Por Javier Medina

Defender la vida es algo que va mucho más allá de las visiones que caben en el espectro tradicional y que tiene profundas implicaciones. Pasa por la defensa de nuestros ecosistemas y espacios naturales. Defender la vida es hablar sobre medio ambiente, justicia social y cuidados, pues ahí se encuentran muchos de los temas que como población nos duelen y que merecen atención desde los espacios de toma de decisiones.

La naturaleza y la vida son lo más importante, por lo que las decisiones y las agendas de gobierno de manera irrenunciable deben poner los derechos de las personas al centro. Cada vez somos más, de acuerdo al último censo del INEGI, en Jalisco. La población total es de 8 millones 348 mil 151 habitantes; lo que coloca a Jalisco como la tercera entidad más poblada en México. Esto hace que las dinámicas sociales sean cada vez más complejas; ante esto, la única solución está en dar pasos sólidos y constantes hacia la construcción de entornos seguros, sanos y armónicos. Invertir en la población y su bienestar.

Foto: Pixabay

Entender la vida desde la dignidad y los derechos de las personas implica hacerle frente a un desarrollo que produce capital a costa de la salud, la vida y los ecosistemas. Jalisco, por sus diversos entornos y contextos, es diverso y es plural. Se alimenta y sustenta de los espacios naturales y las áreas productivas que existen en cada una de sus doce regiones; es sinónimo de interdependencia entre sus entornos rurales y urbanos. Por ello, desde lo local y desde nuestros municipios, necesitamos recomponer y reconstruir para crecer y gestar un desarrollo que piense de manera permanente en las futuras generaciones. Dejarles un legado en el que puedan vivir una vida plena y convertirse en la persona que desean ser es la responsabilidad más grande que tenemos como generación.  

Bosques que arden

Uno de los escenarios más grotescos que podemos presenciar de deterioro ambiental, sin duda es el de un bosque en llamas. Naturaleza consumiéndose y convirtiéndose en humo y cenizas. Catastrófico, pero justo por eso es necesario que la protección de los bosques sea prioridad. De acuerdo a la Comisión Nacional Forestal, 9 de cada 10 incendios son provocados y, desde luego, es necesario atacar este indicador.

Cada temporada de estiaje, con la llegada del viento y el clima secos llega también la incertidumbre de saber si nuestros bosques arderán o si podrán soportar la temporada. En días recientes, una vez más el Bosque de la Primavera se vio envuelto en llamas. Desde los primeros días de abril y hasta el día 16 de este mes, dos incendios suscitados en los parajes de las Canoas y los Volcanes afectaron en su conjunto más de 7 mil hectáreas de bosque.

Ese mismo escenario se replicó en los bosques de Apango, cerca de San Gabriel, pues el 12 de abril el fuego se hizo presente y mientras era escrito este texto, el martes 20 de abril, parte de la Sierra del Tigre en el Sur de Jalisco comenzó a arder.

 Ante esto y desde lo local, ¿qué podemos hacer?

De entrada, el objetivo se centra en incentivar esquemas sostenibles de desarrollo; implementar y hacer efectivos Programas de Ordenamiento Ecológico Territorial; por tanto, gestionar el territorio desde los usos de suelo y políticas ambientales que esos Programas contienen. Vigilar y proteger el territorio desde una vinculación entre órdenes de gobierno es indispensable, pues esto abre la puerta para que desarrollar labores de prevención y trabajar en la restauración del territorio pueda darse de manera constante y efectiva.

Impulsar las vedas forestales para que éstas sean efectivas y que, de esta forma, los terrenos incendiados no cambien su uso de suelo en tanto no se hayan recuperado y, algo que es indispensable, asignar recursos en lo local (entidades y municipios) y desde lo federal. Lo que se le denomina como “gasto ambiental” debe incrementar y desde ya. Entender que la asignación de recursos para medio ambiente es apostar por el futuro y es apostar por una palanca de desarrollo con perspectiva de largo aliento.  

Nuestra vida, la de las demás personas y la de las especies con las que cohabitamos dependen de entornos y ecosistemas sanos. En todo momento, la naturaleza busca la manera, se regenera y resiste, pero no podemos darle la espalda a nuestro destino; por eso, asumir responsabilidades y cuidar y preservar de nuestro capital natural es la mejor decisión que podemos tomar. 

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Javier Medina es abogado por la Universidad de Guadalajara con enfoque en políticas públicas y medio ambiente. Militante de Futuro.

Twitter: @javier_medinaP

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