 

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Javier Medina es abogado por la Universidad de Guadalajara con enfoque en políticas públicas y medio ambiente. Militante de Futuro.

Twitter: @javier_medinaP

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