Por Claudia Quintanilla Villa

El 18 de agosto de 2020, después de pasar 3 interminables meses de encierro en la Ciudad de México, surfeando las olas del “no sabemos qué va a pasar”, me inscribí al programa de aprendices del centro agroecológico y de permacultura  “Las Cañadas” que se encuentra en  Huatusco, en el estado de Veracruz. Necesitaba alejarme de la ciudad y aprender acerca de otras formas de responder a las circunstancias socio-ambientales actuales que vivimos, sobre todo en tiempos de tanta incertidumbre. Mi experiencia fue muy satisfactoria; sin embargo, lejos de las expectativas que llevaba, fueron 3 semanas de arduo e intenso trabajo… Viví una experiencia que me hizo reflexionar y  revalorar lo que somos, en qué gastamos nuestra energía y cómo usamos los recursos de la tierra.

¿Qué son “Las Cañadas”?

“Las Cañadas” son un Centro de Agroecología y permacultura donde se encuentra una de las últimas islas de Bosque de Niebla de la zona central de Veracruz. Son una cooperativa conformada por 22 socixs quienes producen cerca del 80% de la comida que requieren para que viva toda la comunidad  (58 personas). A lo largo de aproximadamente 20 años, la comunidad ha reforestado 60 hectáreas con 50 mil árboles nativos en el área que anteriormente funcionaba como granja de ganadería extensiva; hoy, es una reserva ecológica.

las cañadas

Foto de Claudia Quintanilla Villa. Vista del Bosque de Niebla, Bosque Mesófilo de Montaña o Selva Nublada.

Dentro de lo que producen hay maíz, frijol, muchos tipos de tubérculos, hortalizas, frutas, huevos, leche, queso, hongos y un poco de carne, con el objetivo de brindar una alimentación sana para todas las familias. También producen leña para cocinar, así como madera y bambú para construir sus casas, además de contar con ciertas tecnologías que les permiten consumir menos recursos y, en el caso de los sanitarios ecológicos, devolverle a la tierra lo que de ella se obtiene.

Utilizan la permacultura como herramienta de diseño con la finalidad de aprender, implementar y compartir una forma sostenible de vivir. Su meta principal es llevar una vida sustentable, alegre y sencilla. (https://bosquedeniebla.com.mx/#)

vivir cañadas

Foto de Claudia Quintanilla Villa. Cortando Leña.

En las Cañadas, además de haber diferentes tipos de cursos y capacitaciones, existe el programa de aprendices el cual ofrece la posibilidad de vivir con ellos durante tres semanas  e involucrarte en las actividades cotidianas para “aprender trabajando”. La idea es incorporarte en lo que sucede dependiendo de la temporada, involucrándote en los temas que más te interesen; trabajando en las propias necesidades del lugar. Las personas que nos inscribimos vivimos 20 días en una pequeña aldea junto al río.

Ser consciente del trabajo que implica poder satisfacer cada una de las necesidades que tenemos es un gran punto de partida para empezar a generar cambios. Cada acción desde que nos levantamos hasta que vamos a dormir requiere de esfuerzo, de energía, de consumo y reincorporación de residuos; nada se destruye, todo se transforma. ¿Qué pasaría si no existiera el camión de la basura y  tuviéramos que hacernos responsables de todos los residuos que generamos en nuestra casa? O si tuviéramos que usar el suficiente espacio para las gallinas, vacas y puercos, para abastecernos de todo lo que comemos. Estamos consumiendo más de lo que nos corresponde.

EL ENTRELAZADO DE LOS SERES VIVOS. Ilustración de Samuel Fernández. Esta obra nos remite a la conexión que tiene el ser humano con el resto de los seres vivos. La permacultura es una herramienta que mantiene en armonía esa conexión.

El día en la aldea empieza a las 6 de la mañana y con ello las primeras ganas de ir al baño, ¿En dónde haré? ¿A dónde se van mis desechos? Todavía está oscuro y, para ir al baño, ¿necesito una vela? Los animalillos rondan el bosque y buscan lugares secos para refugiarse de la tormenta… mejor no sentarse en una víbora o pelear por el papel contra una araña. ¿Se me antoja bañarme? Puede ser, aunque no tomé en cuenta que la regadera usa leña, no preví eso y no fui a buscar troncos para partir, además, el desayuno es a las 7 y en lo que logro hacer fuego y espero a que se caliente, ya no me da tiempo ¡Blah! Me baño después del trabajo.

Hay que ayudar a picar fruta, aquella que bajamos cargando del casco una noche anterior y que nos llevó 20 minutos de caminata; y calentar un poco de café y té, qué bien que hoy les toca a Karla y Adrián hacer el fuego. Terminamos de comer; hay que lavar trastes. ¿De dónde viene el agua? ¿Qué pasa con el jabón?¿A dónde se va el agua sucia? ¿Qué hacer con los restos de comida? Toca hacerlos composta enterrándolos.  Después, para lavarse los dientes, ¿ir hasta el baño?, ¿en el río?… y, finalmente, subir a la jornada de trabajo; para llegar hay que caminar 20 minutos y estar listxs en punto de las 8 en el casco para empezar.

Temprano en la mañana ya había algunas decisiones que se habían tomado relacionadas con eficientizar tiempo y recursos. Estamos tan acostumbradxs a prender la luz, usar el drenaje y tener agua caliente automáticamente, que dejamos de ver el esfuerzo y trabajo que hay detrás; cayendo en el despilfarre. Cuando somos conscientes de que nos toca trabajar por lo que queremos, muchas veces nos damos cuenta de que no era “tan” necesario hacer ciertas cosas y empezamos a prescindir de algunos hábitos, valorando otros.

centro agroecológico

Foto de Claudia Quintanilla Villa. Ingreso al centro agroecológico con caminos de material permeable. Se trata de afectar lo menos posible a los ciclos naturales.

