Muchos conocemos a los arrecifes coralinos a través de fotografías, videos o películas. Otros hemos tenido la fortuna de nadar entre ellos. En cualquier de los casos, nos evocan sensaciones o imágenes de ambientes espectaculares entre formaciones rocosas con peces multicolores y otros organismos de formas increíbles. Pero no son del todo rocas. Su formación no es casual y sus servicios ambientales son determinantes para el funcionamiento del océano y el planeta, no sólo para una parte de la humanidad.
Su formación
Los arrecifes duros o coralinos en realidad son colonias de organismos simbiontes; es decir, organismos distintos que viven juntos y ambos aportan ventajas para el otro y con ello sobreviven. Se trata de la relación entre una zooxantela o microalga que vive dentro de un pólipo que es un invertebrado. Como requieren de una estructura dura que los sostenga y los proteja, entonces la microalga a través de la fotosíntesis asimila nutrientes y con sus desechos, como CO2, el pólipo lo asimila y convierte en carbonato de calcio (con él construye su estructura dura exterior). Esto multiplícalo por millones de zooxantelas-pólipos y obtendrás estructuras sólidas altas de diversas formas que cubren grandes áreas en el océano.
Los corales viven en zonas cálidas de aguas transparentes con bajas concentraciones de nitrógeno y fósforo disuelto que en el agua de mar son nutrientes; entonces, las corrientes que circulan acarrean esas bajas concentraciones de nutrientes que chocan con estas estructuras duras y disminuye su velocidad para que estos nutrientes sean aprovechados por las microalgas que generan alimento para el pólipo. Éste crece y con ello el arrecife coralino también. Es como la formación de un oasis en un mar pobre. En él crecen estructuras que permiten que otras especies se establezcan hasta formar ambientes donde habitan tantas de ellas que son de las más ricas en variedad del mundo. Por eso se les llama ambientes biológicos megadiversos.
Su importancia
En condiciones normales los corales viven en zonas en donde el promedio anual de temperatura se encuentra entre 23 y 35 ºC. Estas estructuras van a generar agregación de otras especies como moluscos, artrópodos, algas, esponjas, peces, tiburones, tortugas hasta delfines, entre otros. Esto ocurre porque estos ambientes sirven de zonas de refugio, crianza y reproducción para las especies que los habitan o que los usan en un ciclo de su vida y luego migran a otras partes del océano a completarlo. Es decir, se vuelven zonas altamente productivas que, dependiendo de la época del año, se ven pobladas por muy distintas especies según su momento de vida.
Las mayores agregaciones de corales en nuestro planeta están en la parte norte de Australia sobre la Gran Barrera de Coral con unos 2,300 km de longitud. La segunda de mayor extensión es el Sistema Arrecifal Mesoamericano que corre por el Mar Caribe entre México, Belice, Guatemala y Honduras con unos 1,000 km de largo. Estas estructuras megadiversas y productivas actúan como barreras naturales que protegen a las costas contra vientos y oleajes por tormentas marinas, pero además controlan la erosión de la costa y son sitios de gran belleza que generan actividades turísticas importantes, al ser los sitios de sol y playa preferidos para actividades de esparcimiento.
Sitios amenazados por el hombre
Por sus características, son sistemas complejos muy sensibles. Aportes de sedimentos los dañan, pues se cubren las zooxantelas que viven dentro del pólipo y mueren, porque no les llega luz para fotosintetizar. Contaminantes como grasas y aceites de motores de lanchas de los visitantes les causan la muerte, incluso los aceites y aromas de ciertos bloqueadores solares los dañan. Por eso, si vas a Cancún te piden no usar bloqueadores si quieres nadar entre corales.
En estos sitios turísticos la descarga de nitrógeno y fósforo a través de aguas residuales es alta. Estos elementos, así como nutrientes en exceso, promueven que otras especies competidoras de los corales, como esponjas o algas, se posen sobre ellos y los eliminen dejando las estructuras duras sin su huésped. A esto hay que sumar que hacia las costas del Mar Caribe arriban algas conocidas como sargazo y cubren la superficie de agua, luego se degradan produciendo ácidos orgánicos que le son tóxicos o los dañan.
Foto: Pixabay
El cambio climático también los afecta. Están aumentando las intensidades de las tormentas marinas. Con el paso de las temporadas de huracanes se van dañando más seguido. No alcanzan a recuperarse año tras año. Además, el deshielo está generando aumento del nivel medio del mar que los va a dejando a una mayor profundidad; con ello, la calidad de luz que les llega es menor y la erosión que se genera los cubre de sedimento. Todo esto los afecta.
Otro aspecto a considerar es la acidificación del océano ligada al cambio climático. El CO2 que va a parar a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles luego penetra al océano; ahí, reacciona con el agua y forma ácido carbónico, el cual afecta estas estructuras. Si bien no los disuelve de forma inmediata, disminuye su dureza como la del resto de organismos cuyas partes duras son de carbonato de calcio; es decir, se afecta la gran mayoría de la comunidad viviente en este ecosistema.
Con esto en mente, se produce el blanqueamiento de los arrecifes coralinos. Esto no significa que se estén limpiando; más bien, todos los factores antes descritos hacen que sus pólipos, junto con las zooxantelas, se enfermen, estresen, no se recuperen o incluso mueran. Entonces las estructuras se quedan vacías y pierden fortaleza y color. Sus implicaciones son que en la actualidad se estime que se ha perdido entre el 40 y 60% de su cobertura a nivel mundial.
Repercusiones a la sociedad
Si hasta este momento no te parece importante el papel ecológico de los arrecifes coralinos, piensa en las especies de pesca de importancia comercial que se están perdiendo. Parte de su ciclo de vida depende de este ecosistema. Sin pesca no sólo disminuirá el alimento para la humanidad, sino que se afectará la economía de muchas familias de pescadores y su subsistencia. El sector turístico será afectado de forma directa, lo que representa el 30% de la economía de países como el nuestro. A eso hay que sumar todo lo indirecto. La afectación a la zona costera por fenómenos hidrometeorológicos (tormentas, inundaciones, erosión costera) será tal que, por ejemplo, todo lo que ahora opera en la Riviera Maya puede desaparecer.
Lo anterior sin duda suena dramático, ¿no? Pero es una realidad por la serie de acciones en la que de manera directa o indirecta los seres humanos contribuimos. Unos con mayor fuerza que otros por no saberlo; otros porque, aunque lo saben, hacen caso omiso; asimismo, habrá otros que simplemente piensen que el problema no es suyo ni les afecta o que ya vendrán otros que lo van a resolver. Sin embargo, todos vivimos en el mismo planeta y es tiempo de que actuemos de manera conjunta y responsable. Te invito a que lo medites.
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Aramis Olivos Ortiz es investigador del Centro Universitario de Investigaciones Oceanológicas de la Universidad de Colima. Campus Manzanillo.
Mail: aolivos@ucol.mx