Ese día me tocó hacer queso; soy fanática, razón por la cual tenía los ojos bien abiertos para no perderme ni una parte del proceso. La clave más importante para tener un buen queso es tener una vaca, necesitas tener una vaca bien alimentada, un buen terreno lleno de grandes pastizales, alguien que se haga cargo de mantener el lugar. Luego, ordeñar a la vaca tempranito, y así, esperando que no vaya a tener alguna enfermedad o alguna otra situación que la discapacite, obtenemos la leche. Toca transportarla a la cocina, mientras tanto hay que ir prendiendo los grandes hornos donde se va a poner a hervir, ¿hay leña?, otra vez la lata de hacer fuego… ¡ni que fuera experta!

Una vez ahí, hay que esperar a que suba la temperatura, baje la acidez, luego baje la temperatura y vuelva a subir la acidez; revuélvele, no dejes de revolver; súbele, bájale, mídele, cuájale, menéale y así ¡por merito 5 horas! Después de haber ejercitado el brazo, mejor que cualquier entrenamiento de box, toca esperar al menos 12 horas más para que quede listo.

Tener la oportunidad de comer queso realmente fresco es un privilegio del que pocas personas pueden gozar. Cada vez somos menos conscientes de qué es lo que comemos y cuál es su origen, dejándole la confianza y responsabilidad de nuestra alimentación a otras personas que quedan muy lejos de nosotros en la cadena de producción.

Foto de Claudia Quintanilla Villa. Cuidando el proceso de cuajado de la leche.

Ya eran como las 5 p.m. La cena ese día era a las 6 p.m., teníamos mucha hambre y estábamos cansadísimas, yo tenía un dolor en la espalda baja que sentía iba a parir. Bajamos a la aldea y con un calor insufrible llegué directo a bañarme; había que aprovechar antes de que se metiera el sol para que, con la inercia de la caminata que me traía movida y sudada, me ayudara a soportar el agua fría. Gracias a él no necesitaba leña, ni hacer fuego, ni esperar, sólo disfrutar de un baño fresco y estar a tiempo para comer. Alrededor de las 6:30 p.m. empieza a oscurecer y algunos días llueve, no hay mucho que hacer; no hay luz, estamos cansados y tenemos muchas ganas de dormir, así que la mayoría de las veces nos dormíamos entre 8:30 y 9; necesario para, a duras penas, despertar al día siguiente con energía y habiendo dejado reposar los males musculares.

Así, entre ampollas, torceduras, picaduras de insectos, contracturas y demás gajes del oficio transcurrieron 20 días de jornada de trabajo fuerte sembrando, cosechando, revolviendo tierra, cuidando animales, cocinando, cuidando todos los ámbitos necesarios para procurar y preservar la vida.

La permacultura nace con la intención de diseñar sistemas que permanezcan. “Está basada en la observación de los sistemas naturales, la sabiduría contenida en los sistemas tradicionales, el conocimiento moderno y la tecnología” (Holmgren, David, 2013).  Busca el aprovechamiento de los recursos y las mejores formas de completar ciclos para que cada uno de los sistemas se relacione con el resto. Teniendo siempre presentes los 3 principios éticos de la permacultura; 1. Cuidar a la gente; 2. Cuidar a la tierra; 3. Compartir con equidad. La permacultura nos sirve como sistema de principios de diseño agrícola y económicos; para poder maximizar los recursos minimizando esfuerzos y aprovechando todo lo que está alrededor.

Ilustración de Claudia Quintanilla Villa. Las Cañadas.

Tener conciencia sobre las implicaciones de nuestros hábitos es el primer paso para generar acciones, es nuestra responsabilidad hacerle frente a lo que pasa en nuestro entorno para regenerar al planeta y tener una vida más armoniosa.

La vida en las grandes ciudades tiene otro ritmo. Pocas veces conocemos a quienes se encargan de cultivar nuestros alimentos. No tenemos ni idea de quién recoge nuestra basura ni a dónde van a parar nuestros residuos orgánicos. Lo importante es dar el primer paso y ser conscientes de cuánto, en qué y cómo gastamos nuestro tiempo, energía y recursos; reflexionar y, a partir de ahí, actuar: hay muchas alternativas, no hay acciones pequeñas.

En este link puedes medir tu huella ambiental; es decir, te dirán aproximadamente cuántas hectáreas se necesitan para sostener tu estilo de vida y la gestión de tus residuos. Atrévete a descubrirlo y a explorar las opciones que tienes para poco a poco generar un menor impacto ambiental.

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Claudia Quintanilla Villa es integrante de Contaminantes Anónimus.

Twitter:@contaminantesa

Facebook: Contaminantes Anónimus

Instagram: contaminantes.anonimus

Imagen principal: EL ENTRELAZADO DE LOS SERES VIVOS, Ilustración de Samuel Fernández. Esta obra nos remite a la conexión que tiene el ser humano con el resto de los seres vivos. La permacultura es una herramienta que mantiene en armonía esa conexión.

Referencias

  • Holmgren, David. 2013. “Permacultura; principios y senderos más allá de la sustentabilidad”. Ediciones Kaicron, Buenos Aires.
  • https://bosquedeniebla.com.mx/# fuente revisada el 10 octubre 2020.

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